"Simpatizamos con lo que está usted haciendo"
Extracto de la conversación celebrada en el despacho presidencial de Santiago de Chile, a las doce del mediodía del 8 de junio de 1976.
DEPARTAMENTO DE ESTADO
Memorándum de conversación
Fecha: 8 de junio de 1976. Hora: 12.00. Lugar: Santiago de Chile (despacho del presidente Pinochet).
Asunto: Relaciones entre Estados Unidos y Chile.
Participantes: CHILE: Augusto Pinochet, presidente; Patricio Carvajal, ministro de Exteriores; Manuel Trucco, embajador ante Estados Unidos; Ricardo Claro, coordinador de la conferencia OEA/GA para el Gobierno chileno.
ESTADOS UNIDOS: El Secretario [Henry Kissinger]; William D. Rogers, secretario adjunto para Asuntos Interamericanos; Anthony Hervas intérprete.
Secretario: Éste es un edificio muy hermoso. La conferencia está muy bien organizada. ¿Se va a reunir usted con todas las delegaciones?
Pinochet: Sí. Dos o tres al día. Permítame decirle cuánto le agradezco que haya venido a la conferencia.
Secretario: Es un honor. Me ha emocionado la recepción popular a mi llegada. Tengo una enorme sensación de amistad en Chile.
Pinochet: Éste es un país de gente cálida y amante de la libertad. Por ese motivo no aceptaron el comunismo cuando éste intentó apoderarse del país. Formamos parte de una lucha a largo plazo. Es una fase más del mismo conflicto que estalló en la Guerra Civil española. Y fíjese en que, a pesar de que los españoles intentaron detener el comunismo hace 40 años, está resurgiendo de nuevo en el país.
Secretario: Hace poco recibí al Rey de España y hablé con él de eso, precisamente.
Pinochet: Siempre he estado en contra del comunismo. Durante la guerra de Vietnam, conocí a varios militares estadounidenses y les dejé clara mi postura anticomunista; les dije que confiaba en que serían capaces de derrotarlos.
Secretario: En Vietnam nos derrotamos a nosotros mismos, por nuestras divisiones internas. Los comunistas llevan a cabo una campaña de propaganda de ámbito mundial.
Pinochet: Chile padece ese esfuerzo propagandístico. Por desgracia, no disponemos de los millones necesarios para contrarrestarlo.
Secretario: Tengo que reconocer que su portavoz (Sergio Díez) ha sido muy eficaz al explicar su postura en la sesión de la Asamblea General celebrada esta mañana. En Estados Unidos, como sabe, simpatizamos con lo que está usted intentando hacer aquí. En mi opinión, el Gobierno anterior estaba abocado al comunismo. Le deseo lo mejor.
Al mismo tiempo, nos enfrentamos a enormes problemas internos en todos los sectores del Gobierno -especialmente en el Congreso, pero también en el Ejecutivo-, por la cuestión de los derechos humanos. Como sabe, el Congreso está discutiendo nuevas restricciones sobre la ayuda a Chile. Nosotros nos oponemos. Pero no queremos intervenir en sus asuntos de política nacional. No podemos proponerle con exactitud qué deben hacer ustedes.
No obstante, es un problema que dificulta nuestras relaciones y los esfuerzos de los amigos de Chile. Esta tarde voy a hablar sobre los derechos humanos ante la Asamblea General. He aplazado mi discurso hasta después de haber hablado con usted. Deseaba que comprendiera mi posición. Queremos actuar mediante el convencimiento moral, no a través de sanciones legales. Por eso nos oponemos a la Enmienda Kennedy.
En mi declaración voy a hablar de los derechos humanos en general y en un contexto mundial. Me referiré en dos párrafos al informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA sobre Chile. Diré que esta cuestión ha empañado las relaciones entre Estados Unidos y Chile. Ello se debe, en parte, a las acciones del Congreso. Y añadiré que tengo la esperanza de que usted elimine muy pronto esos obstáculos.
También voy a llamar la atención sobre el informe relativo a Cuba y la hipocresía de algunas personas que suscitan (...) los derechos humanos como forma de inmiscuirse en los gobiernos. No puedo hacer menos sin provocar en Estados Unidos una reacción que conduciría a restricciones legislativas. Mi discurso no va dirigido a Chile. (...) Mi opinión es que usted es víctima de todos los grupos izquierdistas del mundo, y que su mayor pecado es que ha derrocado a un Gobierno que se dirigía hacia el comunismo.
Pero nos encontramos con un problema práctico que es preciso tener en cuenta, la necesidad de no provocar presiones que serían incompatibles con su dignidad ni, al mismo tiempo, la aprobación de leyes en Estados Unidos que dificultarían nuestra relación.
Secretario: (...)Sería una verdadera ayuda que nos informara sobre las medidas que está emprendiendo en el área de los derechos humanos. No digo nada de esto con la idea de perjudicar a su Gobierno. Deseo que tenga éxito y quiero seguir teniendo la posibilidad de ayudarle (...)
