Introducción


El botellón es una reunión masiva de jóvenes, en espacios abiertos de libre acceso, para combinar y beber bebidas alcohólicas que han adquirido previamente en comercios. Escuchar música, hablan y terminan emborrachándose. Les gusten estas concentraciones masivas porque son ideales para cubrir su necesidad de vincularse a un grupo y al parecer ello no es posible sin beber. Allí tienen un espacio propio, donde el adulto no tiene nada que decir.


Entre 2000 y 2006, el número de adolescentes y jóvenes (de 14 a 18 años) que hacen botellón se ha duplicado. Un 64% de ellos cree que tomar alcohol es ‘normal’. Además, su forma de beber es hacerlo rápido y en gran cantidad.


Como las autoridades no pueden parar los botellones, intentan regularlos trasladándolos a sitios donde no molestan. Muchos adultos no dicen mucho respecto al consumo de alcohol de los adolescentes, ni siquiera si se trata de sus hijos. Los padres de los adolescentes no hablaron de alcohol con ellos cuando eran pequeños porque pensaban que no hacía falta, y no lo hacen ahora porque piensan que ya no hay nada que hacer. Los adolescentes tampoco quieren hablar porque piensan que los padres no entienden y que no se puede hablar con ellos. Aguantan los rollos que les sueltan los padres, procuran no beber delante de ellos y no dar problemas en casa.


Hay estudios que tratan de dar soluciones. Por ejemplo se sugiere que se fomenten acciones para fortalecer el proceso de maduración a través de valores como la autorresponsabilidad y el espíritu crítico. En este sentido hay una corriente incipiente de opinión que apunta a que los jóvenes piensan que beber a lo bestia es cosa de niños. Ven cómo gente de 14 años se emborracha, y ellos ya no lo hacen así. Empieza a estar mal visto, ya no es signo de madurez, sino de inmadurez.