Clinton llega hoy a México para consolidar los lazos bilaterales
En la agenda, drogas, emigración y comercio
JUAN JESÚS AZNÁREZ,
México
El combate contra el narcotráfico, la emigración ilegal y el comercio entre Estados Unidos y México, cuyos intercambios registraron un fuerte incremento con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLC), serán los asuntos fundamentales que abordarán en la ciudad de Mérida los presidentes Ernesto Zedillo y Bill Clinton. Clinton tenía previsto llegar esta madrugada a México en viaje oficial de apenas día y medio.
La relación bilateral es compleja, no exenta de fricciones y determinada por los 3.200 kilómetros de frontera común y los muchos intereses compartidos. En la segunda visita de Clinton desde 1993, la primera fue en 1997, las dos naciones tratarán de limar asperezas y mejorar la colaboración en la lucha contra los carteles de la droga.
Los dos presidentes, que se han reunido hasta ahora en siete ocasiones desde la investidura de Zedillo en 1994, suscribirán los convenios de cooperación habituales en este tipo de visitas, pero el Gobierno mexicano pretende evitar que sean papel mojado, tal como quedó de manifiesto durante el desarrollo, en abril del pasado año, de la Operación Casablanca.
Agentes estadounidenses encubiertos actuaron en México, sin conocimiento de sus autoridades, para descubrir el blanqueo de dinero en bancos mexicanos, y ese combate por libre vulneró los convenios bilaterales, pero demostró también la profunda desconfianza de las autoridades de EE UU en los cuerpos de seguridad locales, carcomidos por la corrupción.
Uno de los documentos preparados para la firma, el referido a Mediciones y Efectividad, fija metas contra el narcotráfico que deben cumplir las partes. Según la Secretaría (ministerio) de Relaciones Exteriores, la ejecución de la Estrategia Bilateral de Cooperación contra las Drogas, acordada en 1988, funciona bien "en términos generales", aunque perdió efectividad por la persistencia de "actos unilaterales".
La identificación de uno de ellos era clara: la Operación Casablanca, que terminó con la detención en Estados Unidos de un grupo de ejecutivos de banca mexicanos. Todo indica que la Casa Blanca certificará como buenos los esfuerzos de México en la erradicación de esa lacra, pese a que varios congresistas norteamericanos sostienen que el Gobierno de Zedillo no cumple, que el país afronta una colombianización y debe ser controlado más severamente.
Las prioridades norteamericanas vienen señaladas en la propia composición del equipo que acompaña a Clinton y a su secretaria de Estado, Madeleine Albright. Son Barry McCaffrey, director de la Oficina de Política Antidrogas; Doris Meissner, comisionada del Servicio de Inmigración y Naturalización; Janet Reno, fiscal general, y Bill Richardson, secretario de Energía.
Las cuestiones migratorias ocuparán una parte importante en las reuniones. Estados Unidos pretende que México vigile más sus pasos fronterizos e impida la entrada de braceros centroamericanos en Estados Unidos. El Gobierno de Zedillo presentará datos sobre abusos cometidos impunemente por la policía de aquel país contra los ilegales.
En 1997 murieron nueve emigrantes mexicanos, cuatro fueron heridos y 33 golpeados en episodios en los que participaron 46 policías estadounidenses. Las muertes violentas llegaron a 11 el pasado año, y las palizas a 86, además de tres violaciones. Los agentes involucrados fueron 112.
Ni uno solo, según datos de la secretaria de Relaciones Exteriores, fue castigado penalmente. Los fallecimientos ocurridos durante el cruce de fronteras es otro punto de discusión: 129 mexicanos perecieron deshidratados, por hipotermia, o ahogados en 1997, y al año siguiente esa cifra se dobló. El número de indocumentados mexicanos salvados por la policía en los desiertos o montañas de la divisoria aumentó de 537 a 754 en el último bienio.
Las dos delegaciones también analizarán los resultados de cinco años de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá. Pese a los desequilibrios observados, las exportaciones de EE UU a México alcanzaron los 79.000 millones de dólares, más del doble de las registradas antes del nacer el TLC hace cinco años.
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