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El amor perjudica seriamente la salud
 

Dirección: M. Gómez Pereira 
Protagonistas: Ana Belén, Gabino Diego, Juanjo Puigcorbé, Penélope Cruz 
Guión: J.Oristrell, Yolanda García Serrano, M.Gómez Pereira 
Nacionalidad: España 
Género: Comedia romántica 
Argumento: En una cena de gala ofrecida en un hotel de París por los Reyes de España coinciden Santi, miembro de la escolta real, y Diana, la atractiva viuda de un banquero, habitual protagonista de las portadas de las revistas del corazón. Cuando Diana reconoce a Santi sufre un desmayo que sobresalta a los asistentes a la recepción. Minutos más tarde, Diana busca un aparte con Santi, para echarle en cara que la dejara abandonada en un aeropuerto años atrás. Pero el hombre está en pleno trabajo y no puede atenderla. Diana acude al chantaje para hacerse oír.
 

Un inmenso muestrario de comedias

M. TORREIRO
Hay un momento impresionante en esta espléndida, redonda, decididamente cautivadora El amor... , sin duda alguna la mejor película del equipo Gómez Pereira-Oristrell-García Serrano e Iborra. Santiago (extraordinario Puigcorbé), piloto civil que celebra su decimotercer aniversario de boda, se encuentra en el restaurante que ha elegido su mujer con Diana, su amor secreto desde muchos años antes. Tras varios dardos cargados de veneno, ambos bailan con sus respectivas parejas, mientras que de su sombra se liberan las imágenes de los dos amantes para girar, en el puro territorio del deseo, a los compases de una música cautivadora. La pieza acaba, ambos se miran y la esposa de Santiago, la sabia María José, corta de raíz el halo romántico de la escena al recordar a su consorte: «Mañana, cuando bajes a por el periódico, no compres pan, porque tengo congelado en casa», brutal vuelta a la realidad, réplica ejemplar donde las haya.
 
 

Todo en El amor... discurre por los mismos senderos: entre el desparpajo de esos efectos de los bailarines, y de otros más impactantes y tal vez complejos, y la sabiduría de un diálogo eficazmente servido; entre la maestría con que se manejan las situaciones conocidas -¿en cuántas comedias se ha asistido al duelo encubierto de dos mujeres por un hombre?- y la habilidad para resolverlas con un giro inesperado. Con su factura por completo diferente de la habitual en nuestro cine, con operaciones de alto riesgo que siempre salen bien, como el paso de los amantes de adolescentes a adultos, transiciones bien engrasadas entre Diego- Cruz y Puigcorbé-Belén; con sus situaciones de extremada comicidad que siempre descolocan al respetable -¡esa magistral secuencia de la cama de John Lennon!-, El amor... se erige en una suerte de muestrario, hábilmente dispuesto, de todas las variedades posibles de la comedia, desde ese París tan americano que parece salido de la Charada hasta el vodevil; desde el slapstick hasta la sofisticación de la comedia internacional, de todo, y bueno, hay en esta película.
 
 

Aunque también conviene recordar que las referencias cinéfilas están siempre en función de la trama y jamás se subrayan en demasía, de forma que su incorporación al corpus del filme se produce desde la más desarmante sencillez. Y que tales referencias cinéfilas, empezando por el carácter de la protagonista, una niña bien, caprichosa, altiva y acostumbrada a que todo salga a su gusto, que parece salida de cualquier gran comedia americana de los treinta -de La fiera de mi niña a Sucedió una noche, por ejemplo-, están en función de hacer de los personajes, ambos de pura bofetada, unos seres tiernos y entrañables, operación de riesgo que Gómez Pereira resuelve como sabe: con una extrema elegancia a la hora de montar el encuadre, con una encomiable habilidad para rodearse de profesionales como Bonezzi en la música y el gran Amorós en la fotografía.
 
 

Y, en suma, con el manejo del elemento que es clave en este género: el control del tempo narrativo, la habilidad para alternar situaciones volcánicas con momentos de placidez, declaraciones amorosos con la más vulgar cotidianidad, diálogos brillantes con gestos que alumbran elocuentemente sobre el complejo carácter de los personajes, nunca caricaturas, a pesar de que se basan en estereotipos. Todo eso ayuda a bordar la mejor comedia española de la década, la confirmación del talento de un equipo a quien sólo cabe augurarle largos años de provechoso trabajo en común. Que dure, maestros. 

Fecha de la crítica: 13/01/97 


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