El País Digital
Martes
11 mayo
1999 - Nº 1103

Los expertos creen que Estados Unidos tiene miedo a la expansión del español

Un simposio reúne en Madrid a profesores, críticos y escritores hispanos

MIGUEL ÁNGEL VILLENA, Madrid
Estados Unidos ya es el tercer país del mundo por número de hispanohablantes, sólo por detrás de México y de España, mientras Los Ángeles se ha convertido en la segunda ciudad donde más se habla castellano, tras la capital mexicana. Estas elocuentes cifras fueron algunos de los datos barajados ayer en la apertura del simposio La literatura hispana en Estados Unidos, que se celebra en Casa de América. Los coordinadores del simposio, Frances Aparicio y Alejandro Manara, resaltaron que Estados Unidos tiene miedo a la expansión del español.


De izqda a dcha, Manara, Lanzas, Ramírez de
Haro y Aparicio, ayer en Madrid (R. Gutiérrez).
"Las clases dirigentes de Estados Unidos manifiestan una cierta fobia al español", sentenció Frances Aparicio, puertorriqueña y profesora de la Universidad de Michigan. Entretanto, el argentino Alejandro Manara, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, defendió la "hibridez" de la cultura hispana en Estados Unidos y comentó: "La fuerza de la cultura y de la lengua en español resulta imparable en Estados Unidos. Dentro de medio siglo, la mitad de la población estadounidense estará integrada por hispanos".

Sin embargo, la mayoría de autores de origen hispano escriben en inglés sus obras. Aparicio atribuyó este fenómeno a la diglosia (situación de bilingüismo donde una de las lenguas goza de más privilegios sociales y políticos que la otra) y afirmó: "Entre los hispanos de segunda o tercera generación, el español queda reducido en muchas ocasiones a un idioma de ámbito doméstico, mientras que el inglés figura como la lengua de conocimiento y de expresión pública". A pesar de la presencia de 25 millones de habitantes de origen hispano entre su población, los políticos norteamericanos ven con recelo y animadversión una opción de bilingüismo, como la que se plantea en Canadá entre anglófonos y francófonos.

Marginalidad

La profesora Aparicio calificó de "parcial marginalidad" la situación de muchos hispanos, tanto en Estados Unidos como en sus países de origen. "Reclamamos", dijo, "un espacio cultural en Estados Unidos sin renunciar a nuestra identidad en la música, en el cine, en los medios de comunicación o en la literatura". Tanto Frances Aparicio como Alejandro Manara pidieron a las autoridades españolas que reconozcan a los hispanos como "parte del mundo en español". En todos los debates sobre cultura hispana en Estados Unidos se pone de relieve la extracción social humilde de la mayoría de inmigrantes y sus dificultades para abrirse paso en la competitiva sociedad norteamericana. De ahí que el auditorio de Casa de América acogiera ayer con risas el matiz de Manara de que "hay 25 millones de emigrantes legales e incontables ilegales".

El recién nombrado director general del Libro, Fernando Luis de Lanzas, hizo especial hincapié en el interés del Gobierno por la expansión del español en EE UU y lo centró en tres motivos. "Estados Unidos", dijo, "aparece como el tercer país por número de hispanohablantes, el 60% de los estudiantes de enseñanza secundaria elige el español como segundo idioma y el castellano tiene cada día una presencia mayor como lengua de negocios".

En la balanza negativa, Lanzas citó que un tercio de las familias de procedencia hispana no utiliza ya el español, así como la reducción de las páginas en Internet escritas en castellano, una tendencia que ya han observado los especialistas. Los nuevos tipos de comunicaciones también han favorecido la extensión del llamado spanglish, una suerte de lengua mixta que cada vez emplean más hispanos y cuya presencia aumenta, día a día, en el mundo de la informática e incluso en las ediciones literarias. De cualquier modo, el director general del Libro concluyó: "Se harán todos los esfuerzos necesarios para que el español no sólo sea una lengua de inmigración, sino también de cultura".

Durante la apertura del simposio, el medio centenar de participantes -entre profesores universitarios, críticos literarios y autores de diversos géneros- subrayó las diferencias entre los distintos grupos de hispanos. Esta población agrupa básicamente a los chicanos (mexicanos) que viven en California, Tejas y otros Estados del sur; los puertorriqueños, concentrados sobre todo en Nueva York y sus alrededores, y, por último, los cubanos residentes en Miami.

Economía y política

Mientras las emigraciones mexicana y puertorriqueña responden fundamentalmente a razones económicas, la notable presencia cubana en Miami obedeció, en un principio, a la salida de miles de exiliados de Cuba tras el triunfo de la revolución castrista, en 1959. Pero, en los últimos años, otros flujos migratorios, como los de dominicanos, centroamericanos, argentinos y chilenos, han venido a sumarse a los tres grupos de hispanos más antiguos.

Tras la sesión de apertura, el poeta puertorriqueño Víctor Hernández Cruz; la crítica Susana Oboler, de la Universidad de Brown; el escritor neoyorquino Ángel Losada y la también crítica Josianna Arroyo, de la Universidad de Michigan, rompieron el fuego de los debates con una mesa redonda titulada Migración, identidad cultural y sexualidad en la literatura puertorriqueña, acá y allá. Dentro del recorrido por los distintos grupos de hispanos, hoy se celebrarán debates sobre Las fronteras de género en la literatura chicana y acerca de Escribir en cubano, soñar en inglés, un título muy ilustrativo sobre las contradicciones que viven los autores hispanos de segunda y tercera generación que habitan en Estados Unidos .

Blancos, anglosajones, protestantes
Más del 90% de los puertorriqueños prefiere el español al inglés, un congreso de literatura chicana pidió en 1996 la educación bilingüe en Estados Unidos y la comunidad hispana mostró su disgusto por el resultado de un referéndum en California que consagró un sistema de enseñanza exclusivamente en inglés. Son tres manifestaciones recientes que revelan bien a las claras el estado de ánimo de los hispanos.

La puertorriqueña Frances Aparicio lamentó ayer en Casa de América que el imaginario colectivo de Norteamérica todavía se reduzca al wasp, iniciales inglesas de blanco, anglosajón y protestante. "Los 25 millones de hispanos en Estados Unidos tenemos derecho a formar parte del imaginario de un país que también es el nuestro". No menos contundente se mostró Alejandro Manara cuando señaló que el promotor de un grupo de presión en Washington llamado English Only es precisamente un ciudadano de origen chileno. "Se trata, sin duda, de un converso", apostilló.

Lo que parece evidente es que la mayoría de las élites norteamericanas huye como de la peste del modelo de Canadá, donde los conflictos entre anglófonos y francófonos siempre se trasladan a la política. Este temor adquirió protagonismo durante el referéndum en el que Puerto Rico debía decidir su integración como 51º Estado de la Unión. Los puertorriqueños rechazaron en diciembre su integración, lo que hubiera supuesto la existencia de un Estado hispanohablante.



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