de
Juan José Alonso Millán,
estrenada en el Teatro del Club de Madrid,
el 27 de diciembre de 1969
TEATRO ESPAÑOL
1969 1970
AGUILAR
REPARTO
(Por orden de aparición)
PERSONAJES
TERESA
ANTONIA
MARIANO
MILAGROS
PILUCA
FELIX
EVE
CARLOS
DON VALENTIN
Decorados de Santiago Ontañón, Dirección, Victor Andrés Catena
La acción, en Madrid. Época actual.
El primer acto transcurre en el día de la Madre, el 5 de mayo de 1969.
Al comenzar la comedia son las dos de la tarde. La acción, en Casa de Teresa.
Hace buen tiempo, es primavera en Madrid. No hace frío y empieza a hacer calor.
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
El decorado representa el salón comedor de una casa puesta con gusto; no tiene un lujo excesivo, pero sí delata su aspecto burgués.
Hay un comedor completo, con un aparador con vitrina donde están puestos algunos abanicos de nácar, figurillas, recuerdos, etc. Un gran retrato de un señor, cuadros con santos y vírgenes y una marina, y un bodegón con encajes, etc. Dos balcones-correderas que dan a la calle de Alcalá; la casa está en el tercer piso. Por tanto, entra mucha luz a través de los cristales de los balcones. Una gran lámpara pende del techo. En los muebles y en los rincones, fotografías de niños y de gente casándose. Puerta a la izquierda que da acceso a la cocina; a la derecha, otra puerta de comunicación con las habitaciones interiores: baño y dormitorios. Haciendo chaflán, con el foro y el lateral izquierda, otra puerta que da al recibidor, o sea donde se viene de la calle. Un teléfono colgado en la pared, los dos balcones: una mesita con un aparato de televisión. Un tresillo delante de la chimenea, etc. El resto del mobiliario y el “atrezzo” lo que marque la acción. Lados, los del público.
Al levantarse el telón, no hay nadie en escena. En la mesa del comedor está puesto un mantel de hilo bordado. Después de una pequeña pausa, sale del cuarto de la izquierda ANTONIA, criada de la casa, de unos cincuenta años, lleva unos platos en las manos.
ANTONIA.. ¡Señora! .. ¡Señora! …¡Un telegrama!
TERESA. (Off.) ¿Cómo dices?.. No te oigo.
ANTONIA ¡Que ha venido un telegrama para usted!
TERESA. Bueno, no grites tanto... Se van a entrar los vecinos.
ANTONIA. (Pone la mesa.) Sí, claro..., y si no grito, no me oye... (Del cuarto de la derecha sale TERESA, que se está acabando de vestir.)
TERESA. Anda, ayúdame..., súbeme la cremallera... (Lo hace.) Qué, ¿cómo me encuentras?
ANTONIA. Nerviosa. Ya es el tercer vestido que se pone.
TERESA. ¿Qué hora es?
ANTONIA. Van a dar las dos.
TERESA. ¡Las dos ya! ... No es posible. Óyeme, Antonia... ¿Tú has visto el collar de perlas?
ANTONIA. Sí, señora; lo lleva usted puesto.
TERESA. ¡Ah! Sí . Te digo que hoy no tengo la cabeza para nada. Pero... ¿qué estás haciendo aquí?... ¡Ah! Sí, la mesa... Ya tenía que estar puesta. Seis cubiertos, ya sabes... Yo distribuiré los sitios. ¿Huele a quemado …?
ANTONIA. No; es el perfume ese, que...
TERESA. Sí, es cierto. Oye, Antonia: ¿qué hora es?... No me lo digas, que me muero. Óyeme: a los cubiertos de plata les falta un tenedor de postre, pónmelo a mí.
ANTONIA. Si falta, ¿cómo se lo voy a poner?
TERESA. ¡Ay, Antonia!, me entiendes perfectamente. ¿Qué me iba yo a ... ? ¡Ah! Sí, los zapatos... Vamos, mujer, date prisa. (Hace mutis.)
ANTONIA. (Que sigue poniendo los cubiertos.) Señora, desde hace dos horas trato de decirle que ha venido un telegrama.
TERESA. ¿Sí?... ¿De quién?
ANTONIA. No lo he abierto.
TERESA. Mejor. Los telegramas no se deben abrir... Siempre son malas noticias.
ANTONIA. ¿Qué hago entonces?... ¿Lo rompo?...
TERESA. Lo mejor es que leas lo que pone..., pero no me digas nada. Luego, me bastará con mirarte a los ojos. Tú no puedes engañarme.
ANTONIA. Muy bien, señora. A usted la pongo en el sitio de siempre, ¿no?
TERESA Sí. Esa costumbre ¡lo se debe romper nunca, para no desconcertar a los invitados. (Sale del cuarto TERESA con otro vestido distinto.) A ver... ¿,Dónde está el telegrama? ¿Lo has abierto?
ANTONIA. No, señora... Aquí está
TERESA. Trae. (Lo abre.)
ANTONIA. Pero ese fue el primer vestido que se puso la señora.
TERESA. ¡Ah!... ¿Sí?... Ya decía yo. (Lee el telegrama.) Antonia... Es de Félix.
