Pastrana
iza la bandera colombiana en el terreno recuperado a la guerrilla
Los
habitantes de la zona de despeje temen una guerra total
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Pastrana
iza la bandera de su país en San Vicente del Caguán. ( REUTERS
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PILAR LOZANO,ENVIADA
ESPECIAL |
San Vicente del Caguán
De
espaldas a una valla gigante del Ejército, donde al lado de imágenes
de guerra se leía 'Nuestro compromiso es Colombia', el presidente
Andrés Pastrana izó la bandera del país y prometió
ayer a los habitantes de San Vicente del Caguán que seguirá
trabajando por la paz. 'Aquí estamos acompañándolos
a ustedes con las Fuerzas Armadas y de la policía', dijo en un discurso
ante una multitud que lo escuchaba en la plaza Central. Es la misma en
la que hace tres años, y ante la silla vacía que jamás
ocupó Manuel Marulanda, Tirofijo, comandante de las Fuerzas
Amadas Revolucionarias de Colombia (FARC), comenzó un proceso de
paz que terminó abruptamente el miércoles. No todos quedaron
contentos con el discurso de dos minutos, pronunciado por un presidente
rodeado por sus generales. 'Yo esperaba que nos diera garantías
de que no nos van a humillar, de que nos van a proteger la vida', dijo
una mujer que aguantó varias horas, a pleno sol.
'Hay
incertidumbre pero se trata de asumir la situación con calma', dijo
a este periódico el alcalde Néstor Ramírez. En medio
de la zozobra, los habitantes de San Vicente esperan que no sea tan traumática
la transición de ser un pueblo legalmente autorizado para convivir
con las FARC, a ser un pueblo de nuevo bajo la ley del Gobierno. 'Tenemos
que adaptarnos', dice un anciano. 'Yo me siento bien también con
el Ejército', dice mientras se entretiene leyendo una publicidad
del Ejército que reparte un niño por toda la plaza: 'No hay
razones para temer. Usted tiene derecho a disfrutar su libertad', dice
la octavilla. Mientras tanto, Pacheco, un soldado cantante, entretuvo a
la población con canciones a ritmo de ballenato en las que hablaba
de la alianza del Ejército y del pueblo para triunfar.
Durante
tres años, el Gobierno, sin preguntarles si estaban de acuerdo o
no, los dejó en manos de la guerrilla. Durante ese tiempo fue legal
negociar, hablar, convivir con hombres y mujeres de fusil al hombro. Los
pleitos los ventilaban ante un comandante en la oficina de quejas, a las
afueras del pueblo; a partir de esta semana volverán a ir ante al
juez. 'Estoy esperando al fiscal porque espero que me devuelvan todo lo
que perdí. La guerrilla me robó más de 700 reses.
¡Perdí mi patrimonio de 50 años!', cuenta un hombre.
Confiesa que no asistió al acto 'de entrega' del vasto territorio
a las FARC. 'Hoy estoy porque nos lo devuelven'.
Pagar
un precio
'No
sabemos qué precio vamos a tener que pagar por haber prestado nuestro
territorio', dice una mujer. Teme por su familia que vive en la Arenosa,
en la cordillera que cierra al occidente lo que fuera la zona de distensión.
'Allá no hay manera de comunicación', agrega y cuenta que
el jueves sintió bombardeos por esos lados . El general Héctor
Fabio Velázquez, comandante de la Fuerza Aérea, confesó
a este periódico que la ofensiva mayor se ha dado precisamente en
el pie del monte, al suroccidente, donde se concentran varios objetivos
militares.
La
zozobra ha sido compañera permanente de los casi 80.000 habitantes
de los cinco municipios despejados . 'Yo estoy viejo para poder correr.
Si entran los paramilitares me toca esperar aquí'. 'Yo estoy tranquilo;
no me meto con nadie. Sirvo en buena forma a todos'. Fueron los comentarios
que se escucharon ayer y se repetieron cada vez que estuvo a punto de terminar
el diálogo. Pero la ruptura, anunciada el miércoles a las
nueve de la noche, les llegó sin preaviso, sin opción para
escapar, antes de que empezaran los bombardeos.
Temen
a la guerra total; a vivir lo que viven los campesinos de todo el país:
un día entra el Ejército, otro la guerrilla, otro los paramilitares
y cada uno con su ley. El general Fernando Tapias, comante de las
fuerzas militares, se comprometió con los periodistas que lo asediaron
ayer: 'Aquí no vamos a dejar entrar a los paramilitares'.
Todo
cambió ayer en la mañana en esta población que sirvió
de escenario al fallido intento de paz, el tercero en los últimos
20 años. Al amanecer, entraron los soldados de las brigadas antiguerrillas,
que hace dos días fueron lanzados en paracaídas a la sede
del Batallón Cazadores, a pocos kilómetros del casco urbano.
'Yo me sorprendí cuando a las seis de la mañana salí
a la calle y los vi. Estoy contento, me siento protegido y creo que la
mayoría de la población lo está', asegura un hombre
mayor. A las siete de la mañana empezaron a llegar los helicópteros
con periodistas e invitados especiales. Los que más llamaron la
atención fueron cuatro militares con su uniforme del Ejército
norteamericano. 'Nosotros somos de la embajada y estamos aquí comno
ustedes, invitados a ver lo que pasa', explicó uno de ellos a los
curiosos periodistas.
Al
mediodía llegó el presidente Andrés Pastrana y se
desplazó hacia la plaza para izar la bandera colombiana en medio
de fuertes medidas de seguridad. Soldados con la cara pintada de verde
y negro, pertenecientes a la Fuerza de Despliegue Rápido, lo rodearon
siempre, durante las dos horas que permaneció en la población.
'Hola, ¿cómo están? Hola, ¿cómo les
va?'. Así saludó el primer mandatario a los que rompieron
el cerco para darle la mano.
Izado
de la bandera
Pasadas
las tres de la tarde, con una parada militar y ya izada la bandera, terminó
en el Batallón Cazadores el acto simbólico con el que el
Gobierno protocolizó el regreso a los 42.000 kilómetros que
dejó un tiempo en manos de la FARC. 'Estoy feliz, volvimos a la
casa. Durante tres años vivimos desterrados', confesó un
soldado. El Ejército vivió como una humillación el
retiro de sus cuarteles.
El
alcalde Ramírez ve con esperanza la posibilidad de diálogo
con el nuevo Gobierno. 'Anhelamos una salida pacífica; que en un
futuro no lejano logremos volver a la mesa'. Las FARC ya mostraron su disposición
a discutir con quien gane las elecciones de mayo. Ya hubo respuestas. Sería
ser posible bajo un nuevo esquema -el de negociar en medio de la guerra
se agotó-, con cese de hostilidades y verificación en caso
de una zona de distensión. |