El País Digital
Viernes 
2 junio 
2000 - Nº 1491
CULTURA
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La muerte de Tito Puente deja a la música latina sin su figura más legendaria 

El artista, de origen puertorriqueño, grabó más de 100 discos y ganó cinco 'grammys' 

CARLOS GALILEA, Madrid 
Tito Puente, de eterna sonrisa pícara y una nube de pelo blanco, aporreó con maestría sus timbales durante más de 50 años. El rey de la música latina, nacido en el barrio de Harlem, en Nueva York, de padres puertorriqueños, grabó más de cien discos y compartió escenarios con los grandes del jazz. Sus apasionadas interpretaciones a la percusión irradiaban sabor caribeño. Desde los años sesenta acompañó con frecuencia a Celia Cruz en sus giras por todo el mundo. Tito Puente, de 77 años, murió la noche del miércoles en Nueva York tras una operación de corazón de más de 17 horas.
 
Tito Puente y Celia Cruz, en 1990 (S. Colomero).
Más de cien discos, cerca de doscientas obras, cinco premios Grammy -el último de ellos este año por su disco Mambo Birdland-, su estrella en el Hollywood Walk of Fame y doctorados de varias universidades, convierten a Tito Puente en una figura legendaria de la música latina. Al compositor, arreglista, timbalero, vibrafonista y director de orquesta le han llamado el rey del timbal, el rey del mambo, el rey de la música latina o, simplemente, El Rey. Además de excelente músico, era un guasón. Su rostro sonriente se recordará casi tanto como sus capacidades musicales. En los conciertos se le ocurría presentar Oye cómo va como "aquella canción que compuso Carlos Santana". En realidad la escribió él muchos años antes de que el guitarrista la hiciera famosa -Santana también grabó su Para los rumberos -; o bien podía decirle con cara de póquer al periodista que se disponía a entrevistarle: "Pregúnteme usted lo que quiera salvo cómo me llamo y por qué nací".
 
 

La unión más linda
 
 

Ernesto Antonio Puente había nacido el 20 de abril de 1923 en El Barrio, de Nueva York, en una familia puertorriqueña. Se sentía muy orgulloso de sus orígenes. "Crecí en un lugar del este de Harlem donde el jazz y la música latina estaban muy relacionados. Y el matrimonio del jazz con la música latina es la unión más linda que haya existido", comentó hace justamente tres años. En el Museo de El Barrio se le tributó entonces un emotivo homenaje por sus 50 años como director de orquesta. Y se editó una caja de tres discos, 50 Years of Swing, que recogía cincuenta de sus grabaciones, desde Que no, que no, con fecha de 1946.
 
 

Aunque quería ser un bailarín como Fred Astaire, el pequeño Ernesto se dedicó a estudiar música -lo hizo en la prestigiosa Julliard- tras haberse partido un tobillo en un accidente de bicicleta. Tocó en el Palladium, la meca de la música bailable en Nueva York, y en competencia con las orquestas de Machito y Tito Rodríguez, en históricas sesiones de mambo y chachachá por las que se dejaban ver Marlon Brando y Marlene Dietrich.
 
 

Ello no le impedía pasarse por el club de jazz Birdland para improvisar junto a Dizzy Gillespie o Lionel Hampton. La historia de Tito Puente, que grabó vinilos clásicos como Cuban carnival, Puente goes jazz o Dancemania, es la de la música latina en la Gran Manzana durante el último medio siglo. Había empezado como batería en la orquesta de Noro Morales. Y a mediados de los cuarenta, tocaba el saxofón y dirigía la orquesta de un buque de la Navy, con el que se vio envuelto en varias batallas contra los japoneses. Tras dejar de servir en la Marina de Estados Unidos, montó su primer conjunto, The Picadilly Boys. Solía escabullirse con discreción cuando alguien le mencionaba el asunto, pero era generoso: en 1980 creó unas becas con el fin de ayudar a jóvenes estudiantes de música. Y un hombre de palabra. La primera vez que vino a Europa fue a ver a la Virgen de la Merced y le prometió que la visitaría cada vez que pisara el Viejo Continente: "No importa dónde esté, siempre paso por Barcelona". Celia Cruz le consideraba una de sus tres cabecitas de algodón -las otras son su marido, Pedro Knight, y Johnny Pacheco-. Con la cantante cubana compartió un gran afecto y cartel en los mejores festivales de jazz. Grabó discos con ella y con otras mujeres de rompe y rasga como La Lupe, Graciela o La India. La lista de músicos importantes que trabajaron con el maestro incluye los nombres de Cachao, Vicentico Valdés, Miguelito Valdés, Santos Colón, Rolando Laserie, Oscar D'León, Héctor Lavoe, Ray Barretto, Willie Bobo, Mongo Santamaría, Charlie Palmieri, Mario Bauzá, Patato Valdés, Stan Kenton y Count Basie.
 