ANTONIA. No puede venir, seguro; ya lo estaba yo viendo. (Sigue con la mesa.)
TERESA. Escucha, escucha... Es de Ibiza. "Felicidades, mamá. Llegamos Eve y yo para la comida. Besos. Félix.” Qué, ¿qué te parece?
ANTONIA. ¿Y quién es Eve ... ?
TERESA. No sé... Aquí lo dice.
ANTONIA. Le pongo un cubierto?
TERESA. ¿Y Si es un perro?
ANTONIA. Puede ser un amigo.
TERESA. Sí..., pon otro cubierto. Es más sencillo quitarlo que ponerlo. Claro que podía especificarlo más.
ANTONIA. ¿No será Eva ... ?
TERESA. ¿,Y quién es Eva?
ANTONIA. Podía ser una novia del señorito.
TERESA. No digas tonterías. Me lo hubiera dicho. Cómo me va a traer a casa, un día como el de hoy.... a una novia. Los tiempos han cambiado, pero no tanto. Antonia... La televisión.
ANTONIA. ¡,Qué hago con ella?
TERESA. ¡Al gabinete! A nuestra familla la puede destruir cualquier cosa, pero nunca una televisión. Además, viene Milagros. Y hoy precisamente necesito la atención de todos.
ANTONIA Sí, Señora... (Saca la televisión del cuarto.)
TERESA. A Eve, sea lo que sea, le podemos poner entre Carlos y Piluca. Por cierto, ¿le pediste a la señorita Piluca las copas de champán?
ANTONIA. (Entrando.) Sí, señora. Dijo la señorita que las subiría ella misma.
TERESA. ¿Y el champán al hielo? ¿Di...? ¿Cómo me encuentras?
ANTONIA. Un poco pálida.
TERESA. Y no es para menos. En mi lugar me gustaría verte a ti... Te habías muerto. Oye, ¿qué hora es?
ANTONIA. Cinco minutos más tarde que la última vez...
TERESA. Oye: no se les habrá olvidado..., ¿verdad?
ANTONIA. Seguro que no. El día de la Madre, gracias a el Corte Inglés y a Galerías, no se le olvida a nadie.
TERESA. Pero ya tendrían que estar aquí. ¿Sabes, Antonia? Lo he pensado mucho, no hago más que darle vueltas a la cabeza. Será a los postres.
ANTONIA. ¿No dijo usted que después de los canelones?
TERESA. No es moral. No puedo yo arrancar con una cosa tan trascendente, mientras tú entras el redondo de ternera. Mira. Si ataco el tema en un plato determinado, me significo.
ANTONIA ¿Políticamente?
TERESA Familiarmente. Cada plato es por un hijo mío, y ellos lo saben. Los entremeses y el consomé, por Félix, que sale a su padre...; comía tantos entremeses que luego no probaba lo demás. Los canelones, por Mariano, porque su mujer los hace..., pero ni idea...; ya me lo dijo una vez..., y como el chico no se iba a separar, prefiero dárselos cada vez que viene a comer. Y el redondo es por Carlos: como nació en guerra, la carne la ha probado hace muy poco tiempo y le emociona. Ya está decidido: será en el postre.
ANIONIA. Una cosa así... No puede ser con la fruta. ¿Y el champán?
TERESA. Eso, luego... Cuando todo esté arreglado y brindemos.
ANTONIA. ¿Y en el café?
TERESA. ¿De la esquina?
ANTONIA. Digo, cuando sirva el café.
TERESA. Con los licores. He comprado coñac francés .
ANTONIA. Cuando, sea,.., pero hoy, doña Teresa, hoy... El próximo día de la Madre no viene hasta dentro de un año, y reunirlos a todos juntos antes es imposible.
TERESA. Sí, sí, claro... Tiene que ser hoy. ¿Qué dirán, Antonia?
ANTONIA. Nada. ¿Qué van a decir?
TERESA. Pero ¿y si no lo comprenden? (Suena el timbre de la puerta.) Anda, ya están allí. Ve a abrir. Será Mariano; siempre primero.
ANTONIA. ¿No sería mejor que fuera usted?
TERESA. No. Ve tú. Yo me sentaré aquí, como si leyera el periódico. (ANTONIA va a abrir. TERESA disimula su nerviosismo. Se sienta en un sofá, coge el periódico, lo está leyendo al revés, le da la vuelta. Al momento entra ANTONJA con un centro de flores.)
ANTONIA Son para usted.
TERESA ¿De quién?... Trae, trae la tarjeta. (Coge la tarjeta.)
ANTONIA ¿Dónde lo pongo, señora... ?
TERESA. Ahí..., en el centro de la mesa. Esperemos que solo manden uno. (ANTONIA lo pone v TERESA lee la tarjeta.)
ANTONIA. Si mandan tres..., ¿qué hago?
TERESA. Es de don Valentín. ¡Pobrecillo!... ¡Qué detalle!
ANTONIA ¿Qué hago? ¿Lo pongo en la mesa o no?
TERESA. Sí. Eso me dará valor. Cuando note que me faltan las fuerzas., miraré las rosas. (Suena el timbre de la puerta.)
ANTONIA. Bueno, ¿abro o no?