Si derrotamos la enmienda de Kennedy -no sé si escucha mis conversaciones telefónicas pero, en ese caso, habrá oído que acabo de dar instrucciones a Washington para que dediquen todos sus esfuerzos a ello-, entregaremos los F-5E tal como habíamos acordado. Si los hemos retenido durante un tiempo ha sido para no dar más argumentos a nuestros enemigos.
Pinochet: Estamos volviendo a la institucionalización paso a paso. Pero sufrimos ataques constantes de los cristianodemócratas. Se les escucha mucho en Washington. No la gente del Pentágono, pero sí en el Congreso. Gabriel Valdés tiene influencia. Y Letelier.
Secretario: No he visto a ningún democristiano desde hace años.
Pinochet: Y Tomic, y otros que no recuerdo. Letelier tiene acceso al Congreso. Sabemos que esas personas dan informaciones falsas. Nosotros no tenemos experiencia de gobernar. Nos preocupa nuestra imagen. Dentro de unos días vamos a publicar el artículo constitucional sobre los derechos humanos y otro para la creación del Consejo de Estado.
Estamos haciendo esfuerzos para avanzar hacia la institucionalización. En el ámbito económico, hemos pagado nuestras deudas, después de renegociarlas. Este año vamos a pagar 700 millones de dólares en deudas e interés.
Hemos llevado a cabo reformas en las tierras. Y estamos tomando otras medidas constitucionales. Hemos puesto en libertad a la mayoría de los presos. Hace poco han salido 60 más. El 11 de septiembre de 1974 desafié a los soviéticos a que liberasen a sus presos. Pero no lo han hecho, mientras que nosotros no tenemos ya más que 400 prisioneros.
En materia de relaciones internacionales, las cosas van bien. En el caso de Bolivia hemos dado muestras de nuestra buena voluntad. Ahora todo depende de Perú.
ERNESTO EKAIZER
, Madrid
El 8 de junio de 1976, Augusto Pinochet mencionó dos veces el nombre de Orlando Letelier a Henry Kissinger. "Estamos volviendo a la institucionalización paso a paso. Pero sufrimos ataques constantes de los democratacristianos. Tienen peso en Washington. No en el Pentágono, pero sí en el Congreso. Gabriel Valdés tiene influencia. Y Letelier".
Acto seguido, insistió: "Y Tomic, y otros que no recuerdo. Letelier tiene acceso al Congreso. Sabemos que están dando información falsa. No tenemos experiencia de gobierno. Estamos preocupados por nuestra imagen".
Letelier, ex ministro de Defensa del gobierno de Salvador Allende y ex embajador en Washington, pasó por el campo de concentración de la Isla de Dawson, después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y logró su libertad en septiembre de 1974. Letelier regresó a Washington en 1975 para trabajar en el Institute for Policy Studies.
En la primavera de 1976 Letelier se entrevistó con tres miembros del Congreso que se aprestaban a viajar a Chile. Tras su regreso, Tom Harkin elevó a la cámara un proyecto de ley para suspender la ayuda de EE UU a los países que violaran los derechos humanos.
Otro senador preocupaba a Pinochet: Edward Kennedy. Fue éste quien el 2 de octubre de 1973 atacó la política de silencio de Nixon y propuso suspender toda ayuda a Chile que no fuera estrictamente humanitaria "hasta que se compruebe que el Gobierno chileno protege los derechos humanos de todos los individuos".
No lo consiguió hasta diciembre de 1974. Ambas cámaras del Congreso votaron a favor de cancelar toda la ayuda militar norteamericana a Chile, "a menos que el presidente informe al Congreso que Chile está haciendo progresos fundamentales en la observancia de los derechos humanos". El grifo se cerró en 1976. Fue en medio de este proceso que Kissinger viajó a Chile, donde se reunió con Pinochet.
En sus memorias, Kissinger termina con una referencia a su viaje. Omite, desde luego, su entrevista con Pinochet. "En junio de 1976, yo asistí en Santiago a una asamblea general de la OEA, y pronuncié un discurso sobre los derechos humanos. El estado de los derechos en Chile había mejorado, pero no era todavía completamente satisfactorio; sin embargo, era mucho más aceptable que en mucho regímenes radicales de izquierda que han escapado a toda censura".
El acta de la reunión deja claro que Kissinger hizo una componenda y acordó previamente con Pinochet los términos en que se referiría a los derechos. El hecho es que el 21 de septiembre de 1976, tres meses después del encuentro, la Dina chilena consumaba el asesinato de Letelier y de su colaboradora, Ronni Moffit, en Washington, como resultado de una bomba en el coche que les llevaba. Kissinger seguía siendo entonces secretario de Estado.
El jefe de la Dina, Manuel Contreras, fue condenado por este asesinato; pero el hombre obsesionado con Letelier, el que habló de él a Kissinger , el que una vez dijo "la Dina soy yo", esto es, Pinochet, no fue acusado. Tras la detención de Pinochet en octubre, Kissinger dijo que el Reino Unido cometió un serio error al detener al ex dictador chileno y explicó que él nunca había oído hablar de Pinochet cuando éste llegó al poder tras el golpe de Estado en Chile.
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