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Desempleo del 40% entre los pobres
Cifras: la tasa de desocupación duplica el promedio general en los hogares más necesitados; el mayor ingreso lo aportan cada vez más las mujeres o los miembros que no son el jefe de familia.
El desempleo es tres veces más alto entre las familias pobres del área metropolitana que entre aquellas que tiene ingresos superiores a la denominada línea de pobreza, según datos del Indec.
En tanto, los miembros de la familia que no son el jefe del hogar y las mujeres son cada vez más el principal aportante de ingresos en los hogares pobres, según el mismo organismo.
Las cifras oficiales corresponden a mayo último, pero sólo ahora fueron difundidas por el instituto oficial, que demora un tiempo en hacer procesamientos más "finos" de las estadísticas laborales.
Mientras que la desocupación promedio era en mayo último del 18% en el área metropolitana, alcanzaba sólo al 12,8% entre los hogares no pobres, en tanto que trepaba al 37,5% entre los pobres.
La serie de datos desde 1992 indica que el aumento del desempleo se registró por igual entre los pobres y quienes no lo son.
Pero fue mucho mayor el incremento entre los no pobres.
Entre quienes tienen ingresos familiares superiores a la línea de pobreza, la tasa prácticamente se triplicó, al pasar del 4,8% al 12,8 por ciento.
En tanto, entre las familias pobres, no llegó a duplicarse, ya que pasó del 19,7% al 37,5 por ciento.
Sin embargo, la serie muestra también que en los hogares de ingresos insuficientes el problema del desempleo ya era muy grande cuando las tasas promedio generales apenas superaban el 6 por ciento.
Además, hay cambios significativos en el integrante de la familia que hace el principal aporte de ingresos en los hogares pobres.
Las estadísticas muestran que desde 1992 hasta la actualidad cayó la participación de los jefes de hogar y los hombres como principal proveedor de recursos en los hogares de ingresos insuficientes en el área metropolitana.
Estos números explican el aumento de la participación en el mercado de trabajo de mujeres y de adolescentes que antes estaban inactivos.
En mayo de 1992 los jefes de hogar eran los principales aportantes de ingresos de las familias pobres en el 87% de los casos, pero en mayo último el porcentaje se redujo al 74,7 por ciento.
En tanto, las mujeres eran en 1992 el principal sostén en el 20,9% de los casos, mientras que en mayo último pasaron al 26,7 por ciento.
El fenómeno no tuvo la misma intensidad entre las familias con ingresos superiores a la denominada línea de pobreza, que es el precio de una canasta mínima de bienes y servicios.
Esto explica que entre los hogares no pobres la tasa de actividad de los miembros haya pasado sólo del 42,2% en mayo de 1992 al 46,2% en mayo último.
En cambio, entre las familias por debajo de la línea de pobreza el salto en el mismo período fue del 25,3 al 33,3 por ciento. Es decir, ocho puntos porcentuales de incremento contra sólo cuatro.
Además, hay que tener en cuenta que entre los hogares pobres es más difícil mantener una alta tasa de actividad en razón del mayor número de hijos de corta edad en relación con los no pobres.
La exigencia de que más miembros de la familia salgan a buscar empleo por la caída en la desocupación o los bajos ingresos del jefe de la familia parece haber afectado particularmente a los sectores bajos del área metropolitana.
Pero que sean las mujeres las que hacen el mayor aporte de ingresos parece dificultar la salida de la pobreza.
La razón es que son altos los porcentajes de trabajadoras -pobres o no- sin calificación alguna.
En el conurbano, por ejemplo, y según el Indec, de cada 100 mujeres ocupadas 45 no tienen calificación.
Esos porcentajes son con toda seguridad más altos entre los pobres, lo que hace que más de la mitad de las trabajadoras estén presumiblemente en tareas de baja productividad y salarios y -probablemente- en condiciones de contratación precarias.