Jueves 2 de enero de 1997


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Lo que trae el '97

Perspectivas razonables de un crecimiento sostenido

Las exportaciones y la producción industrial marcarían en 1997 nuevos récords históricos; seguirá alto el desempleo aunque el PBI crezca el 5%; continuará la fuerte dependencia de los mercados internacionales.

Que en 1997 se cumplan las favorables expectativas en materia de crecimiento del nivel de actividad en general y la construcción y las exportaciones en particular dependerá de varios factores.

El primero es que se mantengan las actuales condiciones de alta liquidez en los mercados internacionales, de los cuales la Argentina dependerá bastante más que en años anteriores, debido al aumento de los vencimientos de capital e intereses de la deuda pública.

En cambio, en el mercado de trabajo las expectativas más favorables son exiguas. El ministro Roque Fernández apuesta a una reducción de dos puntos de la tasa de desocupación en mayo próximo.

Significa que si se cumplen los mejores pronósticos, el desempleo estará todavía en el nivel más alto de la historia, excluido el último período recesivo.

Paralelamente, el nivel de actividad sería el más alto jamás alcanzado.

Otro punto crítico será el nivel de los precios internacionales de los productos agropecuarios. Fernández y sus subordinados calcularon una extensión en el tiempo de los altos valores del primer semestre, que no se dio.

En base a esa previsión incumplida diagramaron un paquete fiscal que en gran medida intentaba "morderle" a las explotaciones agropecuarias la alta rentabilidad que tuvieron -aunque no en todos los casos- en el primer semestre.

El paquete aumentó lo s costos operativos al elevar el precio del gas oil, y encareció terriblemente el crédito externo para prefinanciar exportaciones. Y los precios de los bienes bajaron.

De lo que ocurra en los próximos meses dependerá en gran medida la evolución del nivel de exportaciones y del saldo de la balanza comercial.

Con el bajo nivel que tiene todavía en la Argentina -aunque creció- el ahorro interno, es claro que existirá todavía por un tiempo una gran dependencia de los vaivenes de los mercados externos, tanto de bienes como de dinero.

La Reserva Federal de los Estados Unidos revisará en febrero próximo el nivel de las tasas de corto plazo. De que las mantenga o decida elevarlas dependerá el costo que la Argentina deberá pagar para financiar las amortizaciones de deuda y el déficit de por lo menos U$S 4500 millones en el sector público nacional.


Gasto y déficit

Roque Fernández no tiene demasiado margen en materia de cuentas fiscales. El presupuesto le exige aumentar automáticamente algunos gastos si es que la recaudación aumenta más que lo previsto.

Además, para terminar con el déficit calculado, es necesario hacer algunas privatizaciones que ya tuvieron fuertes inconvenientes en el terreno político, como la de Yacyretá.

Un eventual aumento de la recaudación más allá de la previsión presupuestaria debería también cubrir el "bache" que dejaría una nueva postergación de las privatizaciones previstas.

Y además, en materia de gastos, habrá que ver si en un año electoral se puede concretar el fortísimo ajuste impuesto por el presupuesto.

De que el oficialismo confíe en poder mantener un nivel de apoyo aceptable dependerá que pueda mantener medidas muy impopulares, como el despido de agentes públicos.


Ajuste muy duro

El presidente Menem y su ministro de Economía parecieron en diciembre último estar dispuestos a "tomar todo el vinagre" mientras los comicios están lejos.

No puede entenderse de otro modo que se haya dejado sin cobrar ni sueldo ni aguinaldo antes de las fiestas a todos los agentes públicos que haberes superiores a los $ 830.

Miles de empleados estatales, además, recibieron a horas del festejo navideño, la notificación de que fueron pasados al Fondo de Reconversión Laboral, lo que en la enorme mayoría de los casos significa que serán despedidos en 1997.

El martes 30 muchos empleados fueron notificados en sus domicilios de que a partir de ayer se les ha rebajado la categoría y el salario.

Se entiende, en este contexto, que Fernández esté preparando una gran colocación de bonos para este mes. La operación rondará entre los U$S 2000 millones y los U$S 3000 millones. Sería la mayor operación de deuda desde el cierre del acuerdo Brady.

El titular de Economía se está curando en salud. Las razonables prevenciones son acerca de la ya mencionada posibilidad de un aumento de las tasas, las turbulencias en los mercados que puedan generarse a medida que se aproximen las elecciones de legisladores, y la imposibilidad de bajar los gastos o aumentar la recaudación que generen un déficit mayor que el previsto.

