![]() Domingo 11 febrero 2001 - Nº 1745 |
ESPAÑA
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Los trabajos que no quieren los españoles Los emigrantes cubren la mayoría de los empleos rechazados en el campo, los servicios y la constucción
PATRICIA ORTEGA DOLZ, Madrid
Abdelhamid tiene 27 años y hace cinco se fue de Nador (Marruecos)
dejando a medias su carrera de químicas para venir a España.
Cada mañana va de la casa que comparte con otros dos compatriotas
a un invernadero en la costa almeriense. Recoge pepinos, tomates o melones,
según la temporada, durante ocho horas al día. Cobra 600
pesetas por hora y paga de su sueldo (unas 100.000 pesetas al mes) algo
más de 10.000 pesetas del seguro agrario.
Tienen vidas y trabajos diferentes, pero un punto en común: son
inmigrantes.
Los últimos estudios sociológicos realizados por el Centro
de Investigaciones Sociológicas (CIS), el Instituto Nacional de
Estadística (INE) y por colectivos de sociólogos reflejan
que hay determinados sectores económicos españoles como el
de la construcción, el agrícola, o el del servicio doméstico
y la atención a ancianos, que se abastecen de mano de obra inmigrante
y que los ciudadanos españoles son cada vez más reacios a
aceptar empleos en esos mismos sectores debido a las malas condiciones
laborales.
El pasado mes de diciembre, en los tres sectores que demandan mano de
obra con más urgencia había más de 200.000 personas
en paro y, sin embargo, quedaron sin cubrir casi 100.000 puestos de trabajo:
20.950 en construcción, 74.327 en servicios y 3.076 en la agricultura.
Así lo indican los datos del Instituto Nacional de Empleo (INEM).
Además, en el año 2000 se dieron de alta en la Seguridad
Social, según los datos ofrecidos por el ministro de Trabajo, Juan
Carlos Aparicio, 118.000 extranjeros. La pregunta es: ¿por qué
si hay paro y ofertas de empleo hay que recurrir a trabajadores extranjeros?
La respuesta no es unívoca, pero las distintas partes implicadas
en los vaivenes del mercado laboral ofrecen reflexiones complementarias.
"Existe indudablemente un fenómeno de rechazo hacia determinados
trabajos por parte de los españoles. No se plantea como una negativa
de plano, basta con encontrar inconvenientes en uno de los aspectos del
empleo ofrecido, como no querer cambiar de residencia", explica la vocal
del INEM Almudena Durán. "Es una cuestión de expectativas,
las aspiraciones laborales de los españoles son cada vez más
altas. Mucha gente que está cobrando el paro piensa que aceptar
determinadas condiciones de trabajo supone empeorar notablemente su calidad
de vida", afirma Paloma López, portavoz de inmigración de
CC OO. "Los inmigrantes hacen los trabajos que no quieren los españoles",
concluye. Y Delia Blanco, presidenta de la Comisión Española
de Ayuda al Refugiado (CEAR) y diputada socialista por Madrid, añade:
"Eso de que los inmigrantes vienen a robarnos los empleos a los españoles
es falso, hacen lo que nadie quiere hacer en peores condiciones y con la
presión de que si no tienen un empleo no pueden regularizar su situación".
En efecto, la legislación actual en la mayoría de los
casos hace depender la estabilidad jurídica de los extranjeros de
su situación laboral: el otorgamiento de permisos y renovaciones
suele estar ligado a la posesión de un empleo y/o un contrato de
trabajo. Además, la normativa incluye una cláusula de prioridad
para los trabajadores nacionales por lo que sólo se otorgan permisos
de trabajo para aquellas ocupaciones en las que la oferta de mano de obra
local es insuficiente. "Esta situación obliga a los trabajadores
inmigrantes a aceptar condiciones laborales que no acepta ningún
español, pero con ello contribuyen a precarizar el empleo y permiten
que empresarios desalmados les expriman y se enriquezcan a su costa", añade
Almudena Fontecha, responsable de inmigración de UGT.
"El alto nivel de desempleo es compatible con la demanda de mano de
obra inmigrante porque hay una fuerte economía sumergida, que supone
aproximadamente un 20% del total", comenta Susana López, responsable
federal de inmigración de IU. "Eso explica el despegue económico
del poniente de Almería o de ciertas zonas de Murcia. Se han convertido
en mercados competitivos a base de recoger el producto antes, en menos
tiempo y con mano de obra extremadamente barata y muchas veces irregular",
agrega.
Otro aspecto que contribuye a mantener el desajuste entre ofertas y
demandas de empleo, es el que destaca el colectivo de sociólogos
independientes Ioé en un estudio realizado para UGT. Parten de que
"las familias son los verdaderos agentes del mercado de trabajo español.
Las formas de inserción laboral dependen, por tanto, del lugar que
se ocupa en las redes familiares y de la situación global de las
rentas de ése grupo, que sostiene a los miembros en paro". Por otra
parte, continúan, "el mayor acceso de los autóctonos a recursos
de supervivencia distintos al salario (seguro de desempleo u otras prestaciones
sociales), les permite rechazar ofertas de trabajo que los inmigrantes
no pueden eludir por carecer de alternativas."
Las actividades que realizan los inmigrantes en España están
en función de los trabajos que se ofrecen en las distintas zonas
geográficas. Según los datos más detallados del INE,
más de la mitad de los 11.000 permisos de trabajo que se concedieron
en Andalucía en 1999 pertenecían al sector de la agricultura,
mientras que en Madrid y Cataluña, donde se registraron 27.731 y
20.783 permisos respectivamente, la mayoría eran para el sector
servicios y la construcción. En total durante el año 2000,
y tras el proceso de regularización, se concedieron en toda España
más de 125.000 permisos de trabajo a extranjeros, según el
Ministerio del Interior.
Fuentes de la patronal insisten en que el mayor problema al que se enfrentan
ahora mismo muchos empresarios españoles es la falta de mano de
obra. "La realidad es que se produce una oferta y no se cubre, y los sistemas
establecidos no responden a la urgencia que en muchos casos requieren algunas
actividades". En este sentido, el Libro Blanco publicado recientemente
por la Comisión de Ayuda al Refugiado denuncia la incompetencia
del INEM a la hora de ejercer de intermediario entre los empresarios y
los demandantes de empleo. Los últimos datos reflejan que sólo
tiene éxito en el 17% de las contrataciones en las que ejerce como
entidad intermediaria.
Eso explica, según la misma publicación, la proliferación
de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y el hecho de que las ONG actúen
en muchas ocasiones como agencias de empleo. Javier Hernández, portavoz
de la empresa Fomento de Construcciones y Contratas, afirma que se dirigieron
al INEM y a otras entidades intermediarias para conseguir a cinco albañiles
"y fue finalmente CEAR la que nos facilitó a cinco inmigrantes rumanos
con todos sus papeles en regla que han estado trabajando con nosotros hasta
febrero del año pasado sin que hayamos tenido ningún tipo
de problema".
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