El País Digital
Sábado 
6 mayo 
2000 - Nº 1464
 
 
INTERNACIONAL
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Yo, como Elián 

El Gobierno cubano impide la salida de la isla de dos españolas que intentan reunirse con su marido y padre 'balsero' 

MAURICIO VICENT / BERNA G.HARBOUR , La Habana / Madrid 
Karelia Deulofeu, esposa de José de la Fuente,
y su hija Gabriela posan juntas (El País).
La historia es común en Cuba: una cubana hija de inmigrantes adquiere la nacionalidad española e intenta salir del país; el Gobierno cubano no reconoce esa doble ciudadanía y niega el permiso de salida a quien considera, simplemente, una cubana.
 
 

Pero esta vez la historia adquiere nombre propio: Karelia Deulofeu, de 38 años, y su hija Gabriela, de 12, ambas con pasaporte español. Desde hace varios meses tratan de salir de Cuba para reunirse con su marido y padre, José de la Fuente, un eminente biólogo cubano de 40 años que hoy trabaja en la Universidad Estatal de Oklahoma. Hasta el momento, las autoridades les han denegado el permiso de salida sin dar razones.
 
 

Y esta vez, también, la historia tiene otro trasfondo: el caso de un niño cubano Elián González, por el que Fidel Castro ha entablado una fabulosa campaña de propaganda en nombre de la unión familiar.
 
 

"Yo apoyo la decisión de que el niño debe estar con su padre. Pero los mismos argumentos que con tanta vehemencia ha defendido el Gobierno cubano deberían aplicarse a mi hija. ¿Por qué les deniegan el permiso?", se pregunta José de la Fuente. "A la niña le ha costado muchísimo entender todo esto, ella ha sufrido mucho porque está muy apegada a mí".
 
 

Y es que el biólogo de Cuba, director de Investigaciones durante diez años del estratégico Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de la isla, huyó de la isla en silencio, con una botella de agua, al atardecer del 8 de agosto de 1999.
 
 

"Fue una travesía difícil. Íbamos varios en un pequeño bote con motor y el tiempo se estropeó en cuanto partimos. No llegamos a Florida hasta el 10 de agosto", cuenta De la Fuente. Por teléfono desde Stillwater (Oklahoma), el biólogo relata por qué le cambió la vida cuando fue destituido de su cargo, en 1998. En junio de 1999 fue expulsado, según afirma, "por razones ideológicas". Casualmente, su hermano Alejandro, abogado, había abandonado años antes el país y se había establecido en Miami, donde tiene vínculos con la Fundación Nacional Cubano Americana, el principal grupo del exilio anticastrista, según fuentes de la familia.
 
 

"Cuando uno es expulsado de su trabajo en Cuba de la forma en que lo fui yo, eso no sólo quiere decir que te quedas sin empleo, sino que te quedas sin carrera. Se acabó todo". Por ello, tomó la decisión de salir ilegalmente del país y de no decirlo en casa. "Una vez habíamos conversado mi mujer y yo sobre nuestras opciones, y entre ellas mencionamos salir del país, pero sin entrar en detalles. Me fui sin decírselo por su propia seguridad". Su plan hoy es reunirse con ellas cuanto antes. 

Una noche en la Embajada española

El pasado mes de marzo, Karelia Deulofeu acudió a una oficina de inmigración en Cuba para obtener respuesta de su solicitud de salida definitiva de la isla. La respuesta fue no. Y cuatro días después, el 28 de marzo, Deulofeu y su hija, Gabriela, acudieron al consulado español en La Habana con el pretexto de hacer unos trámites ordinarios.
 
 

Una vez dentro, Deulofeu planteó su verdadero objetivo: solicitar asilo político en vista de que las autoridades no le permitían abandonar la isla para reunirse con su marido. El asunto pasó a la Embajada por tratarse de un caso político. Le explicaron que la petición de asilo era improcedente, pues tanto ella como su hija eran españolas. Aun así, Karelia pidió quedarse en la misión diplomática hasta que pudiese salir de Cuba.
 
 

En un gesto poco habitual, el embajador, Eduardo Junco, accedió, y madre e hija pasaron esa noche en la cancillería. De haberse sabido entonces, el hecho podía haber provocado una nueva crisis diplomática entre España y Cuba como la de 1990, cuando 18 refugiados, nueve de ellos supuestos agentes de la seguridad infiltrados, pidieron asilo y pasaron varios meses en el recinto diplomático.
 
 

Desde aquel incidente la Embajada evita este tipo de situaciones "convenciendo" a los que tratan de refugiarse, casi siempre por las buenas, de que no lo hagan, pues el Gobierno cubano tiene por norma no permitir la salida del país a quien se haya asilado.
 
 

Karelia y su hija pasaron una noche en la Embajada y al día siguiente Junco puso fin a la situación. La familia de De la Fuente abandonó el recinto diplomático sin muchas ganas, pero con el compromiso de que España se interesaría por su caso ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. Algo que ya ha hecho la Embajada, aunque es sabido que este tipo de casos tiene difícil solución. Aunque tengan pasaporte español, para las autoridades de la isla, Karelia y su hija son cubanas y deben someterse a las normas, escritas y no escritas, que existen en su país. Una de las normas migratorias no escritas penaliza a los altos cargos que abandonaron ilegalmente el país retrasando, a veces por años, el reencuentro con sus familiares. 
 

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