TERESA. Sí..., corre..., corre, mujer. (ANTONIA va ti abrir. Se persigna.) En el nombre del Padre... (Entran MARIANO Y MILAGROS. ANTONIA, detrás.)
MARIANO. Hola, mamá. (La besa.) Felicidades.
TERESA Mariano, hijo... Hola, Milagros.
MILAGROS. (Que lleva una tarta.) ¿Cómo está usted, Teresa? Muchas felicidades. Tenga, le hemos traído una tarta.
TERESA. ¿Por qué os habéis molestado? Sois tontos. Torna, Antonia ponla en un plato.
ANTONIA. Sí, señora. Qué, y los niños, ¿cómo están?
MILAGROS. Dando guerra..., como siempre.
ANTONIA. A ver cuándo los trae usted un día.
TERESA. Anda, Antonia. (ANTONIA vase a la cocina con la tarta MARIANO se quita la chaqueta, quedándose en jersey, y se pone a leer el "Marca".)
MILAGROS. Se han quedado con los abuelos, en Benidorm. Mariano y yo pasamos una semana aquí y otra en Benidorm.
MARIANO. Mamá, a ver cuando vienes; aún no conoces el apartamento Está en primera línea.
MILAGROS. Mire usted. (Sacando varias fotos.) Esta es la casa. Nuestro apartamento es este hueco.
TERESA. Parece un nicho.
MILAGROS. Tiene terraza.
TERESA. Cabe uno y el botijo. Y con que el vecino de al lado compre el periódico, lo podéis leer al mismo tiempo.
MILAGROS. Ahora las casas se hacen así.
TERESA. Ahora, lo importante es conocer a los vecinos.
MARIANO. Tú, mamá, estás acostumbrada a esta casa... con seis balcones, doce habitaciones y casi un kilómetro de pasillo.
TERESA. Por lo que me decís, en Benidorm, con este piso, se hace una colonia.
MILAGROS. Teníamos antes un vecino que roncaba y no dejaba dormir a los niños ni se podía escuchar la radio.
TERESA. ¿Y lo matasteis
MILAGROS. Firmarnos un escrito, la comunidad de propietarios, protestando. Y ganamos.
TERESA. ¿Y Va el hombre no duerme?
MILAGROS. Duerme, pero en otro sitio.
MARIANO. Además, tirado. Cincuenta mil de entrada y el resto en letras.
MILAGROS. Mi padre tiene allí tres apartamentos. Se está muy bien allí. Mariano, en cuanto llega, se pone en camiseta.
MARIANO. Tú, mamá deberías comprarte uno allí. (Saca quinielas y las rellena.)
TERESA. ¿Para estar en camiseta? … Bueno, ¿no queréis tomar un aperitivo?
MARIANO. Dame una cerveza.
TERESA. Tú, Milagros?
MILAGROS. Yo, si a usted no le importa, quiero ver la televisión. A las dos y media, es el programa "Al son del disco" y hoy actúan... (Saca una teleguía.)
TERESA. Está en el gabinete... Pasa, hija.
MILAGROS. ¿Usted no viene?
TERESA. No, anda. Enchúfalo tú misma. Debe de estar desconectado.
MILAGROS. Sí, no se preocupe (Hace mutis al gabinete.)
TERESA. Toma, hijo..., tu cerveza. ¿Te apetece algo de picar?
MARIANO. (Que sigue enfrascado en su quiniela.) No, mamá, nada. (Bebe la cerveza.) Como siempre, he sido el primero en llegar, ¿no?
TERESA. Ya no pueden tardar... ¡Ah! ¿Sabes que viene tu hermano Félix?
MARIANO. ¿Sí? ¡Qué honor!
TERESA. Hace un momento recibí este telegrama de él... y no viene solo.
MARIANO. (Gritando.) ¡Milagros.... Milagros!
MILAGROS. Ahora no puedo. ¿Qué quieres?
MARIANO. ¿No tenías tanto interés en saber si venía Félix? Pues viene.
MI LAGROS. (Saliendo del gabinete.) ¿Es verdad? ¿Va a venir?
TERESA. Sí, hija; hace un momento...
MILAGROS. El famoso de la familia.
TERESA. Tu marido gana más dinero.
MARIANO. Lo dudo.
MILAGROS. ¿Y cómo está? La última vez que le vi fue en la tele cuando el festival de Mallorca. En el barrio soy famosa por ser la cuñada de Félix. A ver si le convencemos para que un día venga a casa... (Mirando la televisión desde la puerta ¡Qué barbaridad! Esta mujer cada vez está más fea. (Se vuelve a meter en el gabinete.)
TERESA. ¿Qué haces, hijo, con tanto interés?
MARIANO. La quiniela del domingo. Ahora dan toda clase de facilidades. ¿Ves?... Se rellena todo esto.
TERESA. Pero, yo siempre he oído que para que le toquen a uno esas cosas no hay que entender de fútbol, y tú eres un científico.
MARIANO. Elche Sevilla. ¿Tú lo ves claro?
TERESA Te van bien las cosas?
MARIANO. Sí, no me puedo quejar.
TERESA. El taller, ¿cómo sigue?
MARIANO. El de Bravo Murillo es un negocio clarísimo.
TERESA Fue idea mía, ¿te acuerdas? Tú querías poner un local de baile.
MARIANO. ¡A ver!... Era de lo que entendía.
