Jueves 26 de Diciembre de 1996

Paz en Guatemala, Después de 36 Años de Guerra y más de 150 mil Muertos

* Dejó la Lucha 200 mil Huérfanos y más de 100 mil Viudas

* Un Millón de Campesinos Tuvieron que Dejar sus Tierras

* Irónico: de las Propias Fuerzas Armadas Nació la Guerrilla

HAROLDO SHETEMUL, corresponsal

GUATEMALA, 25 de diciembre.- El fragor de los combates y la mítica figura del guerrillero están por ser parte del pasado de Guatemala. Los atentados terroristas, secuestros, torturas y asesinatos como métodos para eliminar al adversario político también están a un paso de ser historia, así como las apocalípticas escenas de indígenas masacrados y sus aldeas incendiadas y arrasadas tras el paso de los soldados con los rostros pintados de negro.

Después de 36 años de haberse iniciado, la guerra intestina, que ha dejado más de 150 mil muertos, un millón de campesinos desplazados, 200 mil huérfanos y más de 100 mil viudas, está por concluir.

El 29 de diciembre próximo los insurgentes les dirán adiós a las armas y se abrirá un nuevo periodo en el que las urnas serán el norte político que sustituirá a la lucha armada.

¿Pero cómo se inició este pandemonium que duró más de tres décadas?

Aunque parezca una paradoja, las Fuerzas Armadas, sobre las que ha girado el poder en este país, produjeron su antítesis: la guerrilla.

"Los precursores de la guerra revolucioniria en Guatemala fueron oficiales jóvenes del ejército represor. La primera sublevación antiimperialista que siguió a la derrota de Jacobo Arbenz, en 1960, fue obra de los más descollantes alumnos de las escuelas de selva del Ejército de Estados Unidos (Fort Gulick y Fort Bragg)", dice el francés Regis Debray en su ya clásico libro "La crítica de las armas".

Con lo anterior coincide un documento reciente de las Fuerzas Armadas: "El 13 de noviembre de 1960, un grupo de jóvenes oficiales del Ejército de Guatemala, apoyados por algunos civiles, se alzan en armas contra el gobierno del Presidente Miguel Ydígoras Fuentes. La rebelión es prontamente sofocada, pero los sobrevivientes se internan en las montañas del noroeste del país y poco a poco dan inicio a la guerra de guerrillas, primer paso del conflicto armado interno que habría de durar hasta la fecha".

El motivo del descontento trascendía la coyuntura y se convertía en una muestra de hasta qué punto la herida provocada por la intervención estadunidense, en 1954, continuaba abierta. Los jóvenes oficiales se habían rebelado contra la corrupción del régimen de Ydígoras Fuentes y contra problemas internos en la academia militar. Sin embargo, también era una protesta por el involucramiento del gobierno guatemalteco en una conspiración de Estados Unidos para invadir la Cuba de Fidel Castro.

La CIA había montado un campo de entrenamiento en la hacienda La Helvetia, situada en la zona atlántica, para los contrarrevolucionarios cubanos, a la cual no tenían acceso los militares guatemaltecos. En ese tiempo el adoctrinamiento anticomunista no había llegado al ejército y no existía ninguna animadversión contra Castro. Al contrario, se le consideraba un héroe por su hazaña revolucionaria.

Se combinaba así el descontento contra el régimen corrupto y al mismo tiempo el rechazo a que el territorio nacional fuera usado para derrocar a un régimen, tal como la CIA lo había hecho apenas seis años antes en este país contra el gobierno revolucionario del coronel Jacobo Arbenz Guzmán.

Los dirigentes del movimiento rebelde fueron el comandante de la Escuela Politécnica (academia militar), Alejandro de León, y los tenientes Luis Turcios Lima, Luis Trejo y Marco Antonio Yon Sosa, entre otros.

El levantamiento fracasó porque en la ciudad de Guatemala sólo el cuartel general respondió a la conjura y los rebeldes tuvieron que atrincherarse en la base de Zacapa, 154 kilómetros al este de la capital. Ydígoras pidió apoyo militar a la embajada de Estados Unidos, la que ordenó que los contrarrevolucionarios cubanos, que se entrenaban en la finca La Helvetia, lanzaran una ataque aéreo contra la guarnición de Zacapa.

Derrotados, los jóvenes oficiales huyeron hacia Honduras, en donde se reagruparon. El 6 de marzo de 1961 retornaron secretamente al país y entraron en contacto con partidos políticos y dirigentes de la oposición, en particular con los comunistas, cuyo Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) había sido proscrito siete años antes. La primera baja que sufrieron les impactó: el teniente Alejandro de León, su líder indiscutible, fue sorprendido por la policía en una calle de la capital y asesinado.

En respuesta, los oficiales rebeldes lanzaron lo que habría de ser la primera acción insurgente: en plena vía pública ejecutaron, con ráfagas de metralleta, al jefe de la policía secreta, Ranulfo González, por lo que el Presidente Ydígoras impuso el estado de sitio.

El siguiente golpe fue la captura de dos destacamentos militares en el oriente del país, y la destrucción de la United Fruit Company.

