![]() Lunes 19 junio 2000 - Nº 1508 |
SOCIEDAD
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Los centros comerciales
se consagran los sábados como alternativa de ocio y compras
Unos 10 millones de visitantes acuden ese día a los casi 400 recintos repartidos por España CHARO NOGUEIRA, Madrid
Cada semana se registran 40 millones de visitas (una cifra casi equivalente
a la de la población española) a los centros comerciales,
espacios que suelen articularse en torno a un hipermercado, decenas de
tiendas pequeñas y varios cines. Así lo afirma la organización
que reúne a estos recintos de comercio agrupado. Puntualiza que
una cuarta parte de los visitantes elige el sábado (esa tarde suelen
cerrar las tiendas tradicionales), sobre todo desde que se limitó
la apertura dominical.
Sin embargo, el sociólogo Lorenzo Navarrete, director de varios
estudios sobre la relación entre comercio y sociedad, rebaja a "siete
u ocho millones" la cifra de asistentes sabatinos a los recintos. "Y no
todos gastan", añade. La AECC asegura que los centros comerciales
aportan ya el 1% de la riqueza que se genera en España (el producto
interior bruto ascendió a 83,4 billones de pesetas en 1999).
Este periódico intentó, sin éxito, conocer otros
datos de afluencia. El Centro de Investigaciones Sociológicas, por
ejemplo, aún no ha analizado el fenómeno, señalan
en esa entidad. Por su parte, la Asociación Nacional de Grandes
Empresas de Distribución (ANGED), que integra los grandes hipermercados
y El Corte Inglés, se limita a dar el dato de los visitantes mensuales
a sus centros: 55 millones de media. No facilita la cifra de los sábados.
Ocio y negocio
La clave del éxito de las nuevas catedrales del consumo
es la mezcla de ocio y comercio, según los expertos consultados.
"Esa frontera ya no existe, entre otras cosas porque la publicidad incita
a la compra impulsiva", afirma el presidente de la AECC, Javier García-Renedo.
Comprar se considera ya una forma de disfrutar del tiempo libre. Y hacerlo
en un edificio de tiendas permite, además, alternar el carrito con
otras formas clásicas de ocio, como ir al cine, sin salir del recinto.
La bonanza económica no es ajena al fenómeno: sólo
entre 1997 y 1999, los gastos de consumo de los hogares españoles
han crecido un 6,6%, hasta rondar los tres millones de pesetas anuales,
según el Instituto Nacional de Estadística.
José María Múgica, portavoz de la Organización
de Consumidores y Usuarios (OCU), es consciente de que ocio y compras se
han mezclado irremisiblemente. "Los centros comerciales cubren todas las
necesidades, incluso a la hora de comer, aunque sea a golpe de tarjeta",
señala Múgica. "En cualquier caso, son los ciudadanos quienes
han dado el primer paso", añade. La Unión de Consumidores
de España (UCE) comparte el diagnóstico.
García-Renedo puntualiza: "Ellos han creado la necesidad al modificar
su estilo de vida, y las empresas hemos respondido". Lo han hecho con fruición:
en 1980, cuando comenzaron a despegar los centros comerciales, había
33 en toda España. Al despuntar el año 2000, ya sumaban 386
(casi 12 veces más). La mayoría supera con creces los 4.000
metros cuadrados de extensión.
El detonante han sido los nuevos hábitos de vida, sobre todo
la instalación masiva de los ciudadanos en la periferia de las ciudades,
"el caldo de cultivo natural" de los centros comerciales, según
García-Renedo. En esos nuevos barrios de pisos o chalés adosados,
con calles amplias y a menudo vacías, los recintos ofrecen, además
de servicios, un punto de encuentro. "El papel como centros de relación
social ya no se lo quita nadie", asegura García-Renedo.
Dos modelos
Esa función también la desempeñan los centros comerciales
ubicados en el casco de las ciudades. Pero hay diferencias entre ambos
modelos. Van desde el uso del transporte privado (fórmula más
habitual de acceder a los centros comerciales del extrarradio) hasta las
repercusiones en el entorno.
"Los recintos céntricos refuerzan la trama urbana y el espacio
comercial circundante, siempre que no sean muy grandes", distingue el arquitecto
Ramón López de Lucio, profesor de Planeamiento Urbanístico.