TERESA Se veía venir. La gente se motoriza.
MARIANO. Hace ocho años, este negocio no era tan claro.
TERESA. ¿Luego no me negarás que estuve acertada?
MARIANO. Ahora el que me deja más es el que tengo en la carretera de Burgos, a setenta kilómetros de Madrid, y poco trabajo. Yo sólo voy dos veces por semana, tengo
allí al Guzmán, el que tenía de encargado en Bravo Murillo. En la carretera está el porvenir; todo el que ponga algo en la carretera se hincha.
TFRESA. Y ganas mucho, ¿verdad?
MARIANO. Para que cada taller me deje el billete todos los días no hay que correr, y ahora que llega el verano es un dineral. Mi suegro quiere que ponga otro en Benidorm, a medias con él, y yo por allí no trago.
TERESA. Haces muy bien, hijo; tú ya de pequeñito tenías una vista para los negocios fuera de lo común.
MARIANO. Siempre con tu ayuda.
TERESA. ¿Te acuerdas cuando hacías guateques en esta casa, los domingos ... ?
MARIANO. Cobraba diez pesetas.
TERESA. Yo hacía el "cup", y tú al año te comprabas una moto... ¿Qué coche tienes ahora?
MARIANO. Yo sigo Con el "mil quinientos", y a Milagros la he comprado el "Mini mini". ¡Ah! Y la furgoneta...; pero los impuestos cada vez se elevan más. Por cierto, ¿sabes qué me pide Hacienda este año? (Suena el timbre de la puerta.)
TERESA. Ahí están tus hermanos.
MARIANO. Pero el problema está en el Elche Sevilla. (Sale ANTONIA.)
ANTONIA. Han, llamado, ¿verdad?
TERESA. Anda, sí, abre. ANTONIA va a abrir.) Mariano.
MARIANO. Dime, mamá.
TERESA. Hoy que os voy a tener reunidos a todos, quiero deciros algo muy importante.
MARIANO. Estupendo. (Entra en escena PILUCA, seguida de ANTONIA. ANTONIA lleva un paquete; en él hay unas copas, y PILUCA lleva una bolsa de una "boutique”.)
PILUCA. ¡Hola! Hola, mamá... Hola, todos. ¡Vaya, creía que iba a ser la última, y si me descuido soy la primera! ¡Muchas..., muchas felicidades, mamá! (La besa.)
TERESA. Hola, Piluca. Vienes muy guapa.
MARIANO. Hola, Piluca.
PILUCA ¿Qué tal, Mariano? ¿Y tu mujer?
MARIANO. Por ahí anda.
PILUCA. Mamá, toma. (Dándole la bolsa.) Es una tontería, pero no sabía qué comprarte, y de pronto me acordé de que Mecha Navarro, la hija de Titi Espinosa, ha puesto una "boutique" en Lista, que es un amor. ¿Te gusta el pañuelo?
TERESA. (Viendo el pañuelo.) Pero no has debido molestarte... ¿Por qué haces estas cosas? (ANTONIA hace mutis a la cocina con el paquete.)
PILUCA. Y acabo de darle a Antonia las copas de champán que me pediste. ¡Ah! Si no te gusta el "fulard", vas a casa de Mecha y ella te lo cambia por otra cosa. Te he saludado, ¿verdad, Mariano, hijo? Es que me he vuelto loca buscando un taxi.
TERESA ¿Y Carlos? ¿No viene contigo?
PILUCA. ¡Calla, que el pobre no tiene ni días de fiesta! Desde ayer se lo vengo diciendo, que hoy teníamos que comer en casa de mamá, y ¡nada! Esta mañana, a las diez, le han llamado para una visita. Desde luego no era del Seguro; porque si va, tenemos un disgusto.
TERESA. Trabaja mucho el pobre.
PILUCA. Con la profesión de Carlos no se puede contar con él para nada. Si dentro de un rato no ha venido a comer, empezamos sin él. Yo ya estoy acostumbrada.
MARIANO ¿Cómo están tus niñas?
PILUCA. La pequeña, enfriada, y la mayor, hecha una mujer; si la ves, no la conoces; está altísima. Pero a esta pequeña no sé que le ocurre que siempre está dando guerra. (Saca tabaco y fuma.) No se pierde una enfermedad.
MARIANO. ¡ Milagros! ¡Milagros!
MILAGROS. ¿Qué quieres ahora?
MARIANO Que está aquí Piluca.
TERESA. ¿Quieres tomar algo, Piluca?
PILUCA. Dame un "whisky", mamá... Estás muy guapa con ese vestido. (TERESA sirve el "whisky".)
TERESA. Me alegro de que te guste. (Sale MILAGROS.)
MILAGROS Hola, Piluca, guapa. (Se besan.)
PILUCA ¿Cómo estás, Milagros?
MILAGROS. No tan bien como tú, que cada vez estás más delgada. ¿Qué has hecho? ¿Te has teñido?
PILUCA. Me sienta bien, ¿verdad? Pues Carlos no quería. Pero hay una peluquería aquí, al lado de casa, que son unos artistas y nada caros. ¿Qué dirás que llevan por lavar y marcar? (Suena el timbre del teléfono.)
