El presidente Fox convoca a los mexicanos a forjar
el consenso en la nueva era
El nuevo mandatario se compromete a defender a los más pobres
y a luchar contra la corrupción
JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
El nuevo presidente de México, Vicente Fox, el político
de perfil empresarial que el pasado 2 de julio puso fin a los siete decenios
de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), juró
ayer su cargo comprometiendo su gobierno con la división de poderes,
la defensa de los más pobres, la lucha contra la corrupción,
la rendición de cuentas ante el Congreso y la demolición
de todo vestigio de autoritarismo. "Convoco a todas las fuerzas políticas
a construir sin prejuicios una relación digna, transparente y sin
servidumbres. (...) Necesitamos reconstruir el consenso", reiteró
en varias ocasiones durante su discurso.
Vicente Fox (izqda.), ayer, junto al presidente
saliente, Ernesto Zedillo (Reuters).
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El príncipe Felipe de Borbón, 19 jefes de Estado y de Gobierno
y 1.537 invitados asistieron a la investidura de un hombre de extracción
conservadora que prometió construir "una democracia genuina" después
de 71 años de régimen excluyente y presidencialista. "Tengo
las botas bien puestas", advirtió en el discurso, de contenido impecable
según la mayoría de las primeras reacciones, pronunciado
a las once de la mañana (hora local) en el Congreso, en presencia
del presidente saliente, Ernesto Zedillo. "La alternancia", advirtió,
"no va a cerrar por sí sola el proceso de transición. Invito
a todos los que tienen competencias a conducir la reforma del Estado, a
que juntos presentemos las iniciativas para un cambio sustantivo de régimen
político".
Fox, cuyas primeras palabras fueron de saludo a sus cuatro hijos adoptivos,
escuchó algunos gritos aislados de "vendepatrias" desde las filas
de la oposición, temerosa de que sus ministros económicos
abran sectores esenciales de la economía a la inversión extranjera.
Ni la Comisión Federal de Electricidad ni sus activos e instalaciones,
tranquilizó, serán privatizados. La prometida revolución
educativa, dijo, será un hecho, al igual que la descentralización
de México, en contraposición al actual "federalismo simulado".
En una democracia plural, agregó en otro momento, no caben las intransigencias,
las verdades absolutas o las visiones únicas. No habrá borrón
y cuenta nueva en los casos de corrupción más graves. "Los
grandes corruptos rendirán cuentas".
"No nos falles, Vicente", le habían dicho una hora antes varios
niños de la calle, con cien de los cuales desayunó en el
popular barrio de Tepito, castigado por los vendedores ambulantes de mercancía
de contrabando o los traficantes de droga y armas. Lucía Roano,
dirigente del grupo que organizó el acto, aplaudió la iniciativa.
"Vicente, tienes talento y dos cosas más: eres un hombre muy inteligente
y sensible". Inédito en un Estado laico, el primer acto de este
gobernante católico practicante fue acudir a la basílica
de la Virgen de Guadalupe. Tras el discurso del Congreso, compareció
ante unas 10.000 personas en el Auditorio Nacional, "Hoy México
tiene futuro", dijo. Después visitó a las Fuerzas Armadas,
y al atardecer festejó el comienzo de la histórica transición
con una masiva concentración de simpatizantes en la plaza del Zócalo.
Durante su intervención en el Auditorio, su hija Paulina se acercó
a la tribuna y le dio un crucifijo. Allí, Fox hizo jurar a sus ministros
un código ético, inexistente en otras juras.
"En esta nueva era de ejercicio democrático, el presidente propone
y el Congreso dispone", prometió, en referencia a los años
priístas, aquellos en los que el presidente de la república
y del partido proponía y disponía, estableciendo un monólogo
político. Los aplausos de los legisladores, exceptuados los que
ocupaban los escaños del PRI, acompañaron el desarrollo de
ese ofrecimiento. "Ahora, más que nunca, gobernar es dialogar. La
fuerza de la nación ya no puede venir de un solo punto de vista,
de un solo partido. Ahora, como nunca, es necesario el entendimiento, el
acuerdo y la convergencia entre los distintos actores políticos,
económicos y sociales y las diversas visiones".
El nuevo presidente de México, de 58 años, gobernador
del Estado de Guanajuato hasta el lanzamiento de su candidatura, el año
pasado, alentará una relación cimentada en las negociaciones
con los grupos parlamentarios para acordar "las reformas que eleven la
legitimidad de las instituciones públicas". Ninguno de los tres
principales partidos tiene mayoría en el Congreso. Los 19 miembros
de su Gabinete asistieron al acto de investidura, que se abrió y
cerró a los acordes del himno nacional. "¡México, México,
México!", gritaban.
La consolidación de la independencia del poder judicial, dolosamente
coligado con el poder político en anteriores administraciones, y
el respeto a los jueces, prometió Fox, tendrán en el presidente
a su mejor aliado. La reforma del Estado obliga, dijo, a la audacia para
romper paradigmas, inercias y atavismos "de una cultura política
que ha visto en el acuerdo un acto de capitulación". El origen de
muchos de los males nacionales, afirmó, está en la concentración
excesiva de poder, y la reforma del Estado habrá de garantizar un
ejercicio equilibrado del poder, la equidad en la distribución de
la riqueza y una amplia participación social en las decisiones de
gobierno.
Mano tendida a Chiapas
El nuevo Gobierno de México empezó a retirar ayer algunas
tropas de la zona controlada por los zapatistas en el Estado de Chiapas,
en un primer gesto para subrayar el deseo del presidente Fox de resolver
el conflicto.
Fox también anunció ayer el envío inmediato
al Congreso de un proyecto de ley sobre Cultura y Derechos de los Pueblos
Indígenas, el 10% de los cien millones de mexicanos, para contribuir
a la pacificación del Estado de Chiapas. El Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), sublevado en enero de 1994, había
reclamado esa iniciativa para reanudar el diálogo con el Gobierno,
interrumpido después de la firma, en 1996, de los acuerdos de San
Andrés, cuyo total cumplimiento exigen.
El proyecto de ley, que resume el espíritu de esos acuerdos,
fue redactado por una comisión integrada por las principales fuerzas
políticas. Ernesto Zedillo consideró en su día que
su traducción en enmiendas constitucionales podía dar lugar
a reclamaciones independentistas. El subcomandante Marcos despidió
el sexenio del presidente saliente calificándolo de "larga pesadilla".
Fox parece dispuesto a cambiar la situación y prestar mayor
atención a los indígenas, "con quienes tenemos una deuda
que saldar". Éstos siguen padeciendo escandalosas injusticias, según
el presidente, que ofreció trabajar sin descanso para lograr una
nueva relación.
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