La radio de los comandantes
Fidel Castro y Hugo Chávez muestran su sintonía
en el programa venezolano 'Aló, presidente'
LUDMILA VINOGRADOFF , Caracas
Castro y Chávez, ayer, en el programa
de radio Aló, presidente (Reuters).
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Fidel Castro y Hugo Chávez se encontraron ayer con la horma de sus
zapatos: el programa de la radio venezolana Aló, presidente.
Los mandatarios de Cuba y Venezuela aprovecharon el micrófono abierto
para manifestarse una gran simpatía mutua. Hubo química desde
el primer segundo, más allá de la diferencia de edad o de
historial. En un ambiente cordial, tanto Castro como Chávez trataron
de dejar claro un principio político: ninguno pretende exportar
su modelo revolucionario más allá de sus fronteras.
La cuadragésima novena edición radial del presidente venezolano
se celebró en el Campo Carabobo, situado a dos horas en automóvil
al oeste de Caracas, y contó, por primera vez, con un invitado estelar,
Fidel Castro. Esta aparición conjunta forma parte de la visita oficial
de cinco días del presidente cubano a Venezuela y que concluye hoy
con la firma del llamado Acuerdo Energético. Este compromiso, polémico
para algunos sectores del país, permitirá vender a Cuba 30.000
barriles diarios de petróleo en condiciones preferenciales.
El programa de los presidentes comenzó a las 9.45, hora local,
y terminó cuatro horas después. Ambos políticos, conocidos
por su fluidez verbal, empataron en el tiempo empleado ante el micrófono.
Otro síntoma de las buenas relaciones bilaterales fue el partido
de béisbol jugado el sábado en Barquisimeto entre dos combinados
nacionales. Allí, en el terreno deportivo, Castro le ganó
a Chávez. Los peloteros cubanos les dieron un verdadero repaso
a los venezolanos; es la segunda paliza después del partido celebrado
el año pasado en La Habana durante la cumbre iberoamericana.
La emisión de Aló, presidente tuvo una gran audiencia
potencial, pues conectaron con ella 52 emisoras de radio y la televisión
oficial de Venezuela, además de Tele Rebelde. En la emisión,
celebrada en directo, pudieron intervenir los oyentes; hubo llamadas desde
La Habana y desde Caracas. Los caraqueños centraron sus preguntas
en los problemas nacionales: justicia, empleo, vivienda y salud. A pesar
del directo, entre todos los comunicantes no hubo una sola crítica.
Un tercio de la emisión la ocuparon los presidentes. Ambos hicieron
gala de sus conocimientos de historia. Explicaron, por ejemplo, que en
el Campo Carabobo, desde donde se realizó el programa, tuvo lugar
la batalla en la que las fuerzas de Simón Bolívar sellaron
la independencia de Venezuela, el 24 de junio de 1821. La de Cuba tuvo
que esperar 60 años.
Castro reconoció sin problemas que la independencia cubana la
dirigió y organizó la "oligarquía culta" de los terratenientes,
un hecho histórico cuyo recordatorio no debió agradar a Chávez,
pues él señala a la "oligarquía" venezolana como uno
de los frenos de su revolución bolivariana. También sorprendió
Castro al dar muestras de su conocimiento de la historia de Venezuela.
Mencionó, por ejemplo, al célebre asturiano Boves el Urogallo,
quien sublevó a los pobres y esclavos e inició la lucha de
clases contra el libertador Bolívar.
Para despejar los temores estadounidenses suscitados ante su propuesta
de crear un nuevo polo de poder en América Latina, Chávez
aseguró que la unidad e integración de Latinoamérica
está centrada en buscar el desarrollo económico y social.
"No pretendo exportar el modelo de Venezuela a otras partes. Y Fidel lo
ha dicho: no se trata de que Cuba imponga su modelo a Venezuela. Respetamos
la autodeterminación y la particularidad política de cada
país. Estamos trabajando unidos para la integración. Es la
visión geopolítica de Bolívar".
Añadió Chávez que el único camino es la
unión e integración para "enfrentar con éxito el neoliberalismo
y evitar santas alianzas, como dice Fidel; buscamos un nuevo modelo
económico, social y político".
La señora Lázara, de 72 años, telefoneó
desde el centro de La Habana para preguntar por el papel de las mujeres
en la revolución bolivariana. Después de explicar Chávez
la importancia de las venezolanas en su proyecto, Castro terció
asegurando que, en Cuba, las mujeres representan el 65% de la fuerza técnica.
"En Cuba se ha eliminado el machismo; sin las cubanas, nada se puede hacer
en el país".
El mandatario cubano se prodigó todo el tiempo en loas a su anfitrión.
Reprochó a los venezolanos la tendencia a pensar que Chávez
puede resolver todos sus problemas y mencionó los millones de papelitos
que la gente humilde le hace llegar. "Chávez no es el único
alcalde del país. Hay que formar cuadros para que atiendan las necesidades
de la población".
Castro también aconsejó a Chávez reforzar su seguridad
y cuidarse de los atentados. "Tú no puedes romper la seguridad para
salir a saludar a la gente como lo haces", le dijo. A esto, Chávez
le respondió: "Pero ¿cómo no hablar con una mujer
y su bebé que tiene horas esperando por ser atendida?".
Al final, Fidel Castro insistió: "Tienes un problema que yo no
tuve ni tengo, que es el apoyo del pueblo; tú no tienes sustitutos
en este país; no puedes ser un quijote. Puedes morir hoy o mañana
y tu obra no tendrá trascendencia. Así que cuídate".
Chávez, satisfecho por el curso del programa, le respondió:
"Ahora que te conozco mejor, te aprecio más. Amor con amor se paga".
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