TERESA. Dígame... Sí, soy yo... Hola, Matilde... Sí, muy bien... No, aún no hemos empezado a comer... Mariano sí ha venido... No, mujer, seguro que no; ahora mismo se lo digo... Claro. No pierda cuidado. (Cuelga.) Mariano, hijo. Era doña Matilde, la del primero.
MARIANO. ¡Ah, sí!, la del veterinario.
TERESA. ¡Pobre, está cada vez más sorda! Óyeme, hijo: esta mañana la vi en misa y le dije que vendrías a comer.
MARIANO. Sí, ¿y qué?
TERESA. El coche de su marido lo tiene aparcado en la puerta. No sé qué líos me ha contado del aceite; por lo visto, lo pierde.
MARIANO. Mamá, ¿no querrás que yo... ahora...?
TERESA Se lo he prometido.
MILAGROS. Haz caso a tu madre. ¿Qué trabajo te cuesta?
TERESA. Mientras vienen tus hermanos, échale un vistazo. Tú lo arreglas en un periquete, Anda, baja, te está esperando.
MARIANO. Está bien, mamá.
TERESA. Gracias, hijo. ¡Pobre mujer!, el sábado quiere ir a la Sierra.
MARIANO. Ahora mismo bajo. (Hace mutis.)
MILAGROS. Pues nos hemos comprado un apartamento en Benidorm, primera línea; ya sabes..., de los que dan al mar...; si te animas, puedes venirte el verano con las niñas.
PILUCA. No sé, chica. Benidorm, en verano, se pone imposible. Papá tenía una casa en Fuenterrabía, pero llueve siempre y es una lata. Además, con el trabajo de Carlos, te juro que para mí se han terminado los veraneos. Escoger una profesión como la de médico es de loco; pero casarse con uno de ellos es de camisa de fuerza, ¡te juro!
TERESA. ¿Sabes, Piluca? Mariano le ha regalado un coche a Milagros. ¿Cómo me has dicho que se llama?
MILAGROS. El Mini mini, Es muy pequeño, y lo uso para llevar a los niños al colegio.
PILUCA. Realmente, tal como se está poniendo la circulación en Madrid, el coche está llamado a desaparecer. Cuando voy con Carlos en el ochocientos cincuenta, no me canso de repetírselo. El taxi; donde esté el taxi, que se quite lo demás. (Suena el timbre de la puerta.) ¿Abro?
TERESA. Deja, yo iré. (Va a abrir la puerta.)
MILAGROS. Se conserva muy bien mamá, ¿verdad?
PILUCA. Ya lo creo; está pasando una temporada estupenda. Yo diría que tiene cara de felicidad.
MILAGROS. Yo no la veía desde estas Navidades y está magnífica.
PILUCA. Ya me apuntaba yo a llegar a su edad como está ella.
MILAGROS. ¡Y que lo digas! (Entran EVE, que es una chica con pinta de inglesa monísima, y FÉLIX con varias maletas, una guitarra y aparatos electrónicos de orquesta. Visten muy "in", a lo Carnaby o Kings Road; sus trajes son exactamente iguales. El pelo lo llevan del mismo color y el misino corte, y ambos tienen la misina estatura.)
FÉLIX ¡Familia... Aquí está vuestro hermano pródigo, Félix, en carne y hueso!
MILAGROS. ¡Félix, el maravilloso!
PILUCA. ¡Hola, hombre!... Dichosos los ojos...
FÉLIX. Mamá, no te lo digo para que me des un homenaje, pero... ¡aquí estoy! El lunes tengo una gala en la Costa Brava; el día quince actúo en Sitges, y a últimos de mes grabo en Madrid. Y... ¿qué pasa? Ayer estaba en Ibiza, miro el calendario y el cinco de mayo... ¡Día de la Madre! Félix, cógete un avión y a comer con la madre más guapa del mundo. (La abraza.) ¡Qué cosa más rica de madre!
TERESA. Estate quieto, no seas loco, que me haces daño.
FÉLIX. Por cierto, ¿no era antes el ocho de diciembre? ¿De quién fue la idea de cambiarlo? Seguro que es cosa tuya... Lo que no puedas tú...
TERESA. No, hijo; de El Corte Inglés.
FÉLIX. Y vamos a ver: ¿qué te corrió por el cuerpo cuando dije en televisión que todos mis éxitos se los debía a mi madre?
TERESA. Mira que eres tonto. (Sale ANTONIA de la cocina.)
ANTONIA. Se emocionó, y su madre y yo lloramos como unas tontas.
FÉLIX. Antonia, ¿has preparado canelones?
ANTONIA. Con bésamela, hígado y carne picada. El día que actuó usted en televisión le vimos. Hay que ver lo que gustó usted.
FÉLIX. Pues no cantaba yo. Es decir, sí y no. La canción estaba grabada ya. Yo solamente movía la boca. Eso se llama “play beak”.
MILAGROS. ¿Es verdad eso de que no cantas tú en televisión?
FÉLIX. Guárdame el secreto y no se lo digas a nadie.
MILAGROS. Pues parece totalmente... (Empieza a tocar palmas y tararea.)
. . un besito chiquitito....
chiquitito.... chiquitito... ;
así..., un besito.... un besito...
