¿Y
qué paso con el ántrax?
Las pistas
del FBI apuntan a un científico de EE UU como responsable del bioterrorismo
ISABEL
PIQUER |
Nueva York
Bastaron
unos miles de esporas en cuatro sobres con letra infantil para sembrar
el pánico, colapsar el funcionamiento del Gobierno y causar cinco
muertos. Estas cuatro cartas contaminadas con carbunco (ántrax)
fueron las armas del primer ataque bioterrorista jamás perpetrado
contra Estados Unidos, una operación barata, sencilla, sorprendente
e increíblemente efectiva. Después de muchas vueltas, el
FBI está convencido de que su autor es un científico estadounidense.
Pero, a falta de pistas, los investigadores sólo confían
en que alguien cercano al culpable lo denuncie ante la policía.
Las
primeras sospechas apuntaron a Al Qaeda. El vicepresidente, Dick Cheney,
aseguró que la investigación debía presuponer la responsabilidad
de Osama Bin Laden. A las pocas semanas, sin embargo, empezó a despuntar
la teoría de una operación casera, obra de un científico
solitario que tuviera muy a mano el carbunco, lo bastante como para contaminar
y enviar las cartas apenas una semana después del 11 de septiembre.
Los objetivos, entre ellos un grupo de prensa sensacionalista y dos senadores
relativamente desconocidos, parecían demasiado locales para Irak
o Rusia. La variedad del carbunco empleado, del tipo Ames, procedía
de Estados Unidos.
Cinco
meses después de la primera muerte, el FBI parece saber tanto como
al principio, es decir, poco. No ha habido nuevas amenazas, no se ha descubierto
nada sobre el responsable, el caso ha pasado a un discreto olvido. Pero
los agentes siguen investigando. Acaban de multiplicar la recompensa por
cualquier información: 2,5 millones de dólares. 'Desde que
no salimos tanto en los periódicos, nos llaman menos personas, pero
lo que nos dicen tiene más sentido. Contamos mucho con la colaboración
ciudadana', dijo una portavoz del FBI.
'La
lección más importante de los errores de la investigación
es que sabemos muy poco sobre el ántrax', comentó Richard
Betts, experto en seguridad de la Universidad de Columbia y ex miembro
de la Comisión Nacional sobre Terrorismo, 'y, si se produjera un
ataque masivo y más organizado, sin duda descubriríamos que
sabemos aún menos de lo que nos parece'.
La
semana pasada, el FBI difundió, a través de la Sociedad Americana
de Microbiología, una descripción del sospechoso. 'Es muy
posible que ustedes conozcan a la persona que mandó las cartas.
(...) Por su selección del Bacillus anthracis, creemos que
ha tenido acceso a agentes biológicos en algún momento. Parece
alguien muy organizado y meticuloso. Seguramente le gusta funcionar por
su cuenta y puede haber trabajado en laboratorios fuera del horario regular.
Ustedes pueden ayudarnos a identificarle'. Es un perfil parecido al de
Theodore Kaczynski, Unabomber, el genial profesor de matemáticas
que durante 18 años y desde su cabaña de Montana mandó
paquetes bomba por todo el país, matando a tres personas e hiriendo
a otras 28. El FBI sólo dio con él, en 1996, porque su hermano
lo denunció.
Pero
en ese perfil encajan muchas hipótesis. 'Fabricar este ántrax
exige conocimientos muy rudimentarios. Aislar la bacteria es muy sencillo,
se aprende en los seis primeros meses de microbiología. Luego hay
que convertirla en polvo, una técnica relativamente básica
en la ingeniería farmacéutica o la industria de pesticidas.
Hay que encontrar la persona que conozca estas dos áreas, y sólo
puede haber unos cientos de sospechosos', explicó Richard Ebright,
microbiólogo de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey), donde
el FBI ha llevado a cabo sus últimas pesquisas. 'Desde que pasaron
los agentes por la Universidad, hemos estado preguntándonos quién
puede ser. Quizá alguien que haya estudiado aquí y que ahora
trabaje en el sector privado'.
Abigail
Salyers, presidenta de la Sociedad Americana de Microbiología, tiene
otra teoría: 'Es un tipo de carbunco muy elaborado, no se puede
fabricar en cualquier parte, sobre todo en secreto, porque los científicos,
por naturaleza, somos muy fisgones y siempre intentamos averiguar en qué
trabajan nuestros colegas. La única explicación es que alguien
robó el carbunco de un laboratorio militar'.
Sobre
los motivos hay otras muchas ideas. Quizá el autor perdió
a alguien en los atentados, quizá tenía ya intención
de llevar a cabo sus ataques y aprovechó la confusión del
11 de septiembre; quizá esperaba forzar al Gobierno a proporcionar
más dinero para la guerra bacteriológica. Quizá pertenezca
a una milicia antigubernamental. Quizá nunca se sepa. |