Las
semillas de la coca y la guerrilla
La 'narcofinanciación'
de las FARC y la falta de sintonía con el pueblo amenazan con disgregar
este grupo revolucionario
JOSÉ
LUIS BARBERÍA, ENVIADO ESPECIAL |
Cali
Cada
uno de los 66 frentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) tiene asignada su cuota de semillas para la plantación de
coca a partir de un esquema de autosuficiencia económica. Más
aún, la principal guerrilla del país, de inspiración
marxista-leninista, que cuenta en sus filas con unos 20.000 hombres en
pie de guerra, cuatro veces más que la guerrilla del procastrista
Ejército de Liberación Nacional (ELN), procesa la coca en
tres frentes de guerra.
Los
frentes son: el de Arauca y Norte de Santander que dirige el hermano del
Mono Jojoy, el de Los Llanos Orientales, el de Guaviare y sur del país,
lo que le permite multiplicar sus ingresos. La exportan al mundo a través
de las organizaciones narcos que les pagan con dólares o con armas.
Hace
menos de un mes, la policía encontró tres contenedores repletos
de dólares supuestamente destinados a la guerrilla. ¿Cuántos
dólares caben en un contenedor?
Hay,
pues, un auténtico cartel de la guerrilla y una pregunta en el aire.
¿El proceso de degeneración de las FARC, evidente tanto en
el sufrimiento que imponen a la sociedad civil como en la indiferencia
criminal con la que encajan los 'efectos colaterales' de sus propias acciones:
45 niños y 15 mujeres embarazas asesinados en la matanza de Bujayá,
ha llegado al extremo de desnaturalizar completamente su fundamento ideológico?
Hay respuestas diferentes. Un taxista de Bogotá le dirá que
40 de los 42 millones de colombianos están convencidos de que la
metamorfosis es total. 'Son narcoguerrillas, los guerrilleros cobran más
que los policías y militares. Uribe tiene que acabar con ellos'.
Los
entendidos en la materia, sin embargo, desde expertos gubernamentales a
responsables de las ONG que trabajan en los distintos campos, pasando por
los antiguos guerrilleros reciclados en la actividad política o
las causas humanitarias, piensan que no se debe reducir a la nada el fundamento
político, demencial o no, que late todavía en ese mundo.
'Hay una degradación, sí, pero todavía pesa más
la convicción política, aunque es evidente que las bases
ideológicas han ido difuminándose. No creo que pueda decirse
sin más que son una banda de mafiosos. Lo del narcotráfico
es, hoy por hoy, todavía una relación funcional', indica
un antiguo guerrillero del EPL (Ejército Popular de Liberación)
de inspiración maoísta, grupo que abandonó la violencia
en el 84 tras la tregua pactada con el Gobierno de Virgilio Barco. 'El
componente político de las FARC ha ido debilitándose a partir
del momento en que decidieron construir un verdadero Ejército. Ya
no existe', afirma, 'el freno político que había antes. La
calidad política de la militancia es ahora muy baja porque han crecido
mucho y no se nutren ya de los cuadros urbanos universitarios del PC sino
de la gente del campo donde practican las levas de jóvenes. Necesitan
mucho dinero para mantener ese poderoso aparato militar y responder al
fuerte compromiso económico adquirido con las familias de los combatientes,
pero a su vez, tienen un nivel de deserción altísimo porque
todos los años se les van entre 400 y 600 militantes'. 'Además',
añade, 'tras la caída de la URSS están completamente
descolocados. No sintonizan con el momento político y la gente cada
vez está más hastiada de ellos. No entienden que con la desaparición
del muro de Berlín, los derechos humanos y la democracia se han
convertido en valores universales'.
Los
entendidos piensan que no se debe reducir a nada el fundamento político
de la guerrilla
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El
antiguo guerrillero ve a medio plazo en las FARC una clara tendencia a
la disgregación. 'La política de fumigación de cultivos
del Plan Colombia hace que las plantaciones sean cada vez más numerosas
pero más pequeñas. Eso y la autonomía financiera de
los frentes permite suponer que cada vez van a tener más problemas
internos. Cuando las órdenes vienen de arriba pero el dinero sale
de abajo, lo normal es que se produzca fraccionamiento', concluye.
'No
todo el secretariado (dirección) de las FARC está de acuerdo
en financiarse con la droga', afirma, a su vez, un antiguo miembro del
PC que conoce personalmente a varios dirigentes de la guerrilla. Me consta
que dirigentes de la vieja guardia como Guillermo Sáez, Comandante
Cano, Raúl Reyes y Ricardo Palmera, entre otros, son muy críticos
con la línea oficial porque consideran que servirse de la droga
es algo impúdico. Lo que pasa es que lo que se impone hoy es la
visión estrictamente militar de Mono Jojoy y sus amigos'. A su juicio,
la catalogación de las FARC y el ELN como organizaciones terroristas
o narcoterroristas no ayuda demasiado. 'Lo son, claro, pero si no les dejamos
una salida, si no les recordamos sus responsabilidades políticas,
ellos seguirán deslizándose por el camino de la lumperización
esto seguirá sin tener un final'. ¿Y cuál es la alternativa?,
le pregunto. 'A medio y largo plazo, la única salida es la legalización
de la droga', responde. 'Hay que negociar con la guerrilla pero después
de que el Estado colombiano pueda atacar eficazmente a las mafias. Uribe
tiene que combatir a todos, castigar los tres frentes del FARC que se dedican
a procesar la coca. La comunidad internacional, debería darle los
10.000 millones de dólares que necesita para hacer ese trabajo y
presionar a las FARC para que abandone la droga y los secuestros, exigirle
que respete los derechos humanos. Sin eso y sin la legalización
posterior de la droga yo no le veo el final a todo esto'.
El
presidente electo, Álvaro Uribe, se opone, sin embargo, a la legalización,
al igual que Estados Unidos. Uribe no se priva de criticar la legislación
colombiana actual que permite el consumo individual. 'La consecuencia es
que tenemos un millón de consumidores. ¿Alguien cree que
esa cifra va a disminuir si legalizamos el cultivo y el tráfico?'.
Ciertamente, Colombia carece de los recursos públicos que permite
asistir a los toxicómanos en los países europeos y en EE
UU. Como carece de recursos para hacer frente al nuevo azote que se perfila
en el horizonte: las mutilaciones por las minas anti persona que siembra
la guerrilla para marcar sus territorios. 'El número de víctimas
que provocan las minas, militares en un 60%, y el resto, civiles, sobrepasa
ya con 800 casos anuales las bajas que se producen directamente en los
combates', apunta un alto responsable gubernamental. Hay que pensar que
dentro de 10 años tendremos unos 250.000 discapacitados por efecto
de las minas y que la curación y la asistencia que precisa cada
uno de estos casos es tan costosa que se encuentra fuera de nuestras posibilidades.
Según
este alto cargo del Gobierno saliente, Colombia sólo puede maldecir
a los activistas del Ejército Republicano Irlandés (IRA)
que han enseñado a las FARC a fabricar minas suficientemente eficaces
al ridículo coste de 0,80 dólares la unidad. Le pregunto
si hay pruebas de colaboración entre ETA y las FARC o el resto de
las guerrillas y dice que lo que se sabe de la organización terrorista
vasca es que les ha adiestrado a las FARC en la falsificación de
documentos y en el manejo de los componentes electrónicos aplicados
a los explosivos. 'Las FARC', dice, 'tienen muchos combatientes, muchas
armas, mucho dinero y mucha droga, pero en esas áreas les falta
gente técnicamente capaz'. |