FÉLIX. - (La sigue cantando y bailando en el estilo de cantante de hoy. Eve baila también.)
... un besito.... un besito... así...
(Todos aplauden y ríen.)
TERESA. – Nada más que eso... ¡Un genio es este hijo.
MILAGROS. ¡Cómo un genio! ¡Mucho más! Y la letra.... ¡ya quisiera Cervantes!
TERESA. ¿No vas a presentarnos a la señorita?
FÉLIX. Eve. (Pronunciando "if".) Es mi... compañera. Una especie de secretaria, "manager", "public relations". Un encanto. Inglesa, no le gusta el marisco, no entiende español, y por si fuera poco, "¡dic jockey!" Toda una autoridad en música moderna. Se puede decir que influye en los "hit parades", hace subir y bajar los discos... ¡Ah! Y, además, toma la píldora. (Ríe. Habla con EVE en inglés y le dice que es su familia y hace las presentaciones.) "Eve..., this is my family Well, part of it ... My mother..., my sisters in law, Piluca and Milagros ... And Antonia, an institution."
EVE. (Contesta en inglés que está encantada.) "How do you do? lt's a pleasure to meet you all... Félix has talken so much about you." (A FÉLIX.) "They are wonderful... I' m so glad to be here..."
FÉLIX. Aquí la tenéis... Nos devuelven Gibraltar o no, está encantada de conoceros.
TERESA. Es muy mona... Y no se le nota nada lo de la píldora... Oye: ¿no vais vestidos muy iguales?
FÉLIX. Se tiende a la no diferenciación de los sexos... A la igualdad total, mamá.
TERESA. Claro..., eso está muy bien... Así se evitarán muchos problemas.
FÉLIX. Y los hombres, ¿dónde están?
PILUCA Sorprendente, Félix. Los dos trabajando.
FÉLIX. ¿Hoy?
TERESA Carlos tenía una consulta..., pero no vayas a pensar mal, nada del Seguro... Y Mariano está con el coche de doña Matilde..., la del primero.
ANTONIA. Toma usted algo..., o la señorita?
FÉLIX. Zumo de tomate. Eve, lo mismo.
ANTONIA. Sí, señorito. (Vase a la cocina.)
MILAGROS. ¡Félix, me tienes que dar una foto de esas grandes para la pared; la que tienes vestido de indio!
FÉLIX. ¿Quieres decir un "poster"? ¿El de las plumas en la cabeza y el medallón colgando... ?
MILAGROS. A Mariano le digo que es para los chicos, pero la verdad es que es para mí... ¡Pocas admiradoras tendrás tú como tu cuñada!... Tengo cada pelea en el barrio por tu culpa...
FÉLIX. ¿Gusta más Sinatra?
MILAGROS. Y Tom Jones...
TERESA. Hijo, a mí esto me parece muy raro. Si alguien me dice que te ibas a ganar la vida cantando, no me lo creo. Pero como sigas así, te dan el Nóbel. Pensar que de la tuna y "Clavelitos" pasaste a ser... ¡Félix!
FÉLIX. ¿Me dejas que lo cuente, mamá?
TERESA. No sé qué vas a contar, hijo.
FÉLIX. La primera canción mía...
TERESA. De eso hace tres años, ya nadie se acuerda.
MILAGROS. Fue "Aleluya para un minero"...
FÉLIX. No. Esa es la segunda. La primera fue "No. No queremos más pistolas." Y aquí viene la bomba: la música era mía., pero la letra es de mamá.
MILAGROS. ¿Es posible?
PILUCA. No sabía nada.
TERESA. ¿Para qué lo cuentas, hijo?... Y lo curioso es que lo de "pistolas" se me ocurrió porque era lo que tenía más a mano para rimar con "amapola"... ¿Contra qué protestamos en esa, Félix?
FÉLIX. Contra la guerra, mamá.
MILAGROS ¿La de aquí?
TERESA. Contra la guerra en general.
PILUCA. No sabía yo que mamá...
TERESA. Yo, a veces, le ayudo... Le digo lo que está de moda entre mis amigas, luego se le pone una letra cursi y vale. (FÉLIX vuelve a tocar palmas, y acompañado por EVE empieza a cantar una de sus canciones. Sale ANTONIA con los zumos de tomate.) Pero cada vez lo entiendo menos. Te salía mejor "Clavelitos".
ANTONIA. Diga que no, señorito, que se le cae la baba cuando le escucha. (Suena el timbre de la puerta. EVE Y FÉLIX paran de bailar.) Voy a abrir. (Mutis.)
PILUCA. Será Carlos, porque si no viniese a comer ya hubiera llamado por teléfono. (Entra MARIANO. Detrás, ANTONIA, que sigue hacia la cocina y hace mutis.)
MARIANO. Bueno, esto ya está. ¡Hombre, si está aquí la figura!
FÉLIX. ¡Mariano, el rico de la familia!
MARIANO. - No, no te doy la mano; mira cómo me he puesto.
TERESA. Pasa al lavabo, hijo.
MARIANO. Y la gachí, ¿de dónde la has sacado? ¿Es tu novia?
FÉLIX. Se llama Eve. (A EVE le presenta a su hermano.) "He is my brother Mariano".
EVE. How do you do
MARIANO ¿No entiende español?
