![]() Miércoles 29 septiembre 1999 - Nº 1244 |
INTERNACIONAL
![]() |
||||||||
Los generales escuchan el horror Cuatro jefes militares chilenos, obligados a afrontar ante la Mesa del Diálogo los crímenes de la dictadura FRANCESC RELEA , Santiago
Los cuatro jefes militares escuchaban impertérritos. Por primera
vez desde el golpe de 1973, tres generales, Juan Carlos Salgado (Ejército),
José Ignacio Concha (Fuerza Aérea) y José R. Ríos
(Carabineros), y el contralmirante Alex Waghorn (Marina) escuchaban en
vivo y en directo gravísimas acusaciones contra las instituciones
que representan por su actuación durante el régimen militar.
Con la intervención de Garretón concluyó el pasado
viernes la primera ronda de la Mesa de Diálogo, en la que se sientan
frente a frente quienes hablan en nombre de las víctimas y de los
victimarios de la represión y de diversos sectores de la sociedad
civil chilena.
Había enorme expectación ante la intervención del
abogado. Nunca unos generales habían escuchado cara a cara semejante
denuncia de la planificación de la represión a gran escala,
incluyendo tanto a militares como a civiles. "La institucionalidad y la
sistematicidad de las violaciones de los derechos humanos ocurridas entre
el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1990 están siendo
objeto de controversia en esta mesa, pues se sostiene que se trató
de abusos particulares, que, además, estaban al margen del conocimiento
de quien ejercía como jefe del Estado", empezó Garretón.
"El carácter institucional lo prueba el desarrollo de un caso
tipo de desaparición de personas. Una ley dictada por el Poder Legislativo
(Junta de Gobierno) crea la DINA o la CNI, y la exime de toda rendición
de cuentas de su acción, salvo ante el ministro de Defensa o del
Interior, y la dota de un presupuesto aprobado por una ley.
El ministro del Interior -civil o militar- dispone (regularmente, mediante
decreto, o irregularmente, autorizando al jefe del servicio) detener y
llevar al detenido a un recinto clandestino de detención y tortura.
El recinto mismo es secreto y el ministro del Interior -civil a veces,
militar otras- niega su existencia o declara que no puede indicar el lugar
por las consabidas "razones de seguridad". Para satisfacer al coronel,
la Corte Suprema instruyó a las Cortes de Apelaciones de abstenerse
de consultarle sobre detenidos en los recursos de amparo, con expresa violación
del artículo 307 del Código de Procedimiento Penal.
Los jueces cierran los ojos. La prensa autorizada no informa del arresto
y, más complicidad aún, sostiene que el familiar que presentó
el recurso de amparo es un marxista que actúa para desprestigiar
al Gobierno militar. La persona es torturada, y los jueces otra vez cierran
los ojos. Por otra parte, el decreto de arresto firmado por el ministro
del Interior es "exento de toma de razón", pues, a juicio del contralor,
la libertad de una persona se refiere a una materia "no esencial", como
licencias y feriados.
La persona muere por efectos de la tortura, el cuerpo desaparece. El
ministro del Interior sostiene que nunca la persona estuvo detenida; la
prensa dice que todo es un invento; el embajador falsifica documentos para
decir que la persona simplemente nunca existió; el juez dice que
cumplió la ley. De la víctima, nunca más se supo.
Pero es un "presunto" desaparecido.
El legislador, los jueces, el ministro, los aprehensores, los torturadores,
los periodistas, ¿sólo cometieron un abuso particular, o
más bien eran parte de un "sistema" que operaba en la forma descrita?
Convendría agregar, además, que el sistema de desaparición
de personas no sólo operó durante la DINA: los últimos
cinco casos ocurrieron en 1987, y con la misma ritualidad.
Entre el 9 y el 10 de septiembre de 1987, José Julián
Peña, Manuel Jesús Sepúlveda, Alejandro Alberto Pinochet,
Julio Orlando Muñoz y Gonzalvo Iván Fuenzalida, militantes
del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fueron detenidos
por agentes de la CNI, según está confirmado en el Informe
Rettig, en respuesta al secuestro del coronel Carlos Carreño.
Las informaciones en poder de las organizaciones de derechos humanos
señalan que después de 15 días de detención
y de ser torturados, los cinco fueron drogados y arrojados al mar desde
un helicóptero al norte de Valparaíso.
En nombre de la patria
"Respecto del carácter sistemático de los atentados a
los derechos fundamentales", añade la intervención de Roberto
Garretón, "importa destacar el secreto que, impuesto desde la jefatura
del Estado, rodeó toda la actividad de ese Estado. En Chile había
leyes secretas; policía secreta; presupuestos con partidas secretas;
cárceles secretas, vehículos sin placa, órdenes secretas,
funcionarios secretos, tratados secretos, organismos secretos; juicios
secretos, testigos secretos, documentos protegidos bajo el pretexto de
secreto militar, etcétera".
No ha trascendido, hasta ahora, ninguna reacción del estamento castrense al texto que leyó Garretón, titulado Un diálogo para la verdad y la justicia, que el abogado encabezó con la siguiente cita de Winston Churchill: "Los mayores crímenes de la humanidad se han cometido en nombre de la patria". F.R , Santiago
Luego vino un exhaustivo repaso de la acción represiva de la
dictadura, con alusiones a los distintos periodos. Por ejemplo, "los bandos
decretados en la primera hora, que constituyeron impactantes llamados a
la delación y a la venganza contra todo aquel que hubiese tenido
vinculación con el Gobierno de la Unidad Popular, no pueden considerarse
excesos individuales".
El Bando número 30 de la Provincia de Cautín dispuso que
"cualquier acción de resistencia de parte de grupos extremistas
obliga a las Fuerzas Armadas a adoptar las más drásticas
sanciones, no sólo respecto de los agresores, sino que también
en contra de quienes permanecen detenidos o sometidos a arresto domiciliario
o vigilancia", agregando que "por cada inocente que caiga serán
ajusticiados 10 elementos marxistas indeseables, de inmediato y con arreglo
a las disposiciones del Código de Justicia Militar en Tiempo de
Guerra" (Hernán Ramírez, coronel, intendente de Cautín).
Este bando sólo reconoce precedentes -en el siglo XX- en la Alemania
nazi, en el caso de las Fosas Adreatinas de Roma, en 1944.
Frente a los tres generales y el contralmirante, el abogado prosiguió: "Un delito es un delito en cualquier contexto, o no es delito. A mi juicio, y en general es la opinión del mundo entero a fines del siglo XX, los crímenes de lesa humanidad no pueden quedar impunes". Y concluyó: "Como dijera Kofi Annan el 10 de diciembre de 1998, recordando las miles de víctimas de crímenes contra la humanidad, 'en la hora de la mundialización, esperamos que se mundialice la justicia". |
© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid |