Yo, como Elián
El Gobierno cubano impide la salida de la isla de dos
españolas que intentan reunirse con su marido y padre 'balsero'
MAURICIO VICENT / BERNA G.HARBOUR ,
La Habana / Madrid
Karelia Deulofeu, esposa de José de la
Fuente,
y su hija Gabriela posan juntas (El País).
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La historia es común en Cuba: una cubana hija de inmigrantes adquiere
la nacionalidad española e intenta salir del país; el Gobierno
cubano no reconoce esa doble ciudadanía y niega el permiso de salida
a quien considera, simplemente, una cubana.
Pero esta vez la historia adquiere nombre propio: Karelia Deulofeu,
de 38 años, y su hija Gabriela, de 12, ambas con pasaporte español.
Desde hace varios meses tratan de salir de Cuba para reunirse con su marido
y padre, José de la Fuente, un eminente biólogo cubano de
40 años que hoy trabaja en la Universidad Estatal de Oklahoma. Hasta
el momento, las autoridades les han denegado el permiso de salida sin dar
razones.
Y esta vez, también, la historia tiene otro trasfondo: el caso
de un niño cubano Elián González, por el que Fidel
Castro ha entablado una fabulosa campaña de propaganda en nombre
de la unión familiar.
"Yo apoyo la decisión de que el niño debe estar con su
padre. Pero los mismos argumentos que con tanta vehemencia ha defendido
el Gobierno cubano deberían aplicarse a mi hija. ¿Por qué
les deniegan el permiso?", se pregunta José de la Fuente. "A la
niña le ha costado muchísimo entender todo esto, ella ha
sufrido mucho porque está muy apegada a mí".
Y es que el biólogo de Cuba, director de Investigaciones durante
diez años del estratégico Centro de Ingeniería Genética
y Biotecnología de la isla, huyó de la isla en silencio,
con una botella de agua, al atardecer del 8 de agosto de 1999.
"Fue una travesía difícil. Íbamos varios en un
pequeño bote con motor y el tiempo se estropeó en cuanto
partimos. No llegamos a Florida hasta el 10 de agosto", cuenta De la Fuente.
Por teléfono desde Stillwater (Oklahoma), el biólogo relata
por qué le cambió la vida cuando fue destituido de su cargo,
en 1998. En junio de 1999 fue expulsado, según afirma, "por razones
ideológicas". Casualmente, su hermano Alejandro, abogado, había
abandonado años antes el país y se había establecido
en Miami, donde tiene vínculos con la Fundación Nacional
Cubano Americana, el principal grupo del exilio anticastrista, según
fuentes de la familia.
"Cuando uno es expulsado de su trabajo en Cuba de la forma en que lo
fui yo, eso no sólo quiere decir que te quedas sin empleo, sino
que te quedas sin carrera. Se acabó todo". Por ello, tomó
la decisión de salir ilegalmente del país y de no decirlo
en casa. "Una vez habíamos conversado mi mujer y yo sobre nuestras
opciones, y entre ellas mencionamos salir del país, pero sin entrar
en detalles. Me fui sin decírselo por su propia seguridad". Su plan
hoy es reunirse con ellas cuanto antes.
Una noche en la Embajada española
El pasado mes de marzo, Karelia Deulofeu acudió a una oficina
de inmigración en Cuba para obtener respuesta de su solicitud de
salida definitiva de la isla. La respuesta fue no. Y cuatro días
después, el 28 de marzo, Deulofeu y su hija, Gabriela, acudieron
al consulado español en La Habana con el pretexto de hacer unos
trámites ordinarios.
Una vez dentro, Deulofeu planteó su verdadero objetivo: solicitar
asilo político en vista de que las autoridades no le permitían
abandonar la isla para reunirse con su marido. El asunto pasó a
la Embajada por tratarse de un caso político. Le explicaron que
la petición de asilo era improcedente, pues tanto ella como su hija
eran españolas. Aun así, Karelia pidió quedarse en
la misión diplomática hasta que pudiese salir de Cuba.
En un gesto poco habitual, el embajador, Eduardo Junco, accedió,
y madre e hija pasaron esa noche en la cancillería. De haberse sabido
entonces, el hecho podía haber provocado una nueva crisis diplomática
entre España y Cuba como la de 1990, cuando 18 refugiados, nueve
de ellos supuestos agentes de la seguridad infiltrados, pidieron asilo
y pasaron varios meses en el recinto diplomático.
Desde aquel incidente la Embajada evita este tipo de situaciones "convenciendo"
a los que tratan de refugiarse, casi siempre por las buenas, de que no
lo hagan, pues el Gobierno cubano tiene por norma no permitir la salida
del país a quien se haya asilado.
Karelia y su hija pasaron una noche en la Embajada y al día siguiente
Junco puso fin a la situación. La familia de De la Fuente abandonó
el recinto diplomático sin muchas ganas, pero con el compromiso
de que España se interesaría por su caso ante el Ministerio
de Relaciones Exteriores. Algo que ya ha hecho la Embajada, aunque es sabido
que este tipo de casos tiene difícil solución. Aunque tengan
pasaporte español, para las autoridades de la isla, Karelia y su
hija son cubanas y deben someterse a las normas, escritas y no escritas,
que existen en su país. Una de las normas migratorias no escritas
penaliza a los altos cargos que abandonaron ilegalmente el país
retrasando, a veces por años, el reencuentro con sus familiares.
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