FÉLIX. Ni palabra.
MARIANO. Pues a pesar de eso, está de miedo.
MILAGROS ¡Hala, a lavarte las manos, cochino!
MARIANO. Sí, ya voy, ya voy; pero hay que ver cómo está la gachí. (Hace mutis al baño.)
TERESA. ¿Y todo ese equipaje?
FÉLIX. Nos vamos a quedar aquí hasta el domingo. Eve no conoce Madrid. Por nosotros no te preocupes, mamá; nos arreglamos con mi cuarto.
TERESA. No me preocupo; la casa es grande, lo que sobra son habitaciones.
PILUCA. Como Carlos no llega, podemos empezar cuando queráis.
TERESA. Pero, hija, ¡qué cosas dices! No tenemos prisa. Óyeme, Félix... ¿Y esta señorita es tu novia?
FÉLIX. De ninguna manera. Ella tiene su novio en Londres.
TERESA. Pero vivís juntos, ¿no...?
FÉLIX. Depende. Cuando nos apetece a los dos. Mamá... Somos mayores de edad, responsables, y lo que nos apetece eso hacernos, siempre que no se haga daño a los demás. (Sale MARIANO del lavabo.)
MARIANO. Las llaves del coche las he dejado en la portería. No era nada de particular: el carburador que se había obstruido. He soplado y ya está.
TERESA. ¡Ah!... Pues voy a decírselo ahora mismo. ¡Qué contenta se va a poner la pobre! (Marca un número de teléfono.)
FÉLIX (Le pregunta a EVE en inglés si quiere arreglarse o lavarse las manos.) "Eve, do you want to wash your hands or to fresh your make up"?
EVE. (Responde que sí, pero que la acompañe él.) "Yes, I would love ir but, will you come with me"?
FÉLIX. Dice que sí, si la acompaño.
PILUCA. Pues debes hacerlo, ¿no? (A EVE le muestra el camino y dice que le va a enseñar su cuarto, donde él ha nacido.) "Come on Eve. I'll show you may bedroom, where I've spent my young years. This way." (EVE y FÉLIX hacen mutis cogidos de la mano.)
TERESA. (Al teléfono.) Sí, señora... El portero... Espere, que se lo voy a preguntar... (Tapando el auricular.) Mariano, dice doña Matilde que si te debe algo.
MARIANO. Que te dé quinientas pesetas. Un taller le cobraría el doble.
TERESA. (Al teléfono.) Doña Matilde..., que unos cien duros... De acuerdo... No, no ha sido molestia, créame... Adiós, buenas tardes. (Cuelga.) Está encantada del servicio que le has hecho. ¡Ah! Que el dinero me lo dará mañana.
MARIANO. Te lo quedas tú. Cómprate lo que quieras.
TERESA. Para tus niños; yo tengo de todo.
MARIANO. Anda, anda..., no digas tonterías. (Entran EVE y FÉLIX.)
FÉLIX. Le explicaba a Eve que he empezado cinco carreras y no he terminado ninguna. Oye...: el cuarto sigue igual que cuando lo dejé.
TERESA Sí, hijo... Aunque tú hagas esa vida, sigues siendo el único que queda soltero. Y el cuarto no se toca.
FÉLIX. Te gusta Eve?
TERESA. Sí. ¿Por qué no? Parece muy buena chica. Además, a quien le tiene que gustar es a ti.
FÉLIX. Es que... verás, mamá... Yo no creo en el matrimonio.
MILAGROS. Anda este... ¡Ni yo! Y si es tu hermano Mariano..., ni se lo preguntes.
MARIANO. Oye, rica. Tú cállate. Que solo se te puede aguantar cuando estás viendo la televisión.
TERESA. Bueno..., hijo..., nadie te ha preguntado nada. Has venido, que era lo importante. Porque hoy, Félix...; hoy necesito más que nunca de todos vosotros.
FÉLIX. Vamos, mamá... No es para tanto.
MARIANO. Estás equivocado, Félix. (Como en broma.) Hoy mamá nos tiene preparada una sorpresa.
FÉLIX. ¡Ah! Sí... Estupendo... Cuéntanosla...
TERESA. No, ahora no... ; Luego..., cuando tomemos el café.
PILUCA ¿De qué se trata, mamá? ¿Por fin te animas a vender este piso y...?
TERESA. No, Piluca... No es nada de eso. Es más... Ni os lo podéis figurar. (Llaman a la puerta.)
PILUCA. Ahora... sí que tiene que ser Carlos... (Sale a abrir.)
MILAGROS, Ya con todo esto... se me ha pasado... la novela... No; la novela es a las cuatro. (Entra en el cuarto de la televisión. Entra CARLOS con PILUCA.)
CARLOS. (Besando a su madre, que le sale al encuentro.) Hola, mamá. ¡Felicidades!
TERESA. Gracias, hijo. Pero ¡qué tarde vienes!
CARLOS. Un enfermo.
TERESA. Pero ¿en día de fiesta? La gente no tiene consideración.
CARLOS. Hola, Félix. ¿Qué tal, Mariano?
MARIANO. Mucho trabajo.... ¿no?
CARLOS. Muchísimo. Y las visitas a domicilio, tal y como está el tráfico, se están poniendo imposibles. Lo que antes hacías en una mañana, ahora te lleva una semana.
