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Cambio de mando presidencial


 


En solemne sesión del Congreso Pleno, realizada el 11 de marzo de 1994, Eduardo Frei Ruiz-Tagle asumió la Presidencia de la República por un período constitucional de seis años, sucediendo en el cargo a Patricio Aylwin. El nuevo Mandatario solicitó una declaración pública de todos sus bienes a los funcionarios de alto nivel que lo acompañarían en el Gobierno.
 

El País Digital, 17 de enero de 2000

RICARDO LAGOS • CANDIDATO DE LA CONCERTACIÓN
El primer allendista que llega a La Moneda desde el golpe


 


FRANCESC RELEA , Santiago
La llegada de Ricardo Lagos Escobar al palacio de La Moneda, sede de la presidencia de la República de Chile, no ha sido un camino fácil. El de ayer era su tercer intento. En 1988, dejó el paso al candidato demócratacristiano Patricio Aylwin, que ganó, en diciembre de 1989, las primeras elecciones después de 17 años de dictadura y se convirtió en el primer gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia. En 1993, Lagos perdió las elecciones primarias de la Concertación frente al demócratacristiano Eduardo Frei, segundo presidente de la Concertación.
El primer presidente socialista de Chile desde el sangriento derrocamiento de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, es hijo único de una familia de la clase medida ilustrada de Santiago -su madre tiene ahora 103 años-, casado en primeras nupcias con Carmen Weber, con quien tuvo dos hijos, y con Luisa Durán, de cuyo matrimonio nació otro hijo. Un detalle que tiene su importancia en el católico Chile, uno de los escasos países del mundo que no cuenta con ley de divorcio -Lagos ha prometido trabajar para la aprobación de una legislación al respecto- y que, a partir del próximo 11 de marzo, tendrá un presidente que se declara agnóstico.
Ricardo Lagos nació el 2 de marzo de 1938 en Santiago y pasó sus primeros años en el barrio de la Florida. Estudio en el Instituto Nacional y se licenció en Derecho por la Universidad de Chile. En aquellos años militó en el Grupo Universitario Radical. Se marchó a Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado en Economía por la Universidad de Duke. De regreso a su país, trabajó en la Universidad de Chile y fue director del Instituto de Economía y de la Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas.
 
Durante el Gobierno de la Unidad Popular, Lagos fue secretario general de la Universidad de Chile, la institución en la que se graduó en Derecho. Poco antes del golpe militar de Augusto Pinochet, el presidente Allende le nombró embajador en la extinta Unión Soviética, cargo que nunca llegó a ocupar porque el Congreso chileno no dio su aprobación.

Cuando los militares se levantaron contra el Gobierno constitucional, Lagos era secretario general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y director del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Abandonó Chile en 1974 en su calidad de funcionario internacional y se exilió, primero en Argentina y después en Estados Unidos, país en el que trabajó como profesor visitante de la Universidad de Carolina del Norte.

De nuevo en Chile, en 1978, inició una singladura política con un mensaje renovado para los socialistas y propició el acercamiento a la Democracia Cristiana, el partido que se convirtió en un gran adversario de la Unidad Popular y que llegó a apoyar el golpe militar. Como líder de la izquierda, Lagos dedicó sus esfuerzos por sumar al Partido Socialista a la lucha para derrotar a la dictadura por la vía electoral.

El 7 de septiembre de 1986, después del atentado contra Pinochet perpetrado por un comando guerrillero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), Lagos fue detenido. Su vida corrió peligro aquella noche. Lo cuenta en El Libro de Lagos, biografía escrita por la periodista Patricia Politzer. Estaba acostado en la cama junto a su esposa cuando, de repente, entraron en la habitación varios policías armados con metralletas. "¡¿Y ustedes con qué derecho entran así en mi pieza [dormitorio]?!", inquirió. "Mire señor, usted nos acompaña o nos acompaña. Si quiere, mañana ve a los tribunales y reclama todo lo que quiera", respondió uno de los agentes.

El detenido supo después que, afortunadamente, aquellos hombres eran de la policía de investigaciones y no de la CNI, la policía política pinochestista. Un inspector que había sido alumno de Lagos en la Escuela de Economía tomó cartas en el asunto cuando comprobó que su antiguo profesor figuraba en una lista de la CNI. Cuatro nombres de esta lista fueron asesinados aquella misma noche.

La imagen de Lagos se proyectó por todo el país cuando el 25 de abril de 1988 dio el mayor golpe de efecto de su carrera política. En el programa televisivo de gran audiencia De cara al país levantó su dedo índice acusador contra el dictador por su intento de perpetuarse en el poder en el plebiscito de octubre de aquel año. El dedo de Lagos ha quedado para la historia política de Chile.

En 1987 fundó el Partido Por la Democracia (PPD), que tuvo un papel relevante en la formación de la Concertación de Partidos por la Democracia, que aglutinó a todas las fuerzas partidarias del no en el plebiscito que derrotó a Pinochet. Lagos mantiene la doble militancia en el Partido Socialista (PS) y el PPD. En el primer Gobierno de la Concertación presidido por Patricio Aylwin ocupó la cartera de Educación y, en el segundo Gabinete de la coalición que presidió Eduardo Frei, fue ministro de Obras Públicas, hasta su dimisión en agosto de 1998 para integrarse en la carrera electoral hacia la Presidencia de la República.

