Solana deja la OTAN tras cinco años de cambios
radicales en la Alianza
En 15 días accede a su nuevo cargo en la UE
WALTER OPPENHEIMER, Bruselas
Javier Solana deja hoy la OTAN tras casi un quinquenio como secretario
general. Estos cinco años, definidos por su líder saliente
como "los más intensos en la historia de la Alianza", han transformado
la organización aliada de forma radical. Hoy es más agresiva,
se ha abierto a los países de Europa del Este, trata a Rusia como
un socio y no como un enemigo e intenta concretar el desarrollo de una
identidad europea de defensa que no dañe las relaciones estratégicas
con Estados Unidos.
Solana deja hoy la OTAN, que el próximo 14 de este mes será
liderada por el actual ministro de Defensa del Reino Unido, George Robertson.
Tras unos días de descanso, el secretario general saliente ocupará
en la sede del Consejo de Ministros de la Unión Europea su nuevo
despacho. Con el cargo aparentemente burocrático de secretario general
del Consejo, Javier Solana está llamado a convertirse en el rostro
público de la política exterior y de seguridad común
de la UE, la llamada PESC.
La OTAN que heredó Javier Solana en diciembre de 1995 y la que
ahora lega a Robertson son dos instituciones muy diferentes. La nueva OTAN
es más agresiva. Más agresiva en la teoría, tras aprobar
en la cumbre de Washington de la pasada primavera el llamado Nuevo Concepto
Estratégico, por el que los aliados se han otorgado a sí
mismos el derecho a intervenir por la fuerza, sin el apoyo explícito
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en defensa de sus intereses
en la zona euroatlántica. Y más agresiva en la práctica,
tras las intervenciones en Bosnia (bajo el paraguas directo de Naciones
Unidas) y, sobre todo, en Kosovo.
Kosovo ha marcado el tramo final de la gestión de Solana. Su
gran mérito no ha sido ni el de empezar la guerra (una decisión,
ante todo, de los 19 aliados) ni el de ganarla, sino el de mantener la
cohesión interna de unos aliados con intereses muy contrapuestos.
Su capacidad para forjar y mantener consensos ha sido la virtud más
alabada en el secretario general saliente. Será la más apreciada
también en su nuevo destino.
Si Kosovo ha marcado la última y más polémica etapa
de Solana, Rusia y Europa del Este centraron los primeros años.
El acuerdo OTAN-Rusia de 1997 es el hito que más satisface a Javier
Solana. "El mejor recuerdo que me llevo es el de los periodistas a la puerta
de mi residencia cuando regresaba de firmar el acuerdo en Moscú
y el aplauso que me dedicaron pocas horas después los embajadores
aliados", recordaba Javier Solana en estos días de constantes despedidas.
Rusia y Europa del Este han marcado la vida de Solana. Durante su gestión,
la OTAN se ha asociado con 28 países de Europa del Este en la Asociación
para la Paz y se ha ampliado con el ingreso como nuevos aliados de pleno
derecho de Polonia, Hungría y la República Checa.
Completar ese trabajo a través del desarrollo del Pacto de Estabilidad
para los Balcanes será una de las tareas del futuro secretario general
aliado, lord Robertson. Pero, sobre todo, profundizar en un aspecto que
con Solana ha empezado a desarrollarse: la identidad europea de defensa.
Robertson y Solana deberán colaborar entre sí en ese objetivo
común: crear una defensa europea sin romper la OTAN y sin afectar
a las relaciones con Estados Unidos. Lo que Solana llama "desarrollar la
S de la PESC".
No es la única tarea de Robertson, que deberá aplicar
lo que con Solana se aprobó: la nueva estructura militar de una
OTAN más pendiente de intervenciones concretas fuera de su territorio
que de la defensa de sus aliados. Una nueva OTAN más agresiva que
defensiva. |