ROSA TOWNSEND, Miami
Si la emisión de Radio Martí desde Estados Unidos hacia Cuba ha perdido casi un 50% de audiencia; si el Departamento de Estado investiga alegaciones de falta de objetividad, mala administración y amiguismo; si cada vez hay más críticas en el Congreso a la cara financiación de la operación, ¿a qué se debió la visita el pasado viernes de la secretaria de Estado, Madeleine Albright, a Miami para defender a Radio y Televisión Martí, una emisora que fundó el Gobierno de EE UU en 1985 para difundir información hacia la isla?
A esa pregunta, que dominaba desde hace días el ambiente político cubano, tanto en Washington como entre el exilio de Maimi, le seguía una respuesta casi unánime de voces de todo el espectro: a apaciguar los ánimos revueltos por el anuncio de suavización del embargo a comienzos de año. Después de todo, la Casa Blanca ha lanzado a bombo y platillo un plan de acercamiento al pueblo de Cuba, con viajes directos, aumento del límite de remesas de dinero y contactos a nivel cultural y deportivo. Y la Oficina de Retrasmisiones a Cuba (OCB) es una pieza importante de esa estrategia, por lo que no son momentos para airear los problemas internos que obligarán a rehacerla; y más en época preelectoral en que los votos de un millón de cubanoamericanos serán importantes para Al Gore.
En el libro de estilo de la política norteamericana, los castigos se hacen de otra manera. La silenciosa dimisión hace dos semanas del director de la Oficina de Información de EE UU (USIA, por sus siglas en inglés), Joseph Duffey, es un buen ejemplo. Duffey era el jefe y punto de apoyo del director de la OCB, Herminio San Román, responsable directo de la pérdida de audiencia de Radio Martí en la isla, tras el giro de estilo periodístico, complaciente con el exilio de línea dura de Miami, y excluyente de grupos de la isla que antes eran tenidos en cuenta.
Eso piensan no sólo los críticos de San Román, sino también es lo que reflejó un largo estudio realizado por cuatro profesores de la Universidad Internacional de Florida, según el cual la caída en picado de audiencia es producto de los prejuicios y retórica de ultraderecha y falta de profesionalismo con que opera Radio Martí bajo el mando de San Román.
Por esos mismos días del pasado otoño, la Junta de Asesores de la OCB envió una carta al presidente Clinton pidiéndole la dimisión de San Román. Los argumentos incluían la drástica pérdida de audiencia y las quejas recibidas desde Cuba por grupos de disidentes y periodistas independientes de que sus voces habían sido acalladas en las ondas.
Una encuesta realizada por el Departamento de Estado en septiembre entre el pueblo cubano indica que Radio Martí está en su punto más bajo de audiencia desde su primera emisión en 1985 (fundada gracias al empuje del entonces líder anticastrista Jorge Mas Canosa). El sondeo, llevado a cabo sin el permiso del Gobierno cubano, dio como resultado que sólo un 9% de los cubanos escuchaban Radio Martí. Esa cifra representa una pérdida de siete puntos con respecto a otra encuesta similar hecha en noviembre de 1994.
En declaraciones al semanario The New Times de Miami, San Román descalificó la validez del sondeo por considerar que la metodología había fallado. "¿Alguien cree que si a un cubano lo paran en la calle y le preguntan si escucha Radio Martí va a decir que sí sabiendo que es ilegal?".
Albright atribuyó el declive a las interferencias de La Habana en las emisiones. "Es evidencia de que lo temen [las emisiones]". La secretaria de Estado había defendido a ultranza la función de la OCB momentos antes: "La admisnitración Clinton apoya sus esfuerzos. Lucharemos por su presupuesto, y defenderemos su misión", dijo durante su visita a Radio y TV Martí.
Con respecto a la sombra de dudas que rodea la operación y las críticas de que se está tirando el dinero respondió en perfecto español: "Tonterías". Albright se ganó las simpatías del exilio cubano en 1996 hablando español. En aquella ocasión el vocablo fue "cojones". La secretaria de Estado rompió todos los protocolos refiriéndose así a que Castro no los tuvo durante el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate por Migs cubanos.
A su salida el viernes del lúgubre edificio de Radio y TV Martí, un búnquer sin ningún tipo de identificación al borde de una autopista de Miami, un grupo de manifestantes la esperaba con pancartas y un mensaje que ella quizá entendió bien, y que elocuentemente resumía la razón que la trajo sin justificación aparente al enclave del exilio: "Señora secretaria, dígale al señor Clinton que hacen falta cojones para deshacerse de Castro".
R.T
, Miami
A pesar de la bajada de audiencia, Estados Unidos ha adjudicado un presupuesto de casi 12,7 millones de dólares a Radio Martí y 9,4 millones a TV Martí.
Esta última apenas tiene televidentes, según el estudio realizado por la Universidad Internacional de Florida el pasado septiembre. El presidente estadounidense, Bill Clinton, además prometió el día 5 de enero, al anunciar la suavización del embargo contra Cuba, que buscaría más fondos adicionales para reforzar las trasmisiones.
Para solidificar su compromiso, designó a un sustituto para la vacante que quedó en la Junta de Asesores con la muerte del líder del exilio cubano, Jorga Mas Canosa, en 1997.
El nombramiento de José Collado, un carpintero de Miami prácticamente desconocido pero elogiado por su honestidad tras el anuncio presidencial, tendrá que ser confirmado por el Congreso. La función de la Junta de Asesores es supervisar la cualidad técnica y el contenido de Radio y TV Martí, este último cada vez más criticado.
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