![]() Lunes 22 enero 2001 - Nº 1725 |
ESPAÑA
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España
negocia reservar a ecuatorianos hasta un 30% del cupo anual de inmigrantes
Quito quiere que se regularice la situación de los indocumentados antes de firmar el nuevo convenio MARCIA CEVALLOS, Quito
Para ultimar este acuerdo, que se negocia desde hace seis meses, llegará
el miércoles a Quito Enrique Fernández Miranda, a quien seguirá
el 31 de enero, ya para rubricarlo, el ministro de Interior, Jaime Mayor
Oreja.
Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores ecuatoriano explicaron
que se está negociando la posibilidad de reservar a los inmigrantes
de este país hasta un 30% del contingente de trabajadores extranjeros
que, según las mismas fuentes, se situará entre 100.000 y
120.000 anuales. Una cifra muy superior a la de 1998 y 1999, los dos últimos
años en que hubo cupo, cuando rondó los 30.000.
El diario El Comercio de Quito difundió el pasado día
11 unas declaraciones del secretario de Estado español de Extranjería
en las que cifraba en 40.000 el cupo anual para los ecuatorianos durante
los próximos cinco años.
Con el convenio bilateral, Ecuador pretende paliar los efectos de la
nueva Ley de Extranjería. "España cierra sus puertas a los
emigrantes del mundo, pero abre otras, selectivas, y una amplia y exclusiva
para los ecuatorianos", dice Leonardo Carrión, director de la oficina
de Ecuatorianos en el Extranjero del Ministerio de Exteriores. "Si no firmamos
este convenio, los ecuatorianos tendremos pocas oportunidades de trabajar
en España", advierte.
Para Ecuador, que enfrenta una crisis económica que ha obligado
a emigrar en apenas dos años a entre 300.000 y 350.000 personas,
este convenio, de gran significación "emocional", podría
encauzar la estampida migratoria, opina el diplomático.
Los emigrantes serán seleccionados por una comisión bilateral,
que analizará las solicitudes y las clasificará en función
de las demandas de los empresarios, que deberán presentar las peticiones
al Gobierno español.
"Dos factores hacen de éste un acuerdo inédito", subraya
Carrión: ésta es la primera vez que el país de origen
participa del proceso de manera directa y, además, el convenio admite
la contratación de trabajadores permanentes, aunque todos deberán
cumplir un tiempo de prueba.
El convenio no especifica un mecanismo para contratar asistentes del
hogar, actividad de gran parte del colectivo inmigrante. Por otro lado,
según Carrión, se negocia la creación de un fondo
español para financiar actividades productivas en el país
de origen.
El embajador ecuatoriano Luis Gallegos, subsecretario de Asuntos Políticos
del Ministerio de Relaciones Exteriores, admite, no obstante, que el nuevo
convenio no podrá eliminar la emigración ilegal a España.
"En el marco de la nueva Ley de Extranjería, y tras la suscripción
del convenio, la situación de un ecuatoriano sin papeles en España
se tornará muy difícil", dice. Según Gallegos, se
espera que los controles migratorios se incrementen de forma sensible.
Plenos derechos
"Buscamos un sistema de protección para que el ciudadano que
ha decidido emigrar lo haga con plenos derechos y que, a la vez, frene
el tráfico y la explotación de personas", dice Gallegos.
Pero la negociación enfrenta un problema. El Gobierno ecuatoriano
demanda que el español acceda a regularizar a los que actualmente
están indocumentados en España. "Si no encontramos un camino
para resolver el problema en su globalidad, puede ser que no nos interese
firmar el convenio", dice Gallegos. No se descarta que el cupo de 2001
sea cubierto por ecuatorianos que ya están en España, unos
150.000, según la asociación Rumiñahui.
