El País Digital
Lunes
14 diciembre
1998 - Nº 955

Los puertorriqueños rechazan por tercera vez la integración plena en Estados Unidos

Todas las partes se declaran ganadoras debido al confuso diseño de la papeleta de voto

JUAN CAVESTANY / ENVIADO ESPECIAL, San Juan
Por tercera vez desde que es Estado Libre Asociado de EE UU, Puerto Rico se ha pronunciado en las urnas a favor de conservar ese estatuto. O mejor dicho, los puertorriqueños han rechazado las otras propuestas que les presentaron. El gobernador Pedro Rosselló, principal abanderado de la anexión a Estados Unidos en el referéndum de ayer, fracasó en su intento de dividir a la oposición, que se concentró en torno a la columna de la papeleta electoral titulada "ninguna de las anteriores", que acaparó el 50.3% de los votos.


Partidarios de la quinta opción
("Ninguna de las anteriores"),
celebran la victoria en el referéndum,
ayer en San Juan (Reuters).
Aníbal Acevedo Vila, el presidente del Partido Popular Democrático (PPD), que apoyaba esa columna, declaró anoche en su discurso de la victoria que "aquí hay un pueblo orgulloso de su historia y de la relación que tenemos con EE UU".

Pese a recordar a los resultados de 1967 y 1993, la derrota de la estadidad (anexión a EE UU) se vivió esta vez como una gran sorpresa en San Juan, donde esa opción había ganado terreno en las últimas semanas, y aún más en Washington, que no consideraba vinculante el plebiscito pero que parecía decidido a desatascar la cuestión puertorriqueña.

Sin embargo ahora Puerto Rico ha dicho más o menos que está bien así. Los votantes no han pedido anexionarse, como se esperaba, a pesar de que también se esperaba que Washington no hiciera caso a tal petición. Enfrentado a una papeleta desconcertante que les ofrecía ser una colonia, una libre asociación distinta a la actual, anexionarse como estado o independizarse, el pueblo dijo no, gracias, y votó por la quinta opción: "Ninguna de las anteriores". Los resultados de ayer dejan aún más incierto si cabe el futuro de la polémica puertorriqueña.

El gobernador Rosselló interpretó el resultado como una victoria para la estadidad , porque era la opción con más votos entre las que proponían un plan político. "El pueblo habló y la estadidad ganó", dijo Rosselló. "Reconozco que muchos votaron una columna que no significa nada. Pero el pueblo ha dicho que el ELA (Estado Libre Asociado) se acabó y que la estadidad es el futuro". De hecho la estadidad está en el mismo índice (en torno al 46%) que cuando perdió su segundo referéndum en 1993.

El mal menor

La balanza se inclinó a la opción cinco gracias en parte al impulso de los independentistas. Su bajo porcentaje en las encuestas previas les animó a volcarse por la quinta columna: el menor de los dos males. La causa independentista se quedó en el 2,4%, la mitad que hace cuatro años. Y las dos primeras opciones, juntas, apenas llegaron al medio punto porcentual. René Arrillaga, comisario electoral del PPD dijo que el resultado "es la respuesta adecuada a un plebiscito amañado. El PNP dirá a sus huestes que ha ganado, pero no tiene mandato para pedir la estadidad en Washington".

Desde entonces hasta ayer, las encuestas habían previsto que esta vez ganaría la anexión a EE UU. Comenzó un largo debate sobre las consecuencias económicas y culturales de la anexión total de Puerto Rico a Estados Unidos. Pero no ha servido de nada. Las cosas seguirán como hasta ahora, para desconcierto de Estados Unidos y frustración del gobernador Rosselló, que ayer sin embargo se mostraba pletórico.

Habrá que esperar la reacción oficial, si se produce, de quien aquí realmente dispone y manda -el Congreso norteamericano-, cuando Carlos Romero Barceló, el congresista puertorriqueño sin voz ni voto en Washington, presente los resultados del plebiscito.

La gran pasión de ir a votar

J.C, San Juan
A diferencia de los ciudadanos del país del cual dependen, los puertorriqueños se han tomado siempre las elecciones de manera visceral, como un evento nacional de vida o muerte. Vestidos de domingo y debatiendo sus preferencias hasta el último minuto, la gran mayoría de los puertorriqueños inscritos (2,2 millones de los 3,8 millones de habitantes) depositó ayer su papeleta en uno de los 1.700 colegios electorales.

Mientras tanto, la riada de turistas que llegaron el sábado a bordo de seis mastodónticos cruceros de Estados Unidos, hormigueaban por las calles del viejo San Juan en su mayoría inconscientes del debate interno y el momento histórico que se estaba viviendo en esta escala de sus vacaciones. Algo debieron olerse, al ver tanta cámara de televisión internacional apostada en los lugares más pintorescos de la capital.

Ya desde primera hora de la mañana, mucho antes de conocerse los primeros resultados, los partidarios de la estadidad (plena integración en Estados Unidos) celebraban su causa igual que se celebra en España la victoria de un equipo de fútbol: bloqueando el tráfico y armando grandes pitadas.

Los fanáticos viajaban sentados en la ventanilla de sus coches, ondeando sus banderas, y los transeúntes les daban la réplica indicando con la mano el número de su opción plebiscitaria. La papeleta tenía cinco opciones identificadas por la gente casi sólo por el número, debido a lo enrevesado de su planteamiento.

Familias rotas

La razón de este fervor es que, además del alto grado de manipulación política, el estatus de Puerto Rico es un tema central en la vida de los habitantes de la isla. "Hay familias que se han roto por estar sus miembros a favor o en contra de la estadidad ", asegura un vecino. La política se discute abiertamente en la calle, en los bares, especializados en los que están a favor de una u otra postura, en los paseos... La participación se convierte en un acto social.

No ir a votar se considera casi una irresponsabilidad, aunque en esta edición del referéndum se ha formado un Frente Anti Plebiscito, relativamente minoritario, que considera esta consulta "antidemocrática y ridícula".

El diario local El Nuevo Día, que no llamaba a la abstención, sí denunciaba en un artículo el sábado cómo las autoridades puertorriqueñas han aplicado muy bien la lección aprendida de los ocupantes españoles: "es el principio de las tres B: baile, botella y baraja, así el pueblo que se divierte no conspira". Ha sido imposible estos días escapar del pegadizo himno pro estadidad del Partido Nuevo Progresista (PNP) de Pedro Rosselló.

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