"En cambio, los periféricos contribuyen a crear guetos, sobre todo
porque las administraciones no favorecen la mezcla de viviendas, comercio
y oficinas", añade. "Los recintos del centro se añaden a
la ciudad. Los de la periferia, la reemplazan", zanja el sociólogo
Lorenzo Navarrete.
Además de la residencia en la periferia, los expertos destacan otro factor de éxito: la creciente incorporación de la mujer al trabajo. Dispone de menos tiempo para las compras (tarea sobre todo femenina) y tiende a concentrarlas. Los centros comerciales facilitan que el deber se convierta en una actividad familiar. Según un barómetro del CIS, entre los ciudadanos que optan por hacer la compra en compañía (algo menos de la mitad), el 37,7% elige los hipermercados o las grandes superficies y el 8,8%, los grandes almacenes. Los compradores solos prefieren el pequeño comercio. CH. N, Madrid
"Los centros comerciales siempre intentan reconstruir la ciudad, pero
de manera espúrea", tercia el urbanista Ramón López
de Lucio. "Esos recintos son la nueva calle", analiza el sociólogo
Lorenzo Navarrete, "en la vía tradicional se puede pasar por delante
de un escaparate sin entrar y hay más cosas que tiendas". "El centro
comercial es un círculo cerrado de consumo: después de una
vitrina viene otra. Ni siquiera se ve el cielo", añade.
Otro modelo en auge son los "parques comerciales": agrupan a comercios especializados (bricolaje, muebles...) en edificios distintos. Los recintos dedicados sólo al ocio, a menudo próximos a centros comerciales o híper, también se consagran. Uno de ellos (Kinépolis) reúne a las tres salas más taquilleras de España. CH. N, Madrid
Por su parte, la Asociación Española de Centros Comerciales
(AECC) asegura que no queda espacio disponible en los 386 recintos existentes,
que proporcionan "cerca de 250.000 empleos directos". Albergan 22.000 comercios.
Aunque la mayoría son pequeños, el número de hipermercados
supera el centenar. Según ACNielsen, en España hay un total
de 306 híper.
La fuerte expansión ha permitido que España, con 143 metros cuadrados de superficie de ventas en centros comerciales por cada 1.000 habitantes, roce ya la media europea (155 metros cuadrados). Supera a países como Alemania (88 metros cuadrados por 1.000 habitantes) o Bélgica (60). A la cabeza se sitúan Suecia (349), Holanda (237) y Francia (232). Aunque hay 150 nuevos proyectos en marcha, AECC teme que muchos se frustren por "las trabas" de las administraciones autonómicas. CH. N, Madrid
Si los descansos gratuitos escasean en los centros comerciales, otro
tanto suele ocurrir con los relojes: no forman parte del paisaje. Enrique
García, de la Unión de Consumidores de España (UCE),
añade otras características de estos recintos: "La luz, suave
y clara, simula la del día. La música ambiental es suave,
para favorecer que las estancias sean largas". La distribución de
los comercios en el interior está perfectamente planeada. "Las tiendas
de más tirón se colocan separadas para favorecer el mayor
recorrido posible del público", afirma García. Los diseñadores
de estos centros deben crear itinerarios claros, sin espacios perdidos
y que permitan contemplar el mayor número posible de escaparates.
Estas técnicas no son nuevas: llevan décadas de vigencia
en EE UU, el país pionero de esta fórmula comercial.
La incitación al consumo en los centros comerciales preocupa
a las organizaciones de consumidores. "El principal riesgo de estos recintos
es la compra compulsiva", sostiene el portavoz de la Organización
de Consumidores y Usuarios (OCU), José María Múgica.
"Según nuestras encuestas", añade, "los clientes de las grandes
superficies compran hasta un 25% más de lo que pensaban al entrar.
Por eso conviene ir con una lista de lo que se necesita e intentar ceñirse
a ella".
"Los centros comerciales ofrecen un círculo cerrado de consumo", apunta el sociólogo Lorenzo Navarrete. "En la calle, el paseante ve más cosas que tiendas. En un centro comercial, siempre está rodeado de escaparates. Ni siquiera se suele ver el cielo", dice. |
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