El subsecretario considera "poco práctica" la propuesta de Fernández
Miranda de pagar el pasaje de avión de los indocumentados, para
que tramiten su visado en Quito. "Si son 40.000 los que deben regresar
para arreglar sus papeles, hablamos de 80.000 viajes", dice. Aclara, sin
embargo, que su ministerio no ha recibido la propuesta de traslado de manera
oficial. La Secretaría de Estado española de Extranjería
se negó a comentar el contenido del acuerdo con Ecuador, alegando
que aún se está negociando.
No obstante, Fernández Miranda sí hizo declaraciones a
Radio Nacional, en las que dijo que el objetivo del convenio es que los
inmigrantes vengan con contrato, como hacían los españoles
que emigraban a Europa en los 60.
Fernández Miranda será recibido en Quito con una manifestación de familiares de inmigrantes ante la sede de la Cancillería, según informó en Valencia Marcia Quizhpi, portavoz de la asociación de ecuatorianos Rumiñahui. Los ecuatorianos de Murcia temen expulsiones masivas y se plantean incluso el regreso a su país T. CONSTENLA / M. J. LÓPEZ DÍAZ,
Lorca
"Tengo más miedo del tren que viene el martes que del que mató
a mis compañeros el día 3 de enero. El tren del martes es
más grande y nos lleva a todos", dice Víctor en alusión
al accidente en el que murieron 12 de sus compatriotas. En Lorca, la comunidad
ecuatoriana vive con una mezcla de temor y desconcierto las horas previas
a la entrada en vigor de la nueva legislación. Las especulaciones
se multiplican entre los inmigrantes, que dudan entre irse a otras ciudades,
esperar en sus viviendas los acontecimientos de las primeras horas o seguir
con su vida normal.
Javier Salazar Ocampo, que cambió los estudios de Medicina por
la recolección de lechugas y brécol, ha optado por abandonar
Lorca después de cuatro meses de altibajos laborales. Su situación
es menos acuciante que la de muchos compatriotas que aún no han
liquidado la hipoteca que han dejado en su país: "A mí me
daría igual si me regresan porque no tengo deuda, pero la gente
está muy asustada, algunos se van a ir a cortijos al campo".
Algunos ecuatorianos superarán las primeras horas de la ley encerrados
en casa, aunque la situación doméstica de la mayoría
de irregulares, que se han encontrado sin trabajo desde el accidente del
3 de enero, es apremiante, como el caso de Narcisa Cuasquén: "Ya
no tenemos dinero para comprar, ahora que no ganamos, como una sola vez
al día". "Dicen que con la nueva ley, ya no podremos salir a enganchar
ni salir a caminar", añade.
La incertidumbre generada por el cambio legal también asusta
a los empresarios, que llevan dos semanas sin contratar irregulares por
miedo a ser encausados. El patrón de José Javier Enríquez,
de 19 años, le ha pedido que abandone su trabajo, y la casa que
le había cedido, durante unos días. "Toca esperar hasta el
miércoles, si me botan de aquí me iré a Italia o Israel",
dice el ecuatoriano, que se ha mudado provisionalmente al piso de unos
amigos. "Esconderse no vale de nada si le van a echar igual", espeta.
Sólo los más desesperados afrontan con cierta despreocupación
la entrada en vigor de la Ley de Extranjería. A Johny Glenn Vinueza,
de 25 años, le han ido tan mal las cosas que piensa en la repatriación
como la única salida al círculo en el que está inmerso.
Sin papeles no hay trabajo ni dinero para pagar la deuda. "Hasta ayer pensaba
seguir en España, pero uno aquí vive angustiado".
En Ecuador estudiaba tercer curso de Derecho. En Lorca se levanta a las 4.00 para preparar su almuerzo —viven tan hacinados en los pisos que establecen turnos en los hornillos de cocina—, una hora antes de salir a buscar trabajo en la plaza del Óvalo: "Si te cogen a veces te llevan tan lejos que tardas casi dos horas en llegar a la finca y regresas a las 22.00, a esa hora vuelves a cocinar y cuando te acuestas son las doce, y así todos los días por 4.000 pesetas, si no te descuentan la furgoneta". "Sería el primero en irme a la cola para coger los billetes de regreso a Ecuador", concluye.
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