 

A Tito Puente se le puede ver en el filme Los reyes del mambo tocan canciones de amor al lado de Antonio Banderas, y en Días de radio, de Woody Allen, en el papel de su viejo amigo Xavier Cugat. Se va uno de los artistas que más ha contribuido a la pujanza de lo latino en Estados Unidos. Nunca más desfilará por la Quinta Avenida en junio, en el día de Puerto Rico, ni podrá ver cumplido su sueño de ser la primera orquesta latina que toque en la Luna. Quizá logre que sea la primera en hacerlo en el cielo, mientras sonríe burlón y la arma percutiendo sus gozosos timbales. 

Adiós a un mito del Harlem hispano

ISABEL PIQUER, Nueva York 
El Harlem hispano, conocido como El Barrio, está de luto. Ayer murió su rey. A primeras horas de la mañana, la noticia de la desaparición de Tito Puente sorprendió a los habitantes del que sigue siendo el refugio de los puertorriqueños de Nueva York, el lugar donde el músico se crió y actuó en sus primeros conciertos. "Tenemos el corazón bien dolorido", comentaba ayer uno de sus colegas, el trompetista Chocolate Armenteros. Desde Buenos Aires, su compañera de tantos conciertos, la inagotable Celia Cruz, lamentó su muerte y recordó con cariño sus décadas de complicidad.
 
 

Cruz y Puente seguían actuando regularmente en Nueva York. "Era como otro mundo. Su música era muy emocionante y sus arreglos eran increíbles. Pero sobre todo recuerdo su sonrisa. La sonrisa de Tito Puente vivirá para siempre", dijo la cantante desde la capital argentina. Otro de sus más viejos colaboradores, Joe Cuba, aseguró que, sin Puente, el jazz latino no hubiera conseguido su éxito actual.
 
 

La noticia se sintió sobre todo en las calles del Harlem hispano. "La gente no ha parado de llamarme, entristecida y sorprendida por la noticia", comentaba ayer Chocolate Armenteros, uno de los amigos de la familia del músico fallecido. "Grabamos muchos discos juntos. A él le encantaba mi tierra, Cuba. Se nos ha ido tan rápido como Machito. Nadie se lo esperaba. Era un director exigente como uno tiene que ser para llegar a su categoría, le gustaba que todo estuviera muy organizado. Él era el alma de la salsa".
 
 

Tito Puente nació en la calle 117 y se crió en la 111; desde hace muchos años ya no residía en El Barrio, que sigue siendo mayoritariamente puertorriqueño. "Era todo un caballero, una persona muy asequible, pese a su éxito. Era el rey de la música caribeña", contó Ángel Santos, director del Museo de la Salsa. "Esperamos poder participar en sus funerales para rendir un último homenaje a su memoria", dijo Santos. 

Un degustador de ritmos

FIETTA JARQUE
A Tito Puente no le gustaba la salsa. El incansable percusionista siempre despreció ese término, que, según él, había contribuido a que la gente de hoy no se preocupe por distinguir los géneros y la variedad de la música latina. "La salsa es para comer, un condimento", afirmaba. "Al decir la palabra salsa no se distingue una guajira de un mambo, de un chachachá, un merengue, una cumbia o lo que sea". Comentaba, con humor, que una vez le habían pedido que interpretara una salsa argentina.
 
 

Sin embargo, su particular estilo sí que "condimentó" el jazz de los años cuarenta y cincuenta. El latin jazz sólo pudo surgir de los latidos de la música afrocubana y, según Tito Puente, ni siquiera los grandes del jazz americano fueron capaces de interpretarlo con autenticidad. "Las orquestas de jazz no pueden tocar latino bien ¡nunca!; pero las latinas sí pueden tocar jazz, y bien", decía hace un par de años en una entrevista. "No saben sacarle el sabor que le sacamos nosotros porque ellos no tienen clave, no conocen los tumbaos del bajo ni los guajiros del piano".
 
 

En la particular cocina de la música, Tito Puente fue sal y picante, pero también un gran degustador de los ingredientes esenciales de la cultura latina. 

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