M. MOORE / D. FARAH (TWP), México / Washington
Durante varios meses de este año, un teniente mexicano entrenado por la CIA dirigió la investigación antidrogas más delicada de México. Las pistas que seguía demostraban, en su opinión, los vínculos entre un poderoso capo y el gobernador del Estado de Quintana Roo, en la península de Yucatán, donde se sitúan las lujosas playas de Cancún.
El 2 de junio pasado, el teniente detuvo su coche en un semáforo en rojo en el transcurso de una operación de vigilancia nocturna. Inmediatamente se encontró rodeado por agentes de la policía local, sacado a rastras de su automóvil y torturado durante varias horas por secuaces de Ramón Alcides Magaña, conocido como El Metro, el capo más poderoso de la península de Yucatán, según fuentes policiales de México y de Estados Unidos.
Cuando la CIA y las autoridades militares mexicanas se enteraron del secuestro —que ocurrió cuando el teniente estrechaba el cerco sobre Alcides Magaña— el ministro de la Defensa de México ordenó rodear con vehículos blindados la casa de la esposa del supuesto traficante en el Distrito Federal, y amenazó con abrir fuego si Alcides Magaña no liberaba al teniente.
El militar —miembro de un grupo secreto de combate antidroga organizado y entrenado por la CIA, que se encuentra en la primera línea de fuego en la batalla contra el narco que EE UU libra en México— fue liberado. Pero la misma noche de su secuestro, según fuentes policiales mexicanas, todos los documentos que sostenían su investigación fueron robados de su oficina, incluyendo detalles explosivos sobre las acusaciones de que uno de los principales protectores de El Metro es Mario Villanueva Madrid, el gobernador del Estado de Quintana Roo en la península del Yucatán.
"Quintana Roo se ha convertido en el primer narcoestado en México", asegura un funcionario estadounidense que conoce los esfuerzos antidroga tanto de EE UU como de México en ese Estado.
El secuestro no sólo subraya el creciente dominio y descaro de los narcotraficantes mexicanos, sino también la frustración, cada vez mayor, de los investigadores en ambos países, que se quejan de que su trabajo está siendo bloqueado por varios políticos de alto rango en México.
El incidente —y las acusaciones de que el cartel más poderoso de México disfruta de la protección de un gobernador— tendrán su peso, con toda probabilidad, en la decisión que EE UU ha de tomar en los próximos meses sobre si certifica a México como un socio leal en la lucha contra el narcotráfico, según funcionarios de ambos países.
La Casa Blanca está obligada por ley a tomar esa decisión cada año. Una eventual descertificación resultaría tremendamente costosa para México en términos de prestigio internacional y de ayuda financiera de EE UU.
La península del Yucatán es una de las mayores puertas de entrada de drogas a Estados Unidos, y la mafia más poderosa de México, el cartel de Juárez ha establecido recientemente una masiva base de operaciones en Quintana Roo, conocido por los famosos hoteles de lujo de Cancún, sus playas de fina arena y sus elegantes restaurantes.
Al menos cuatro agencias antidrogas mexicanas han investigado las acusaciones de que el cartel de Juárez recibe protección en todos los niveles del Estado, desde la policía local hasta las fuerzas militares asignadas al gobernador.
Villanueva, cuyo mandato como gobernador expira en Abril, ha negado tener conexiones con los traficantes y atribuye las acusaciones en su contra a sus enemigos políticos, tanto en la oposición como en su propia formación, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El gobernador, de 50 años, está siendo investigado por la Procuraduría General de la República (PGR). Pero no se han realizado acusaciones formales ni presentado cargos contra Villanueva.
Las autoridades mexicanas también están investigando cuentas bancarias en las Islas Caimán, las Bahamas y en México, que sospechan que están bajo el control de Villanueva y que tienen conexiones con ganancias del narco, según un documento interno de la policía mexicana obtenido por The Washington Post.
"Tenemos la sensación de que un prerrequisito para obtener la certificación va a ser entregar la cabeza de Villanueva en una bandeja", asegura un funcionario mexicano.
Tanto los investigadores mexicanos como los estadounidenses se están centrando en las acusaciones de que Villanueva ha cobrado dinero por proteger el tráfico de drogas. El mes pasado, las autoridades federales desmantelaron la empresa privada encargada de la seguridad en el aeropuerto internacional de Cancún por permitir, supuestamente, el tránsito de cocaína desde América del Sur. Las mismas fuentes aseguran que tanto la policía estatal como las tropas militares asignadas a Quintana Roo permiten sistemáticamente la entrada de cargamentos de droga que llegan a sus playas en botes, a través de pistas de aterrizaje clandestinas, y por tierra desde las vecinas Belice y Guatemala.
"Todo el mundo allí está pagado y comprado", asegura un funcionario estadounidense conocedor de las operaciones en Yucatán. "La policía estatal vigila los cargamentos de drogas y los carga en camiones de productos químicos o ácidos, difíciles de detectar. Las patrullas de tráfico y los militares protegen los envíos durante su trayecto".
M. M. / D. F. (TWP)
, México / Washington
Un funcionario estadounidense explicó el siguiente incidente, sucedido pocos días antes de que el cartel de Juárez raptase en Cancún a un teniente mexicano entrenado por la CIA.
Tres agentes estadounidenses se encontraban cenando en un restaurante de Cancún cuando el jefe local del cartel de Juárez, Ramón Alcides Magaña y otros dos importantes traficantes de drogas entraron y se sentaron en la mesa de al lado.
Uno de los americanos logró salir sin ser advertido del comedor y telefoneó a su contacto en el Ejército mexicano con la esperanza de que acudiesen a detener a los capos. Se le dijo que la tropa estaba ocupada con otro caso y no podía acudir ni hacer nada, según el relato del funcionario estadounidense.
Los narcotraficantes, con sus guardaespaldas desplegados estratégicamente dentro y fuera del restaurante, acabaron su cena y se marcharon tranquilamente, explicó el agente estadounidense. "Confiscar hoteles y casas no sirve de mucho", comenta un funcionario de EE UU, en referencia a una reciente operación en la que la fiscalía federal mexicana se incautó de cuatro hoteles de cinco estrellas en Cancún y otras propiedades supuestamente pertenecientes a narcotraficantes.
"Ellos sabían donde estaban los narcos, y sabían que nosotros sabíamos que ellos sabían donde estaban los narcos, así que todo está atado y bien atado", asegura la misma fuente.
Otro funcionario estadounidense destaca: "Lo que es más preocupante es que después de que el teniente mexicano fuese liberado, la persecución de Alcides Magaña prácticamente se ha suspendido".
Alcides Magaña, un antiguo policía federal y oficial en el Ejército, comenzó su carrera en el mundo de las drogas como miembro de la seguridad de Amado Carrillo, y obtuvo el control de las operaciones del cartel en Cancún como premio tras salvar a Carrillo de un intento de asesinato en un restaurante del Distrito Federal hace unos años, según las autoridades de EE UU.
Alcides Magaña ha logrado comprar y poner a su servicio a decenas de antiguos policías y militares. Entre ellos se encuentra un antiguo fiscal federal en Quintana Roo, según las autoridades mexicanas.
Las autoridades estadounidenses aseguran que están desalentados por la impunidad con la que opera el cartel y sus dirigentes en la zona de Cancún.
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