De esa alta exposición a las fluctuaciones de los mercados internacionales surgió también la decisión del presidente del Banco Central (BCRA), Pedro Pou, de asegurarse un fondo "anticorridas" para sostener -si es necesario- al sistema financiero, complementado con exigencias de encajes que eviten un violento "descalce" de algunas entidades ante un retiro inesperado de depósitos.

El Gobierno, después de la experiencia del efecto tequila, parece tener un ojo puesto en las favorables previsiones de crecimiento del 5% del PBI y el otro en un eventual shock externo.


Producción en alza

Del lado de la producción industrial, 1996 terminó con expectativas muy favorables, e incluso un repunte -aunque no generalizado- en los bienes de mayoritario destino en el mercado doméstico.

Un caso claro en ese sentido es la industria automotriz, pero también las gaseosas, productos de tocador y cerveza.

Sin embargo, es claro que el repunte del consumo -en el mejor de los casos- no liderará el incremento del producto bruto.

Los que se perfilan como "motores" son las exportaciones, las exportaciones y la construcción, que sobre el final de 1996 comenzó a mostrar indicios de recuperación.

Y en materia de precios internos, nada parece poder alterar los cálculos que señalan un nuevo año de muy baja inflación.

Con el consumo creciendo menos que el producto, parece difícil que los servicios sean una causa que eleve el índice de precios al consumidor, como ocurrió en los primeros años de la convertibilidad.

Por otro lado, con los valores locales de los bienes definidos casi completamente por los mercados internacionales, parece poco probable un sobresalto.

Jorge Oviedo


Reactivación..., ¿y después?
Por José Luis Machinea (*)

Después de la fuerte disminución del nivel de actividad económica de 1995, durante 1996 la economía argentina inició su recuperación. En efecto, el nivel del producto habría aumentado levemente por encima del 3,5%, con todos los componentes de la demanda creciendo sobre ese valor (inversiones y exportaciones de bienes y servicios en términos reales 7% y consumo 4,1%).

La contrapartida es el fuerte incremento de las importaciones de bienes y servicios, que habrían aumentado un 14% en términos reales (las importaciones de bienes crecerían un 19% en términos nominales). Quizás lo más notable de estas cifras es que la tasa de ahorro, luego de crecer durante los últimos dos años, estaría mostrando una leve disminución.

En principio, ello puede explicarse por la reducción del ahorro del sector público (incremento del déficit no explicado por el aumento de la inversión pública), aunque debe de tenerse en cuenta que el déficit combinado de la Nación y las provincias sólo aumentó alrededor de un 0,5% del producto. Por lo tanto, la tasa de ahorro privado habría quedado constante o aumentado levemente.

En definitiva, nada parece demasiado sorprendente respecto de los pronósticos de hace unos meses. Sin embargo, el nivel de actividad económica creció más de lo que indicaba la mayoría de las proyecciones de comienzo de año.


Producción

En lo que respecta a las perspectivas para 1997, es razonable esperar un crecimiento entre el 4,5 y 5%, de manera tal que el producto por habitante sería todavía alrededor de un 1% inferior al de 1994. ¿Cuáles son los factores por el lado de la demanda que explican estas previsiones?.

En la medida en que el déficit fiscal no sea mayor que el de 1996, es difícil pensar que el consumo sea un factor dinámico, es decir que aumente por encima del crecimiento del producto. Más bien lo que se espera es un crecimiento de la inversión del orden del 10% y de las exportaciones de bienes y servicios en términos reales del 7% (en términos nominales el aumento de las exportaciones posiblemente sea inferior, alrededor de un 5%, por la disminución prevista del precio de las exportaciones respecto del año pasado). Si las importaciones de bienes y servicios aumentan "sólo" un 10%, estas cifras son compatibles con un aumento del consumo del orden del 4%.

¿Cuáles son los temas que podrían poner en peligro estas proyecciones?. En primer lugar, el comportamiento de la economía brasileña; en segundo lugar, un déficit fiscal superior al previsto; en tercer lugar, problemas políticos y, finalmente, un cambio en el escenario internacional de abundante liquidez.

Con respecto a Brasil, su situación fiscal es claramente insostenible en el mediano plazo. En particular, es difícil imaginar que un déficit fiscal del orden del 4,5% del producto sea compatible con una tasa de inflación inferior al 10%. Por lo tanto, Brasil debería reducir el desequilibrio de sus cuentas públicas o iniciar el difícil proceso de aumentar su tasa de devaluación -y, por ende, de inflación.

