A la vista de todo el mundo
La vida cotidiana de una joven en una casa de cristal
provoca la curiosidad de los habitantes de Santiago de Chile
FRANCESC RELEA , Santiago de Chile
Daniela Tobar, acompañada de un amigo,
en la casa de cristal (Reuters).
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A escasos metros del palacio presidencial de La Moneda, una multitud se
concentra desde primera hora de la mañana en una esquina del centro
de Santiago. Unidades móviles de televisión, emisoras de
radio, ciudadanos de toda condición, hombres en su mayoría,
aguardan impacientes. Los conductores tratan de averiguar qué pasa
y los carabineros intentan poner orden en el caos de tráfico.
¿Qué despierta tanto interés en el caluroso verano
chileno? Se trata de una vivienda de cristal emplazada en un solar, dentro
de la cual una joven realiza, a la vista de todo el mundo, las actividades
cotidianas de un hogar. ¡Todas! Es decir, a las siete de la mañana
duerme plácidamente. Luego suena el despertador, se despereza, se
levanta, va al baño, orina, se mira al espejo, sigue desperezándose,
se lava los dientes, y... En la calle, la multitud empieza a gritar: "¡En
pelotas, en pelotas!". Sí, se quita la ropa, se da un baño,
se seca, se viste y sale a la calle. Por la tarde regresa a la casa, un
día toma café con unos amigos, otro día juega en la
piscina con dos niños, prepara la cena, se desmaquilla y se acuesta.
Todo absolutamente normal, pero a la vista del público.
El experimento forma parte de un proyecto llamado Nautilus, casa
transparente, puesto en marcha por el Fondo de Desarrollo de las Artes
y la Cultura (Fondart), dependiente del Ministerio de Educación,
que ha aportado 10.000 dólares (cerca de 1,7 millones de pesetas).
Nivia Palma, directora de la entidad, explica que la idea partió
de dos arquitectos de la Universidad Católica, Arturo Torres y Jorge
Cristi, y tiene como objetivo "plantear una reflexión sobre los
límites entre lo público y lo privado". La casa transparente
muestra la soledad en que viven muchos habitantes de una gran urbe, sostienen
los patrocinadores del proyecto. "Es una propuesta que sale de la lógica
tradicional, que interpela y provoca a los transeúntes".
La experiencia lleva tres días y, si la autoridad no lo impide,
durará dos meses. De momento el interés es mayúsculo.
Además del alboroto en la calle, en los medios de comunicación
ha desplazado al caso Pinochet. La vivienda es noticia en todos
los diarios, que ayer publicaron en portada la foto de la joven en la ducha
ante los ojos de cientos de santiaguinos. Los programas matinales de televisión
abrieron con la noticia, a la que dedicaron amplio espacio. Con semejante
cobertura informativa no es de extrañar la concentración
diaria de mirones.
Ayer por la mañana, un aire de frustración recorrió
a los congregados. La joven se levantó pero no se bañó.
"Se quedaron con las ganas", exclama con malévola sonrisa una mujer
entrada en años. No faltan los codazos entre los peor ubicados,
que tratan de mirar a través de las grietas de un muro. "Qué
obscenidad, ¡ante la casa de Dios!", repite otro transeúnte
que no se decide a abandonar el lugar.
El azar ha querido que la casa transparente esté emplazada justo
enfrente de la iglesia de las Agustinas. Las escaleras de la entrada del
templo se han transformado en un observatorio privilegiado de lo que acontece
al otro lado de la calle. "Esto es un show, los chilenos andan escasos
de espectáculos", dice uno de los carabineros que dirigen el tráfico.
La vendedora de periódicos se queja de que las ventas no aumentan
a pesar de la concentración humana que rodea el quiosco.
En cambio, una empleada de la farmacia más próxima asegura
que se venden más desodorantes: "Ahí están todos los
calientes". "¿Ha llegado Lagos?", pregunta irónicamente un
joven con pinta de pasar de todo. Un vecino de Quilicura, en el otro extremo
de Santiago, reconoce que ha venido a propósito, "por curiosidad".
Habla ante una cámara de televisión: "Si me ve mi señora,
me mata".
Cuando la ocupante de la casa transparente sale a la calle, los que
se creen más machos aprovechan para dar rienda suelta a la lengua
y a las manos. Pero la protagonista no se amilana. "¿Qué
te has creído, conch...,? No te atrevas a tocarme el poto". La joven
que vivirá durante dos meses al descubierto es la actriz Daniela
Tobar, alumna de teatro de la Universidad de Chile.
No faltan voces que reclaman la clausura del proyecto, porque consideran
que transgrede la moral y las buenas costumbres. "Ésta es la hipocresía
de la sociedad chilena", dice Nivia Palma. Un grupo de diputados de la
Concertación acudió al lugar de los hechos para expresar
su apoyo a la iniciativa como ejercicio de la libertad de expresión. |