El País Digital
Martes
29 junio
1999 - Nº 1152

Una investigación culpa a un reducido grupo de militares de la matanza de Tlatelolco

La orden partió del jefe militar del presidente mexicano Díaz Ordaz, según un nuevo libro

JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
La matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco no fue obra de la cúpula del Ejército mexicano, ni una provocación estudiantil, sino una acción deliberada de un grupo de diez oficiales, armados con metralletas, dirigido por el general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, según sostiene un libro de Julio Scherer y Carlos Monsiváis recién publicado. Los oficiales se colocaron en diferentes puntos de la Plaza de las Tres Culturas con la instrucción precisa de abrir fuego contra la multitud allí reunida.

Estudiantes arrestados en Tlatelolco, el 3 de
octubre de 1968, tras la matanza de la noche
anterior (Ap).
Esta versión de la matanza, según el libro Parte de Guerra. Tlatelolco 1968, publicado por la editorial Aguilar, corresponde al general Marcelino García Barragán, combatiente en la Revolución mexicana (1910), donde alcanzó el grado de capitán, ministro de Defensa durante el movimiento estudiantil de 1968 y por tanto jefe del Ejército.

Las principales culpas habían sido atribuidas al Batallón Olimpia del arma. En la documentación del archivo militar constan las respuestas dadas por el tigre Marcelino a propósito de la barrida a tiros de la plaza, uno de los hechos más trágicos de la historia nacional. "Esos terroristas eran oficiales del Estado Mayor Presidencial que recibieron entrenamiento para este tipo de acto, concebidos y entrenados por el entonces jefe del Estado Mayor Presidencial".

Hasta ahora, las responsabilidades de aquellos hechos, durante los cuales murieron varios cientos de personas según cálculos no oficiales, habían quedado ocultas en declaraciones exculpatorias de sus principales protagonistas: desde el presidente, Díaz Ordaz, o el secretario de Gobernación (ministro del Interior) y luego presidente, Luis Echeverría, hasta los diferentes mandos policiales y castrenses.

Barragán, de acuerdo con los informes obtenidos, declaró en su informe que dio órdenes a las tropas de "actuar con suma prudencia al entrar en contacto con las masas. Si el ataque es con piedras, varillas o bombas mólotov, buscar el combate cuerpo a cuerpo sin emplear la bayoneta". "Aunque haya disparos por parte de los estudiantes", agregaba, "no se hará fuego hasta no tener cinco bajas causadas por bala. Si atacaran con fuego aislado y sin consecuencias, contestar al aire solamente. Si la situación lo requiriera, contestar como sea necesario". Como responsable máximo del Ejército, García Barragan fue durante mucho tiempo uno de los principales sospechosos de estar al tanto de la matanza que se planificaba, por lo que tampoco cabe descartar que esta alegación posterior de que pidió "prudencia" sea un intento de apartar de sí el juicio de la historia.

Javier García Paniagua recibió una carta de su padre, el general Barragán, el hombre cuyo testimonio aporta un dato trascendental para entender mejor un episodio sobresaliente en la historia de México. En la carta, explica las cosas. "El general Luis Gutiérrez Oropeza mandó apostar, en los diferentes sitios que daban a la plaza de las Tres Culturas, a diez oficiales armados con metralletas con órdenes de disparar sobre la multitud allí reunida".

"Todos [los oficiales de las metralletas] pudieron salirse de sus escondites menos un teniente que fue hecho prisionero por el general Mazón Pineda, quien me informó por teléfono de esto que te estoy relatando". "Eso mismo me lo confirmó el general Oropeza", agrega Barragán en la misiva.

Oropeza negó ayer todo: "Yo no tenía nada que ver con los líos del 2 de octubre", dijo el militar retirado, y desmintió haber enviado francotiradores militares a Tlatelolco.

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