Introducción

El 21 de agosto de 2008, en un artículo de El País, uno de los diarios nacionales de más circulación en España, titulado ‘Las barreras de la edad’, Rosa María Atal escribió: “Nacemos de uno en uno y crecemos, nos estancamos o menguamos, tanto físicamente, como en sentidos y capacidades; una conjunción de múltiples variables nos convierte en únicos. Sin embargo, la sociedad se empeña en encasillarnos en cajas rotuladas por especies, texturas, formas, colores y -hoy, más que nunca- por cronología.” En muchas esferas de la vida contemporánea podemos constatar una discriminación de la edad madura y una creciente tendencia de elegir empuje frente a experiencia. La autora continúa: “Política, mercado, comunicación, modelos de referencia, apuestan por un icono de piel tersa. España -más que otros países- se ha convertido en paradigma del culto a la juventud. Veneración de fachada; hueca, como casi todo en la sociedad actual.” Detrás de lo que alimenta este culto a la juventud siempre se encuentran intereses económicos. Hay un montón de industrias que viven del afán de lucir joven, por ejemplo la industria de la moda, la música, la belleza tal como se puede ver a través de la publicidad. Además muchas grandes empresas se desprenden de los veteranos más caros, libres e incómodos y se sirven de personal más joven y barato. Es tal como dice Rosa María Atal “Planchar rostros genera beneficios económicos, contratar en el trabajo a jóvenes inexpertos, menos costo.” Afortunadamente los menos jóvenes también se ven representados en la publicidad, por la industria farmacéutica, para convencernos que con Botox o pastillas moradas, azules y anaranjadas venceremos todos los males de la edad.
El fenómeno del tiempo y las diferentes etapas en la vida de una persona son también el tema que une todas las canciones en el disco ‘De vuelta y vuelta’ del grupo de música Jarabe de Palo. En la portada del disco Pau Donés Cirera, un cantante y compositor que nació en Aragón y que se ha criado en Barcelona y alma mater del grupo escribe: “El mundo gira a su ritmo y la vida pasa a su ritmo. Y nosotros nos hemos inventado algo a lo que llamamos tiempo para cuantificar esas vueltas (por medio de segundos, minutos, horas, etc.) y así creernos que podemos controlarlo a nuestro antojo.