Domingo 5 de enero de 1997


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La semana política 2

Una tregua

Por Fernando Laborda (*)

Todo indica que 1997 será difícil para Carlos Menem. Para alguien que, como él, lleva el poder en las venas, no será fácil soportar que las miradas se desplacen lentamente desde la Casa Rosada hacia La Plata o que, como ya ocurrió, en actos organizados por el duhaldismo, el público coree consignas tales como "Es para Menem que lo mira por TV".

Los problemas del Presidente no terminan ahí. Menos de una veintena de los 130 diputados nacionales justicialistas pueden ser definidos como menemistas puros; unos cuarenta le responden al gobernador bonaerense. Menem sabe que su situación está muy lejos de la que gozó Juan Domingo Perón, quien en 1946, en chancletas y en calzoncillos, conjuró a los gritos un conato de rebelión de un grupo de diputados laboristas en la cocina de su departamento de la calle Posadas, y en enero de 1974 forzó la renuncia a sus bancas de diputados de la Juventud Peronista que no estaban de acuerdo en votar una reforma al Código Penal para la represión de la guerrilla.

En el Gobierno hay conciencia de que las dificultades derivadas del fallo del juez García Martínez, que declaró inconstitucionales los decretos sobre flexibilización laboral, no hubieran existido si los diputados del PJ y el propio Eduardo Duhalde avalasen los proyectos del Poder Ejecutivo.

A Menem y a Duhalde no los unirá el amor, pero sí el espanto frente a una eventual derrota en las elecciones legislativas.

El fantasma de los comicios de 1987, que determinaron las desdichas del gobierno de Alfonsín, sobrevuela tanto la Casa Rosada como las playas de Pinamar, donde veranean el gobernador bonaerense y varios popes del PJ.

Como en ese año, cuando la UCR pasó de 130 a 117 diputados, es altamente probable que el PJ deba resignar ahora el quórum propio que tiene en la Cámara baja, aunque éste tenga hoy un efecto más simbólico que práctico por la existencia de ocho subgrupos dentro de su bancada.

Lo peor que le podría ocurrir al PJ es que las elecciones previstas para octubre determinen una composición de la Cámara de Diputados parecida a la que signó los dos últimos años del conservador Agustín P. Justo en el gobierno. La Concordancia "como se conocía al sector del general Justo", después de dominar ambas cámaras legislativas, sucumbió ante la UCR en 1936. El resultado electoral determinó que los 63 diputados radicales, más 17 demoprogresistas y socialistas, sumaran 80 legisladores opositores sobre un total de 158, lo cual les permitió elegir al radical Carlos Noel como titular de la Cámara.

Para afrontar las eventuales bajas en la Cámara de Diputados, el menemismo desplegará una política de seducción hacia las fuerzas provinciales.

Las restantes cuestiones que preocupan en el PJ son dos:

  • La primera es evitar fugas como las que, un año atrás, protagonizaron Gustavo Beliz y José Bordón. "Hay que desarrollar una estrategia de contención y no de expulsión", le sugirió Carlos Menem a Duhalde, en referencia a la necesidad de garantizar internas abiertas que eviten el alejamiento del orteguismo del PJ.

  • La segunda es traducir ciertos datos económicos positivos que comenzaron a advertirse durante el segundo semestre de 1996 en réditos políticos.

    El ala política del Gobierno observa con inquietud que los indicadores de un virtual fin de la recesión no se traducen en un solo punto de crecimiento político.

    Abanderado del bajo perfil, el titular del Palacio de Hacienda, Roque Fernández, optó por no estar presente este fin de semana en las reuniones motorizadas en Pinamer por los tres Eduardos "Bauzá, Duhalde y Menem", entre otras razones, porque no estaba dispuesto a exponerse a reclamos políticos vinculados con la reducción del presupuesto.


    Cambios en el gabinete

    Fernández tampoco estaría dispuesto a soportar presiones del ala política para mandar a su casa a funcionarios de la época de Cavallo que permanecen en el Ministerio de Economía, pero con los que tiene una buena relación, entre ellos el presidente del Banco Hipotecario, Pablo Rojo.

    Es incierto, en cambio, el futuro del titular del Indec, Héctor Montero, cuestionado por el propio presidente de la Nación, quien en ocasiones parece sugerir que la desocupación es sólo un extraño virus que se instala en las computadoras del Indec y distorsiona los datos de la realidad.

    Un dato que añade nerviosismo a las primeras figuras del oficialismo es la firme convicción de que, antes de que finalice el verano, Menem introducirá cambios en el gabinete, que incluirán la llegada de caras nuevas, impermeables a cualquier desgaste hasta las elecciones. Las carteras de Interior y de Justicia son algunas de las que, desde hace tiempo, están en la mira del Presidente, aunque los permanentes ataques de Domingo Cavallo hacia Carlos Corach y Elías Jassán no han hecho más que fortalecerlos en sus cargos...al menos por ahora.


    Un llamado de Zulemita

    La liberación de Gustavo Parino, la desautorización de Menem a Corach al calificar a Cavallo como "talentoso y capaz" y la devolución de gentilezas del ex ministro de Economía al pintar al Presidente como "un estadista que vuela como el cóndor y no como los gorriones" parecieron marcar el inicio de una tregua en la gran batalla de fines de siglo.

    Observadores de uno y otro sector pronostican un enero tranquilo pero no una paz eterna. En las cortesías de Menem hacia Cavallo influyó sin dudas "aseguran" la inminente participación del ex ministro en importantes foros económicos internacionales, entre los que descuella el de Davos, Suiza, donde su exposición será comentada nada menos que por el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn.

    Voceros de Cavallo dan fe de que en los papers que preparó para esos encuentros sólo hay elogios a la marcha del programa económico. La presencia de Cavallo en el extranjero, sin embargo, bien puede ser un elemento de presión: ante el mínimo síntoma de un ataque desde el Gobierno, el ex ministro podría retocar su discurso.

    Allegados al Presidente echan a correr la versión de que "Menem no le perdonará a Cavallo que haya involucrado a sus hijos en una cuestión judicial". El ex ministro asegura que jamás aludió a ellos cuando habló de la excarcelación del empresario "Cacho" Steimberg en una causa por contrabando.

    Como para poner paños fríos, voceros de Cavallo juran que éste y su esposa Sonia tienen hoy una excelente relación con la familia del Presidente y añaden un episodio propio de telenovelas: "Hasta Zulemita se comunicó recientemente con el Mingo y le confió que él era la persona que más había ayudado a su papá". No pocos integrantes del team de Cavallo se preguntan cuál será la reacción de Emir Yoma si Cavallo decidiera admitir públicamente que es el famoso testigo del episodio de la servilleta de Corach.

    Más allá de la tregua, como diría Kafka, el verdadero camino entre Menem y Cavallo corre por una cuerda tendida apenas sobre el suelo, que parece destinada más a hacer tropezar que a que se camine por ella.

    (*) Debido a que Joaquín Morales Solá se encuentra de vacaciones, durante este mes escribirán en este espacio de la edición dominicial prestigiosos columnistas políticos, todos ellos colaboradores habituales de La Nación.