FÉLIX. Carlos, esta es Eve... Eve... (En inglés.) "This is my brother Carlos."
EVE (En inglés) "How do you do? ¡Oh! Very, very good."
CARLOS. Encantado. Tu mujer en la televisión, ¿no, Mariano?
MARIANO. Ya lo sabes. Es su opio.
TERESA. Toma, Carlos... Tu tío Pepe. (Dándole una copa de "Tío Pepe".)
CARLOS. Gracias, mamá. Por ti... Muchos años. (Bebe después de brindar.)
TERESA. Gracias, hijo; dame un beso. (Se lo da.) Bueno, voy a ver cómo está esa comida... Estoy bien con este vestido, ¿verdad?
MARIANO. Sí, mamá..., muy bien.
TERESA. Anda, Milagros, guapina. Ya vamos a comer...
MILAGROS. Ya voy, mamá... Un momento...
TERESA. Antonia... Antonia... Vamos..., la comida, mujer. (Entra en la cocina.)
PILUCA ¿Has pasado por casa?
CARLOS. Sí, por si había algún recado.
PILUCA. ¿Y qué?... ¿Vas a poder comer tranquilo?
CARLOS. Por ahora, sí. Las niñas ya habían comido. La pequeña parecía que le han sentado bien los supositorios; la mayor irá con la tata a ver "Fantasía".
PILUCA. Entonces, en cuanto comamos, bajamos con la niña. (Entra MILAGROS.)
MILAGROS. De prisa... La comida... La novela empieza a las cuatro... Tengo una hora. Hola, Carlos... Perdona, chico.... va sabes.
CARLOS. El vicio es lo primero...; luego, la familia...
MARIANO. - Vigila que no venga mamá... Esto es confidencial.
FÉLIX. Yo te aviso, di lo que sea.
MARIANO. Es que Carlos... acaba de llegar...
CARLOS. ¿Qué pasa?
MARIANO ¡Chis!... Mamá tiene un secreto.
FÉLIX. Esta nerviosísima... No da pie con bola.
MARIANO. A mí me ha llamado cada día toda esta semana para que no dejara de venir hoy.
PILUCA. A casa, también.
FÉLIX. Pues me alegro de estar aquí.
MARIANO. Nos tiene que hablar... muy seriamente. Ha reunido a la familia para tomar una decisión maravillosa... ¿Qué os parece?
MILAGROS. - ¡Alucinante!
PILUCA. Pobrecilla... Cuando se llega a ciertas edades, se pierde el sentido de la medida.
CARLOS. Bien... Sea lo que sea..., fingir mucho interés... y que sea lo que ella quiera... Y si hay que preocuparse... nos preocupamos. ¿Comprendido?... Atenderla..., y cuando nos cuente su problema.... todos con la boca abierta.
MILAGROS Espero... que no lo contará en la novela.... ¿verdad?
CARLOS. No te preocupes; a ti te disculpamos. Pobrecilla..., ¿os acordáis el año aquel que nos reunió a todos porque había decidido cambiarse el color del pelo? (Todos ríen.)
FÉLIX. ¿Y cuando el cura aquel en Cercedilla dejó entrar a la iglesia con manga corta?
MARIANO. Se quería ir a Roma... A hablarle al Papa. (Todos ríen.)
PILUCA. Debe de ser algo de los pisos.
FÉLIX. - ¡Cuidado!... ¡Viene!... (Entra TERESA Con una fuente de aperitivos en la mano.) ¡Chicos!... (Canta en inglés la canción del cumpleaños. Todos la siguen. MARIANO la quita la fuente de las manos, y FÉLIX Y CARLOS, cada uno cogiéndola de un brazo mientras cantan, la sientan en su silla. Las mujeres siguen la canción y aplauden. Por la puerta de la cocina aparece ANTONIA.)
TERESA. Bueno...., ya está bien... Mira que sois chiquillos... Estaos quietos...
ANTONlA. ¿Traigo el consomé... señora?
TERESA. Sí, Antonia..., anda... (ANTONIA hace mutis.) Vamos a ver... Carlos, que eres el primogénito, a mi derecha... Tú, Eve..., que eres la invitada, a mi izquierda.
EVE. (En inglés. Muchas gracias, señora.) "Thank you..., very much."
TERESA. Los demás, como siempre... Y si alguno está mal..., no me echéis la culpa a mí... Antonia se ha encargado. (Cada uno se sienta en su silla.) Así, muy bien... Los matrimonios separados... Así... Hijos míos..., hoy es un día tremendo para mí... A Antonia le he prometido que no os iba a decir nada hasta que tomemos el café. De manera que haceos a la idea de la comidita que voy a pasar... No insistáis ni os choque que no pruebe bocado, ya lo comprenderéis... Eso sí... Estoy orgullosa de vosotros... Nunca me habéis fallado... Hoy... espero mucho de vuestra generosidad y de vuestra comprensión. ¡Qué horror! Qué largo me está saliendo esto. (Sale ANTONIA con una sopera.)
ANTONIA. Señora..., el consomé...
TERESA. Trae.... trae... Yo iré sirviendo... (ANTONIA acerca la sopera a TERESA. Rápidamente cae el
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