Este último hecho demostraba la continuidad histórica con el régimen revolucionario de Jacobo Arbenz, el cual fue derrocado por la CIA en 1954 por impulsar una reforma agraria que le confiscó grandes extensiones de tierra a la compañía frutera estadunidense, pero luego le fueron devueltas. Para entonces ya se conocía a los insurrectos como Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13).

En marzo y abril de 1962 se produjo un movimiento masivo de estudiantes que logró paralizar a la capital. Esas acciones crearon una crisis política y el PGT decidió crear su propia fuerza militar, que no logró desarrollarse porque sus miembros fueron sorprendidos por personal de seguridad cuando intentaba establecerse en Concuá, zona rural al norte del país.

A pesar de su contacto con las agrupaciones de izquierda, los oficiales rebeldes aún continuaban considerando el derrocamiento del régimen a partir de un golpe de Estado que debía partir del propio ejército. Sin embargo, el viaje que realizó una delegación a Cuba en septiembre de 1962 habría de provocar una viraje de 180 grados en cuanto a concepción ideológica, táctica y estrategia político-militar.

Durante sus estancia en La Habana, los oficiales rebeldes se entrevistaron con el ex Presidente Jacobo Arbenz, quien, con lágrimas en los ojos, les habría dicho: "Cuando consideren conveniente que me una a ustedes como un soldado más, lo haré gustoso, porque quiero volver a Guatemala".

Asimismo, un día, sin avisar, se presentó ante ellos Ernesto Che Guevara, quien les dio una extensa plática sobre la necesidad de la lucha armada, bajo el concepto del marxismo-leninismo. "De hecho, cuando volvieron a partir al país, en diciembre de 1962, ya no eran golpistas, sino revolucionarios; ya no pensaban en pronunciamientos sino en guerra de guerrillas", indica Regis Debray.

De manera paralela, el PGT bajo la presión de la coyuntura define, en 1961, que la vía principal0 de la revolución guatemalteca tendría que ser la lucha armada. Con esas premisas se estaba allanando el camino de la primera guerrilla que, formalmente, se funda en diciembre de 1962 en una alianza entre el PGT y el MR-13 para crear las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

El plan militar determinaba que se crearían tres frentes. El primero dirigido por Yon Sosa se ubicaría en la Sierra de Las Minas, al oriente del país. En febrero de 1963 contaba con escuelas de adiestramiento militar en la montaña. Trejo también se estableció en el oriente, pero tuvo problemas y retornó a la capital. Lo mismo sucedió con Turcios Lima, quien no encontraba un zona definida hasta que decidió ubicarse en la Sierra de las Minas.

La primera época de la guerrilla se caracterizó por una ambigüedad político-ideológica. A pesar de que el PGT estaba comprometido con la causa, no dejaba de ver a la insurgencia sólo como detonante de una crisis política. Eso determinó que las FAR no lograran tener coherencia y en la práctica los frentes guerrilleros funcionaban con autonomía propia, a tal grado que Yon Sosa fue infiltrado por los trotskistas, entre ellos Amado Granados y Adolfo Gilly.

En los siguientes años la insurgencia ejerce un papel importante en la vida política del país. En ese periodo las FAR llegaron a tener tres mil hombres en armas y con capacidad de movilizar a cinco mil campesinos, aunque sin suficiente armamento ofensivo.

LA TRAICION DE JC MENDEZ MONTENEGRO

En esas condiciones se acerca el proceso electoral de 1966. Después de intensas conversaciones, el PGT y las FAR deciden apoyar la candidatura del liberal Julio César Méndez Montenegro, del Partido Revolucionario (PR), que se decía heredero de la revolución de 1944-54. La disciplina militar se relajó y los insurgentes se dejaron ver entre la población y los campamentos clandestinos podían se visitados por cualquier persona.

Sin sospechar, la guerrilla había cavado su propia tumba. Poco después de tomar posesión, Méndez Montenegro pacta con el ejército para que éste lance la primera gran ofensiva contrainsurgente, bajo el mando del entonces coronel Carlos Arana Osorio.

El operativo militar se extendió contra toda forma de oposición de izquierda y comenzaron a aparecer los escuadrones de la muerte como la Mano Blanca que inició la práctica del secuestro, la tortura y el asesinato de los acusados de comunistas.

A eso se agregó que en octubre de 1966 moría en accidente automovilístico Luis Turcios Lima, a quien para entonces se consideraba principal líder rebelde.

La guerrilla ofreció resistencia a la ofensiva del ejército, pero en la práctica sufrió su primera derrota táctica. Para fines de 1967 no se podía hablar de las FAR, sino de fragmentos. Algunos de sus dirigentes salieron al exilio mientras otros iniciaban el proceso de recomposición interna, como . Pablo Monsanto, quien continuaba en el frente urbano; Ricardo Ramírez -conocido posteriormente por su seudónimo Rolando Morán- salió hacia México y Rodrigo Asturias (luego Gaspar Ilom) reconcentraba sus fuerzas en el occidente del país.

Eran momentos de crisis y había que definir cuál sería la nueva ruta del movimiento revolucionario guatemalteco.