Diputados mexicanos de izquierda reparten leche que contiene heces a cambio de votos
El escándalo salpica al PRD en su feudo del Distrito Federal, gobernado por Cárdenas
MAITE RICO,
México
El reparto de alimentos para ganar el voto, tan extendido en México, ha dejado de ser patrimonio exclusivo del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI). Varios diputados locales del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) han empleado esta misma táctica en el territorio que gobiernan, el Distrito Federal. El escándalo ha saltado en estos días, y no sólo porque el PRD haya fustigado tradicionalmente esta práctica: el regalo, leche a bajo precio, no es leche, sino un sucedáneo contaminado con heces.
Una veintena de legisladores perredistas repartían el producto en cuestión en diversos barrios populares de la capital mexicana, entre familias de bajos recursos. Los interesados debían presentar su credencial de elector, copias del acta de nacimiento de los miembros de la familia y rellenar una solicitud con el membrete de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (dominada por el PRD desde 1997, año en que también su líder histórico, Cuauhtémoc Cárdenas, ganó la jefatura del Gobierno de la capital).
A cambio se les acreditaba como beneficiarios de la Unión de Abasto Popular, vinculada al partido, lo que les daba el acceso a la económica leche Betty: 2,50 pesos el litro, la mitad del precio normal. En el envase, una simpática vaquita anunciaba que el producto era "Para la familia". En el reverso, figuraban los nombres de los diputados.
El problema surgió cuando Liconsa, la distribuidora oficial de leche a bajo precio, decidió analizar unas muestras de la competencia. El resultado superó todo lo imaginable: el producto no sólo no era leche, sino que ni siquiera cumplía los requisitos para ser un derivado lácteo: contenía proteínas vegetales (soja, quizás) y, para compensar, una variadísima colonia de bacterias coliformes, cuyo medio habitual es la materia fecal. Para colmo, los litros eran, en realidad, de 940 mililitros.
El diario La Crónica sacó el escándalo a la luz. Espantado, el presidente del PRD capitalino, Armando Quintero, desautorizó a sus diputados y envió la supuesta leche a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). El dictamen fue taxativo: "Este producto no debe ser consumido por seres humanos".
Inasequibles al desaliento, los diputados, encabezados por Martí Batres, jefe del grupo perredista en el Congreso local, defendieron su iniciativa: no estaban haciendo proselitismo, dijeron, sino "acción social" en beneficio de las clases populares. Las acusaciones, añadieron, formaban parte de una "campaña de desprestigio del salinismo" (aludiendo al ex presidente mexicano Carlos Salinas, hoy retirado en Irlanda).
En una multitudinaria conferencia de prensa celebrada el pasado jueves, los legisladores anunciaron que pensaban seguir con la distribución de los 120.000 litros semanales de ese producto, que insistían en llamar leche. En un alarde de valentía, y para solaz de los fotógrafos, se bebieron un paquete de Betty, que les supo "delicioso". Para concluir, presentaron a "una persona de la tercera edad", don Eduardo Salyiano, que había sobrevivido al consumo del líquido.
A pesar de las afirmaciones de los diputados, el "programa de abasto de leche" parece haber llegado a su fin. Las autoridades han cerrado la empresa fabricante. En la Asamblea Legislativa, toda la oposición -PRI, Partido Acción Nacional (PAN, liberal) y Partido Verde- ha solicitado que se investiguen los recursos con los que los diputados perredistas financiaban el programa.
La tormenta se ha desatado también en el seno del PRD. Varios dirigentes han deslindado al partido de los hechos, y han asegurado que todo es "responsabilidad personal" de los diputados implicados.
M.R,
México
El escándalo de la leche contaminada se ha desatado en un momento poco propicio: la cuenta atrás para las elecciones generales del año 2000 ya ha comenzado, y el Partido de la Revolución Democrática sabe que las posibilidades de que su dirigente histórico, Cuauhtémoc Cárdenas, cumpla sus deseos de llegar a la presidencia de México dependen, en buena medida, de su gestión al frente del Gobierno del Distrito Federal y de la propia imagen del partido.
Hasta ahora, la mayoría de las encuestas de opinión han suspendido a Cárdenas como regente capitalino. Es obvio que la delincuencia y la contaminación, problemas ya endémicos de la Ciudad de México, no se pueden resolver en tres años. Pero junto a ello, su Gabinete ha tenido que hacer frente a la destitución de una decena de altos funcionarios poco idóneos (desde corruptos a violadores de los derechos humanos), a las críticas de desgobierno, y a las acusaciones de clientelismo que enfrentan algunos de sus representantes locales.
El PRD está a la defensiva. Las recientes manifestaciones de maestros, que han colapsado esta urbe de 17 millones de habitantes, han sido tomadas por el Gobierno capitalino como "actos de provocación" para dañar su gestión. Lo mismo ha sucedido con la huelga y los enfrentamientos que se han registrado en días pasados en la Central de Abastos de la ciudad. Varios dirigentes del partido y algunos diputados federales se han puesto manos a la obra para rescatar la imagen de Cárdenas de la "ola de desprestigio" que han desencadenado, dicen, los medios de comunicación.
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