En caso contrario, el crecimiento de su deuda interna, que ya representa el 25% del producto, puede tornarse inmanejable. Sin embargo, esperamos que una vez aprobada la enmienda constitucional que posibilite la reelección del Presidente Cardozo (¿en marzo?) se comience a dar pasos para reducir el déficit fiscal y a acelerar el ritmo de privatizaciones, lo que, en un mercado ansioso de participar en la venta de los activos públicos, sería suficiente para sostener la situación actual.

De cualquier manera, dado la relevancia de la economía brasileña en términos de las exportaciones argentinas y su impacto en los mercados de capitales, la situación deberá ser evaluada continuamente.


Cuentas públicas

En lo que respecta a la situación fiscal, todo hace prever que el déficit de 1997, incluyendo las cajas provinciales y antes de privatizaciones, será de alrededor de $6.000 millones, como consecuencia de menores ingresos y mayores gastos de los previstos. Cabe la duda de si el gobierno podrá mantener, en un año electoral, la situación del gasto bajo control; de no ser así, ello tendría un impacto negativo sobre las expectativas, que podría afectar el ingreso de capitales y, por ende, la tasa de interés.

La situación política merece un párrafo especial. Es claro que la Argentina será un país más creíble en la medida que algunos cambios estructurales de los últimos años no dependan de una persona o partido en particular.

En ese sentido, el cambio del ministro Cavallo por Fernández, sin que se produjeran problemas en la economía, fue un paso positivo; queda ahora, en las próximas elecciones el cambio del Presidente de la Nación. Sería deseable, desde el punto de vista del funcionamiento de la democracia y la economía argentinas, que el remplazo sea por un candidato de un partido de distinto signo político que el actual. Por último, con referencia al contexto internacional, el mantenimiento de la actual situación de liquidez es fundamental para la suerte de la economía argentina. El gobierno necesita alrededor de 17.500 millones de dólares durante 1997 para hacer frente a las amortizaciones y financiar el déficit fiscal (deducidos los préstamos de organismos internacionales, lo que se espera tomar en el mercado interno y lo captado en los últimos meses de 1996, "sólo" quedarían 10.000 millones para captar en los mercados durante 1997). Por otra parte, el déficit de la cuenta corriente vuelve a incrementarse y se proyecta para 1997 un nivel similar al de 1993 ... y sigue aumentando. El tema más preocupante en el mediano plazo es la probable aparición de problemas crecientes en el sector externo, como consecuencia de importaciones mucho más dinámicas que las exportaciones.

En este sentido, tanto los argentinos como los inversores del exterior tienen muy presente el período 1991-94, que originó un creciente e insostenible déficit en la cuenta corriente; por otra parte, ya no se escucha, como en el "94, que un mayor déficit en cuenta corriente es una buena señal porque significa que el mundo nos tiene confianza.

Si bien es bastante lo que se ha mejorado en los últimos años en términos de competitividad (incremento de productividad, reducción de impuestos a la producción y algunas desregulaciones), no es evidente que las exportaciones argentinas tengan el dinamismo necesario para permitir un crecimiento sostenido del producto del orden del 5% anual.


Tipo de cambio

Ganar competitividad no sólo se relaciona con el tipo de cambio real, ("casi nadie" habla hoy en día de modificar el tipo de cambio nominal como la manera de ganar competitividad), sino con incentivos permanentes que no dependan del humor del funcionario de turno, con una adecuada infraestructura, un buen sistema científico tecnológico, recursos humanos capacitados, una adecuada flexibilidad dentro de las empresas, apoyo al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, o la negociación internacional para abrir nuevos mercados. Es decir, aquellas cosas en las que se ha avanzado poco y desordenadamente en los últimos años.

Un desequilibrio externo creciente puede constituirse en el mayor condicionante para lograr una tasa de crecimiento sostenida. Por lo tanto habrá que monitorear continuamente el comportamiento de las exportaciones e importaciones.

Por último, pero no menos importante, es difícil pensar en un crecimiento sostenido sin una adecuada sustentabilidad social y sin revertir el deterioro jurídico-institucional.

Estas son, sin duda, asignaturas pendientes de fundamental importancia. Para encontrar soluciones, es necesario reconstruir el Estado; un Estado chico pero eficaz, capaz de generar las políticas para el crecimiento, pero especialmente capaz de poner en marcha acciones tendientes a disminuir la marginalidad social y a crear la seguridad jurídica indispensable para un considerable aumento de la inversión.

(*) José Luis Machinea es ex presidente del Banco Central.