El País Digital
Jueves
20 mayo
1999 - Nº 1112

Los mexicanos de California exigen a Zedillo poder votar en las presidenciales del 2000

Temor de los movimientos nacionalistas de EE UU al posible "expansionismo" de México

JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
Definitivamente, el último viaje oficial del presidente mexicano, Ernesto Zedillo, es singular y trascendente, porque visita California, un Estado que perteneció en parte a la Corona española, fue arrebatado por las armas a México en el siglo XIX, y en él prosperan, malviven o protestan siete millones de emigrantes mexicanos, compatriotas que le reclaman a su presidente mayores intercambios económicos, poder votar en las elecciones presidenciales del 2000, protección ante los abusos de los empleadores estadounidenses o una solución negociada al problema de Chiapas.

Inmigrantes pidiendo a Zedillo el derecho
a votar (Reuters).
Ernesto Zedillo, en un viaje de duración sin precedentes, cuatro días, fue especialmente distinguido y pronunció un discurso en el Congreso del Estado más rico de EE UU, un territorio donde la población latina alcanza el 30%de su población total, y donde la cultura de origen mexicano confluye desde hace generaciones con la norteamericana, y con ella choca frecuentemente. Zedillo visitó un Estado, la octava potencia mundial en términos macroeconómicos, donde el activismo nacionalista sospecha que, con la visita de su presidente, México pretende ampliar su influencia en tierras que fueron propias.

El grupo Ciudadanos Unidos, dirigido por Glen Spencer, se pronunció ruidosamente contra el "expansionismo mexicano".

Manifestaciones airadas

El presidente, a quien varias airadas manifestaciones en Sacramento, San Francisco o Los Ángeles le imputaron agravios pasados y presentes, prometió mayor atención a los braceros que cruzaron la frontera huyendo de la pobreza, y se reunió con empresarios y con los delegados de las ciudades que agrupan la mayor comunidad mexicana después de Ciudad de México: urbes con familias felices, resentidas o nostálgicas, padres aferrados a México e hijos agringados, residencia de descendientes de los mexicanos despojados por la invasión del siglo XIX, o refugio de aquellos empujados hacia los peores tajos del norte por los fracasos políticos o económicos de los sucesivos Gobiernos mexicanos.

Las diferentes reacciones a la visita presidencial, más visibles aquellas que protestaban en las calles o a las puertas de las convenciones donde Zedillo hablaba de la modernización nacional, ilustran sobre los sentimientos y cambios de mentalidad. "Es como si viéramos a un familiar ausente durante mucho tiempo", declaraba un californiano de origen azteca. "Dejé atrás hambre, y desempleo. No tenía para comer", explicaba otro. Los más moderados pedían estrechar relaciones, no perder los vínculos patrios y familiares.

Pero la militancia política mexicana en California reclama el derecho a votar en las presidenciales del 2000. No será fácil que lo logre. El Gobierno de Zedillo, entre otras razones, aduce problemas logísticos, de infraestructura, las dificultades de procesamiento de los millones de votos nuevos. Las razones de fondo parecen ser otras. La mayoría de los inmigrantes votarían por la oposición, por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y esa masiva entrada de votos hostiles en las urnas podría desequilibrar negativamente el caudal de sufragios priístas.

Zedillo, en su discurso ante el Congreso, se refería conciliador a la quinta columna mexicana en Estados Unidos, a los nacionales orgullosos de su origen pero leales al país en el que viven. "Continuarán estudiando, luchando, y lo harán como buenos americanos".

Labastida parte como candidato favorito del PRI

J.J.A., México
El secretario de Gobernación mexicano, Francisco Labastida, parte como clarísimo favorito en la campaña interna por la nominación del candidato del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI) que competirá en las elecciones presidenciales del 2000, y es probable que varios de los precandidatos ahora interesados en la nominación renuncien a su favor.

El primero en tomar ese camino fue el ministro de Desarrollo Social, Esteban Moctezuma Barragán, quien señaló ayer que su decisión de retirarse de la lucha por la candidatura del PRI obedece a que en el proceso ya hay un candidato que representa sus valores, en referencia a su colega de Gobernación.

Francisco Labastida, de 57 años, que fue gobernador de Sinaloa, secretario de Agricultura y embajador en Portugal, es considerado el candidato del sistema, y debe desbancar a cinco aspirantes de sus propio partido para ser proclamado el aspirante oficial.

El mejor situado en las encuestas, en el grupo que disputa la nominación, es Roberto Madrazo, gobernador de Tabasco, a quien supuestamente apoyan el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y el poderoso operador político Carlos Hank González. Los analistas estiman que el aparato del PRI puede cortarle las alas para que el ministro del interior dimisionario vuele por libre.

La primera 'cargada'

Considerado el candidato del sistema, Labastida fue objeto de la primera gran cargada del año. Cientos de funcionarios, legisladores, amigos, cuadros del partido o sindicalistas, previamente avisados, vitorearon al ministro en el hotel donde efectuó el anunció, desplegaron pancartas y el candidato fue colmado por los aplausos, las matracas y una ruidosa adulación. Todos se movilizaron en pos del hueso, de un buen trabajo en la venidera Administración. Labastida no ahorró elogios a Zedillo, a quien citó como gran estadista.

El proceso electoral priísta arranca con fuerza y novedades, entre ellas la designación de Fernando Gutiérrez Barrios, cuya condición de jefe de la policía política durante muchos años, su excelente control de los recovecos del sistema, sus archivos, le permiten acometer una misión complicada: asegurar que el proceso de elección del candidato no se salga de madre. Temido por muchos, el nombramiento de don Fernando fue acogido con beneplácito entre los diferentes sectores del partido de Gobierno, cuya dirección ha prometido acabar con el dedazo, la fórmula usada durante casi siete decenios: quien era elegido por el presidente se convertía, casi automáticamente, en próximo jefe de Gobierno.

El académico y comentarista político Jorge Castañeda, autor del libro La Herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, comentaba ayer a este diario que todo está hecho en ese proceso: Labastida es el hombre de Zedillo, así lo percibirá la disciplinada militancia y votará por él en la consulta popular del siete de diciembre. "Nos encontramos frente a un dedazo moderno. Las formas son impecables. Se ha transmitido la apariencia que la elección es de abajo hacia arriba, pero en realidad el proceso es de arriba abajo".

El gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán, el ex gobernador de Puebla, Manuel Bartlett, y el ex presidente del PRI, Humberto Roque, figuran en la relación de precandidatos que sopesan sus posibilidades.

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