Un militar chileno revela que el piloto de Pinochet arrojó al mar a detenidos
El coronel retirado Olagier Benavente recibió las confidencias del propio capitán Palomo
MANUEL DÉLANO,
Santiago
Por primera vez, un ex alto oficial del Ejército ha confirmado que el método usado en Chile para deshacerse de una parte de los cerca de 1.100 detenidos desaparecidos durante la dictadura militar del general Augusto Pinochet (1973-1990) fue arrojarlos vivos desde helicópteros al mar y a la cordillera. El coronel retirado Olagier Benavente relató que el piloto de aviación favorito del ahora senador vitalicio, el capitán Antonio Palomo Contreras, le contó que participó en estas misiones para eliminar a prisioneros políticos izquierdistas.
Benavente, de 70 años, que en los primeros momentos de la dictadura fue intendente de Talca, 250 kilómetros al sur de Santiago, dice que decidió contar lo que sabía. "No tengo nada que ocultar", aseguró. De este modo, rompía el pacto tácito de silencio de los militares sobre la represión posterior al golpe de Estado de septiembre de 1973, que derrocó al presidente socialista Salvador Allende.
Afirmó estar dispuesto a ser sometido a un careo judicial con el piloto Palomo, en entrevistas publicadas ayer por los diarios La Nación y La Tercera. El capitán Palomo, del Comando Aéreo del Ejército con base en el aeródromo de Tobalaba, en la capital, y hoy retirado del Ejército, fue uno de los pilotos de los helicópteros de la llamada Caravana de la Muerte , que asesinó a 72 prisioneros políticos en diferentes ciudades del país en octubre de 1973.
"Era regalón [mimado] de Pinochet, era piloto del general, al punto que no era muy querido por algunos generales, porque Pinochet le daba misiones especiales, de las que nadie más que ellos dos sabían", relata Benavente.
Palomo Contreras le contaba "todas las fechorías", dice el coronel. Entre ellas, que le encargaban la misión de hacer desaparecer los cuerpos de los detenidos. Algunos de ellos procedían del regimiento de Tacna, "y desde allí desaparecían y los liquidaban".
Sin nombres de víctimas
Asegura que el piloto no le dio ningún nombre de las víctimas y que sólo le contó "que tuvo la misión de lanzarlos al mar, no sé si amarrados o qué (...) yo supongo que los tiraban con alguna piedra". Cree Benavente que los arrojaban "vivos no más, pues". El coronel afirma que el piloto de Pinochet le relató esto porque él fue su superior y eran vecinos en sus casas de descanso.
Aunque Palomo no le contó en qué sector del océano Pacífico fueron lanzados los detenidos, el coronel Olagier Benavente dice: "Voy a ser un poco infidente para decir que algunos de estos cuerpos fueron tirados en la cordillera... en las altas cumbres". "Seguramente vivos", añade. Según el coronel, las órdenes eran impartidas por un comando del Estado Mayor que decidía el destino de los prisioneros.
Benavente sostiene que no hay cuerpos de detenidos desaparecidos enterrados en los regimientos, aunque sí en terrenos militares del Ejército, en Santiago. "Hay que decir dónde están los desaparecidos, aunque están muy repartidos. Hay lugares donde el Ejército no autoriza a meterse". Explica también que los que saben dónde están los cuerpos, especialmente los ex integrantes del Comando Aéreo del Ejército, no hablan "por miedo a meterse en problemas... los que saben van a morir con el secreto".
Benavente dice que no hay un juramento al respecto "pero es que resulta que a todos no los mataron juntos y tampoco al mismo tiempo. Están muy repartidos". Aunque este coronel no tuvo una participación muy destacada en la dictadura, en octubre de 1973 fue nombrado intendente de Talca por el general Sergio Arellano Stark, el jefe de la Caravana de la Muerte, hoy procesado y detenido por los crímenes de esta comitiva. La instrucción de Arellano era infundir miedo a los militares blandos con los detenidos izquierdistas. Justamente, el coronel que ayer rompió el silencio fue nombrado en reemplazo de otro militar, el teniente coronel Efraín Jaña. "Con lo actuado por Arellano entendimos que la cosa iba en serio", recuerda Benavente.
Condenar al ex dictador
El militar sostiene que el juez Juan Guzmán, quen investiga las más de 20 querellas criminales presentadas en Chile contra el ex dictador, debe procesar y condenar al general Augusto Pinochet "porque sabiendo lo que estaba pasando con Arellano, permitió que siguiera actuando. Es muy difícil encontrar a un mayor, coronel o general que no sepa que Pinochet hizo fechorías".
A este coronel le correspondió presidir el consejo de guerra que ordenó el fusilamiento del ex intendente de esa ciudad Germán Castro. Haber dado la orden de muerte fue "difícil... pero en ese momento era muy jodido", recuerda ahora.
Hace una semana, parlamentarios de la coalición de Gobierno dieron a conocer en Chile la investigación La industria de la muerte y la desaparición, que recoge datos sobre los destinos de los desaparecidos y el proceso y los códigos que marcaron la represión.
El Ejército empieza a dar datos sobre la represión
M.D,
Santiago
Aunque ex agentes de los aparatos represivos de la dictadura han relatado en el pasado los métodos empleados para hacer desaparecer a los detenidos, el coronel Olagier Benavente es el primer oficial de alto rango que lo hace. Poco a poco, el tema ha dejado de ser tabú en la sociedad chilena. Anteayer, tras reunirse con el nuevo ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, el jefe de la Armada, el almirante Jorge Arancibia, afirmó que las personas que saben dónde se encuentran los detenidos desaparecidos están identificadas en los procesos por violaciones a los derechos humanos. "El flujo de esta información está en poder de la justicia", admitió.
Un estudio realizado por ex prisioneros políticos sobre el destino de los desaparecidos a manos de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), entre 1974 y 1977, entregó una lista de 45 ex agentes, todos ellos hoy retirados de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas y de la policía, que tienen información sobre el paradero de las víctimas. El informe fue entregado al jefe del Ejército, el general Ricardo Izurieta, quien hasta ahora no ha reconocido la existencia de los desaparecidos. Se calcula que unas 400 personas fueron tragadas por la DINA.
Un ex agente, Samuel Fuenzalida, contó que el método era abrirles el abdomen y arrojarlos al mar. Les colgaban un escapulario en el cuello, un peso para que no flotaran, según relató otro ex agente, Emilio Iribarren. En los campos de reclusión de la DINA, a los que iban a dar al mar se les identificaba con el destino moneda , y para los que iban a ser enterrados clandestinamente, la clave era Puerto Montt . Uno de estos lugares, que también sirvió de campo de concentración, era la Colonia Dignidad, situado 400 kilómetros al sur de Santiago, según determinó el estudio. Su jefe, Paul Schäffer, está hoy prófugo de la justicia, acusado de violaciones de los derechos humanos.
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