Lagos tiene por delante el reto de cumplir sus promesas y, por encima de todas, satisfacer la esperanza de los chilenos que aspiran a cerrar la transición iniciada hace diez años con el fin de la dictadura.
 

CNN article in English about the election of Lagos
 

El País Digital, Viernes 11 septiembre 
1998 - Nº 861
 


Los hijos de la dictadura 

La generación nacida después del golpe militar muestra desinterés por la política y desconoce la historia. Forman parte del 41% de los chilenos que no acuden a las urnas. 

FRANCESC RELEA , Santiago 
Un estudiante es detenido por un policía durante
una protesta, el pasado miércoles,
en la Universidad de Santiago (Reuters).
Veinticinco años después del golpe del 11 de septiembre de 1973, una generación de chilenos empieza a preguntar quién es Pinochet en una sociedad que prefiere no tener memoria histórica de sus últimos cinco lustros. O en el caso de tenerla, es la del bando al que pertenecen sus antepasados. Son los jóvenes que no habían nacido cuando el general , hoy convertido en senador vitalicio, derrocó al presidente constitucional Salvador Allende. Marta Lagos, gerente general de la empresa de estudios de mercado MORI, los llama los niños de la era Pinochet : "Vivieron la adolescencia en tiempos de la apertura y llegaron a la vida adulta en la inauguración de la democracia".

Todos los jóvenes consultados señalan que en la escuela la historia de Chile de los últimos treinta años está en blanco. No existe. Ni los profesores ni los libros hablan de ella. Ni del Gobierno de la Unidad Popular, ni de Salvador Allende, ni del golpe militar (en todo caso se habla del pronunciamiento), ni de la dictadura. Evelyn Riquelme, de 20 años, trabajadora en la Juventud Obrera Católica (JOC), relata que en su casa tampoco se hablaba de política, pero cuando aparecía Pinochet en pantalla "se apagaba la tele y empezaba el griterío y las burlas. No entendía nada". "Cuando entré en la JOC empecé a entender lo que representó el 11 de septiembre, pero no siento lo mismo que las personas que lo sufrieron, aunque quisiera sentirlo".

María Victoria Zambrano, de 21 años, secretaria de una ONG, no había nacido cuando el golpe. Detuvieron a su padre, de la Unidad Popular, pero lo liberaron más tarde. "El golpe es para mí muchos sentimientos encontrados", dice. "Hay que mirar el futuro, pero hay que hacer algo, no me puedo quedar de brazos cruzados".

Hay opiniones radicalmente distintas entre estos jóvenes que no vivieron el golpe militar. Vicky Galindo, de 23 años, dirigente de la JOC, dice con aparente convicción: "Con Allende íbamos a tener nuestras necesidades básicas cubiertas, derecho a la vivienda, a la salud, a la educación. Y sólo se habla de los muertos, cuando el 11 de septiembre significa mucho más".

Felipe Ward, 23 años, abogado y líder de las Juventudes de la UDI (derecha pinochetista), está en el otro extremo. "Si hubiera seguido Allende como presidente, yo no podría haber asistido al mismo colegio, no podría haber elegido la universidad. Sería alguien muy distinto de quien soy ahora. Las libertades fueron restringidas, pero hacía falta apretar el cinturón para llegar a lo que Chile es hoy".

La figura de Pinochet concita reacciones y sentimientos, pero en pocos casos indiferencia. Para Eduardo González Andrade, de 28 años, administrativo, "el hecho de que Pinochet todavía esté vivo es una burla para mí y para la gente que sufrió. Tengo dos hermanos, uno es de los que piensa que hay que dejar en paz a ese viejo decrépito, y al otro no le interesa nada el tema. Hay muchos jóvenes en el campo, que no vivieron la dictadura, que no les preocupa".

¿Cambiará algo cuando muera Pinochet? "Chile está dividido en el antes y el después de 1973. Todo se reduce a esto", responde Jimena Zúñiga, "independiente de cuando muera Pinochet, Chile no ha hecho el duelo. La derecha no ha tenido ningún gesto de reconocer, pedir perdón públicamente y de decir: nos equivocamos. Matamos sin razón. Perdón a las familias de las víctimas, y a todos, incluidos los jóvenes, porque no teníamos porqué vivir este cuento que no nos pertenece. Porque lo que vino después de Pinochet fue esta amnesia que se llama consenso. Nadie salió a la calle, nadie lloró, porque los milicos podían volver. Pero la herida no se ha cerrado. A mí me va a seguir contando mi abuela y yo le contaré a mis hijos...". 

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El País Digital, Martes, 16 enero 2001 - Nº 1719

Homenaje de Chile a Sting 

El cantante británico Sting recibió ayer en Santiago la condecoración Gabriela Mistral por su defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar. En la imagen, el autor de Ellas bailan solas posa junto a Isabel Allende, Viviana Díaz y Mirella García. (Foto: Reuters) 

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