Los paraguayos pierden la fe en la democracia cansados del 'caso Oviedo'
Las intrigas políticas del ex militar golpista tienen paralizado el país
IÑAKI GÓMEZ,
Asunción
La lucha de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial que atraviesa Paraguay, siempre en torno a la polémica figura del ex general Lino César Oviedo, está dejando sentir sus efectos. El desencanto con el sistema democrático se hace patente. Según las últimas encuestas, menos del 6% de la población opina que ahora se vive mejor que hace diez años, en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner. La crisis económica ha venido a sumarse a la parálisis del Gobierno de Raúl Cubas.
El próximo 7 de abril se celebrará el juicio político que pretende cesar al presidente. Como telón de fondo, un país que sufre una grave crisis económica, donde el 60% de la población no termina la educación primaria, a lo que se suma un alto retroceso en materia de salud.
El país permanece en estado de hibernación a la espera de que se resuelva la crisis política. El desempleo alcanzó cotas alarmantes, un 14% de la población, las inversiones no se concretan, a lo que se unen los coletazos de la crisis brasileña, y los proyectos económicos del Gobierno no se aprueban porque tanto la Cámara de Diputados como la del Senado están concentradas en el fenómeno Oviedo, y no se discute nada más. Amplios sectores de la población están hartos de esta situación y reclaman soluciones a los problemas del país.
Desde que asumió en 1998, el presidente Cubas vive bajo la permanente figura del ex general Lino Oviedo. El 17 de agosto, dos días después de jurar su cargo, le eximió de cumplir la condena de 10 años decretada por la Corte Suprema de Justicia por intento de golpe de Estado. En diciembre, ésta declaró que la medida era inconstitucional, por lo que Oviedo debía volver a la cárcel.
Crisis institucional
Posteriormente, en febrero de este año emplazó al presidente a que en el plazo de tres días cumpliera esta orden. Respuesta de Cubas: "(...) El presidente constitucional de la República del Paraguay no se subordina al presidente de la Corte Suprema de Justicia". Esta respuesta confirmó el quiebre del Estado de Derecho.
En libertad, Oviedo ha presentado su candidatura a la dirección de la Asociación Nacional Republicana (ANR, Partido Colorado, en el poder desde hace 50 años), previstas para abril, y tiene la intención de postularse a la presidencia del país en el 2003. Estas iniciativas se han traducido en una abierta fractura entre sus seguidores y el resto del partido, agrupado en torno al vicepresidente, Luis María Argaña. El último ejemplo, la convención del pasado domingo, que culminó en una lluvia de golpes, sillas voladoras y resoluciones distintas.
Mientras, la Cámara de Diputados se dispone a juzgar al presidente por mal desempeño de sus funciones y falta de respeto a la Constitución, lo que añade leña al caos político y al ambiente de incertidumbre que vive el país.
En este contexto, Paraguay soporta una de las más difíciles situaciones de su incipiente historia democrática. Están en paro alrededor de 360.000 personas, de una población económicamente activa de dos millones. Existe un deterioro del salario, del empleo, por lo que ha aumentado la pobreza y miseria. Eso ayuda a explicar la aparición de la figura del mesiánico. Para el politólogo Carlos Martini, "Oviedo es la fiebre de un país enfermo. Un representante de un país que busca la magia ante un desastre, la búsqueda de un salvador".
I.G,
Asunción
Varios expertos coinciden en señalar que el presidente Raúl Cubas va sintiéndose cada vez más sólo en su cargo.
Por un lado, los propios seguidores del ex general Lino Oviedo, que reclaman la destitución de las ministras de Salud y Educación por no plegarse a sus exigencias de colocar determinadas personas en distintos puestos. Por otro, toda la oposición, a la que se ha sumado el sector antioviedista que ve al presidente como una marioneta en manos del ex jefe del Ejército y golpista convicto.
Además, existen varias señales de Estados Unidos, que ha mostrado, siempre de forma sutil, su preocupación por el grave deterioro político y social que vive el país.
La embajadora norteamericana, Maura Harty, no ha dejado de recalcar la importancia que reviste para Washington que en Paraguay se respeten las leyes y el marco de la legalidad vigente, en lo que muchos han interpretado como un llamamiento al presidente a que ceda en su enfrentamiento con la Corte Suprema.
A esto se une un incipiente movimiento juvenil que reclama los verdaderos ideales de una democracia.
Sin embargo, la respuesta más contundente ha llegado de la Iglesia católica. Agrupados en la Conferencia Episcopal Paraguaya, los obispos exigieron que el presidente acate la Constitución.
Para el obispo de la diócesis de San Pedro, Fernando Lugo, si no se da una salida institucional "se volverá a la ley del más fuerte, donde no habrá respeto, [y eso] sería el caos".
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