El País Digital
Martes
2 febrero
1999 - Nº 1005

Chávez asume hoy el poder en Venezuela con la promesa de sacar al país del "infierno"

Las pugnas en la coalición que le condujo al triunfo electoral amenazan al nuevo presidente

JUAN JESÚS AZNÁREZ / ENVIADO ESPECIAL, Caracas
El presidente saliente de Venezuela, Rafael Caldera, emocionado hasta el llanto en su despedida, pidió perdón al Congreso por los errores de su gestión y destacó que nadie hubiera podido acometerla con tanto esfuerzo y tan recta intención como él mismo. "Entrego", dijo, "un país en marcha, en democracia, pese a las maniobras para destruirla". "En marcha hacia el infierno de Dante Alighieri", reaccionó el exteniente coronel golpista Hugo Chávez, que hoy asume su puesto como nuevo jefe de Estado.


Varios soldados practican ayer una marcha
militar en la Avenida donde hoy se celebrará
la toma de posesión de Chávez (Reuters).
Chávez asalta hoy pacíficamente el palacio de Miraflores acompañándose, en funciones importantes, por oficiales que secundaron el cruento cuartelazo de 1992. Su programa es manifiestamente radical en lo político, al pretender alterar desde sus cenizas los poderes del Estado, e incierto en sus postulados económicos, aunque el comandante haya confirmado en su puesto a la ministra de Hacienda del Ejecutivo saliente para demostrar que sus intenciones no son ni golpistas ni comunistoides.

El rostro amable del comandante, sus convocatorias a la inversión nacional y extranjera, las declaraciones que atemperan el arriscamiento de campaña, inevitables porque los números y la debilidad financiera las imponen, son escrutadas aviesamente por el extremismo del Polo Patriótico, que puede transmutarse en frente desaforado si considera que el comandante ha sido absorbido, y seducido, por las fuerzas reaccionarias de siempre.

El MAS (Movimiento al Socialismo), una de las fuerza del Polo, por causas más complejas y ambiciones no atendidas, sufre ya una división entre quienes permanecen fieles al paracaidista de la boina roja, que promete el oro y el moro, y quienes, en la corriente Izquierda Democrática, marcan distancias sin soltar amarras. "Hay factores internos que pueden frustrar las expectativas de cambio", admite el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, el periodista José Vicente Rangel.

Los elementos de la eventual frustración son de variada procedencia: nacidos en el Movimiento Quinta República (MVR), fundado por Chávez, vértice del Polo Patriótico, domicilio de militares en retiro de lealtad inquebrantable al líder y de civiles que piensan por sí mismos, o consecuencia de los choques y prisas de la dirección o militancia de los grupos que completan la agrupación.

Otros obstáculos son más importantes y complicados: la caída de los precios del petróleo casi diez millones de dólares menos cada año, el encarecimiento del crédito internacional y la cuantiosa deuda externa, en torno a los 30.000 millones de dólares (4,3 billones de pesetas). Todos ellos lastrarán las intenciones reformadoras, el prometido saneamiento de la salud, la educación, la vivienda y el combate contra la delincuencia.

Como sucede en todos los relevos, los nuevos inquilinos de Miraflores también claman contra la herencia recibida y aseguran recibir un país hipotecado.

Caldera, que aplaudió el golpe de febrero de 1992 al entender sus razones y que ganó la presidencia con los votos de quienes hubieran preferido dárselos al rebelde encarcelado tras la fallida intentona, escucha ahora, y lee, terribles cargos en su contra.

El presidente que se va, de 83 años, estrenó mandato con una crisis que vapuleó el sistema bancario hasta el desvanecimiento, y en la renovación de sus depósitos, esquilmados la mayoría, se le fueron 8.000 millones de dólares (unos 1,2 billones de pesetas). Carlos Raúl Hernández, en El Universal, no tiene clemencia: "Deja destruidos el Estado, el nivel de vida, la clase media y también el empresariado, casi la banca, la educación, con el aplauso de sus acólitos, que hoy se acomodan a nuevas depredaciones".

La celebración del golpe

Hugo Chávez Frías, de 44 años, abre su mandato glorificando el alzamiento del 4 de febrero de hace siete años contra el presidente Carlos Andrés Pérez, a quien definió como corrupto, inepto y represor, exponente de un Gobierno semejante a los que le habían antecedido en los últimos cuatro decenios de alternancia partidista, heredero de los desmanes perpetrados por los dos grandes partidos tradicionales: Acción Democrática (AD), socialdemócrata, todavía con vida, y Copei, democristiano, agonizante.

La magnificación de la asonada viene dada en un cambio de fecha del desfile militar que escolta los relevos presidenciales: no se efectúa hoy, sino el jueves, nuevo aniversario de una sublevación que fue aplaudida por los empobrecidos venezolanos y entronizó la catarsis en ciernes, el triunfo chavista del pasado 6 de diciembre. "Se busca transformar a la Fuerza Armada, no en el garante de la Constitución, sino el brazo ejecutor de quien se considera ungido", advierte el analista Manuel Caballero.

Don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, Fidel Castro, 15 jefes de Estado o de Gobierno y ministros y enviados de 61 países asisten a la investidura de un presidente que hoy anunciará los fundamentos de su programa económico y gobernará una nación ávida de progreso y justicia social, más preocupado por las pugnas registradas en la variopinta coalición que le condujo al triunfo, el Polo Patriótico, que por la debilitada oposición.

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