CULTURA
![]() |
|||||||||
Ocho 'grammys'
colocan al guitarrista Carlos Santana en la cima de su carrera
Christina Aguilera se sorprende con el premio revelación y Ricky Martin se va de vacío JAVIER DEL PINO, Washington
Estaba cantado que el disco Supernatural de Santana era el favorito
de la industria por varias razones: ha vendido seis millones de copias
en EE UU, ha sabido atraer al suculento público juvenil (el que
más discos compra) con el viejo truco de incorporar a la grabación
estrellas del momento y, sin desmerecer su calidad, premiar a Carlos Santana
también permitía a los organizadores ejercer una especie
de justicia musical histórica con la que aparentemente disfrutan.
Confesión y humildad
Esta semana Santana ha relatado en la revista Rolling Stone que
sufrió abusos sexuales durante varios años de su infancia.
El miércoles por la noche puso una recomendable dosis de humildad
al aceptar uno de los premios: "Si yo he podido hacerlo, también
puede la gente de los guetos, de los barrios, de las chabolas. Lo sé
porque yo vengo de allí", dijo el guitarrista. Se llevó los
premios más importantes, incluido álbum del año, canción
del año (Smooth) y mejor disco de rock. De todas sus candidaturas
sólo se le escapó la de mejor canción instrumental,
que se llevó Don Sevesky.
Como decía uno de los autores de Smooth, no es Santana
el que ha vuelto sino que es la gente la que se ha acordado de que el guitarrista
sigue estando ahí, donde siempre ha estado desde que se estrenó
en el Woodstock del 69 y desde que dejó de ser famoso tras el éxito
de sus discos Santana y Abraxas. Para que los compradores
se acuerden de él ha hecho falta poner en su disco las voces de
Eagle Eye Cherry, Lauryn Hill y Rob Thomas, el cantante de Matchbox 20
al que se debe buena parte del tirón juvenil de Smooth.
Rosie O'Donnell estuvo espesa en la presentación, con demasiadas
referencias a un hecho que, por razones desconocidas, provocaba en ella
especial hilaridad: que David Crosby -sin Stills, Nash y John- es el donante
del esperma con el que la cantante lesbiana Melissa Etheridge tuvo descendencia
recientemente. Por lo demás, O'Donnell no cantó, lo que es
de agradecer.
La presentación de los premios dejó de ser interesante
cuando para entregar el primero apareció Jennifer López con
el escote más amplio de la historia de la televisión estadounidense.
A su lado, el actor David Duchovny (Expediente X) no pudo más
que decir una obviedad: "Estoy seguro de que nadie en el mundo me está
mirando en este momento".
Después triunfó Sting, que ganó los grammys
13 y 14 de su carrera con el mérito de quitárselos a los
omnipresentes Ricky Martín y Marc Anthony. Con un gesto de genuina
sorpresa, Sting recogió los galardones a mejor vocalista y álbum
pop del año, Brand New Day. Estuvo escueto en su intervención:
sólo dio las gracias a sus padres por haber hecho una combinación
genética de la que ha surgido su incomparable voz. Otro compatriota
cincuentón, Phil Collins, se llevó el esperado premio para
Tarzán
como mejor banda sonora.
Los mejores premios de rythm'n'blues fueron para el trío
hip-hop
que forman las cantantes de TLC, que se llevaron el de mejor disco en este
apartado con su No Scrubs, en cuyas letras despellejan a la condición
masculina, aunque con gracia. Y en country, los premios fueron para
otro trío femenino de moda, las Dixie Chicks.
La sorpresa de la noche fue la victoria de Christina Aguilera como mejor
artista revelación. Le arrebató este premio a la estrella
de la que es casi un doble, Britney Spears, a la que conoció cuando
ambas presentaban un programa de televisión para el Canal Disney.
Eso ocurrió cuando las dos eran pequeñas, es decir, hace
dos años.
Para compensar en cuestiones de edad, otra reliquia musical subió
a recoger su premio: la siempre remozada Cher se llevó el de mejor
canción de baile con la pegadiza Believe. Aunque para reliquias
incorruptas nada como Barry White, mejor interpretación rythm'n'blues,
y los inmutables Black Sabbath, mejor banda de rock duro. Y subiendo en
la escala de edad, volvió a ganar un premio el abuelo Tony Bennet,
que a sus 73 años no esconde lo mucho que disfruta de su fama recuperada.
Finalmente, el premio especial fue de un pianista a otro. Billy Joel se lo dio a Elton John. Joel dijo que al principio de su carrera le molestaba que le llamaran "el Elton americano" y ahora lo considera un honor; de hecho, son amigos y hacen giras juntos. Elton John juntó en torno al piano a los Backstreet Boys para que le hicieran los coros en una magnífica versión de Philadelphia Freedom que demostraba lo poco que pasa el tiempo para algunos acordes bien concebidos. DIEGO A. MANRIQUE
La avalancha de estatuillas para Carlos Santana, aparte de detalles
aberrantes (resulta dudoso que su dueto con Eric Clapton pase a la historia
del rock instrumental), confirma que la dictadura de las modas y el culto
a lo juvenil pueden ser vencidos. Aunque sea recurriendo a sus mismas armas:
cansado de ser sampleado y plagiado por los jóvenes leones,
reducido a los circuitos del classic rock y la world music,
Carlos decidió remozar su propuesta bajo la supervisión del
avispado Clive Davis. El director de Arista Records le arregló citas
con figuras del rap, el rock alternativo y algunas superestrellas
(Eric cumplió, Mick Jagger no llegó). Más mexicanos
internacionales, como Maná, por una vez alejados de los esquemas
de The Police.
Esencia
La fórmula de Davis -diferentes productores y compositores, abundantes
invitados- suele generar discos envasados al vacío, donde el artista
apenas respira entre el ansia de complacer a los diferentes mercados. No
ocurre nada parecido en el caso de Carlos Santana: su guitarra domina todos
y cada uno de los extensos temas de Supernatural, que se desvanecen
entre solos orgásmicos. K.C. Porter y demás productores han
respetado la esencia de Santana.
Eso sí: Davis insistió en que los vídeos de Supernatural
fueran menos espirituales y más carnales; en esos clips,
dominan las bailarinas cimbreantes y con poca ropa, aunque se agradece
que no se parezcan demasiado a los batallones coreografiados que arropan
a Enrique Iglesias, Ricky Martin o Marc Anthony. Que nadie se escandalice:
aparentemente, Methatron, la divinidad de Carlos, le envió a la
Virgen de Guadalupe para confirmarle que sí, que todo vale cuando
se trata de llevar la luz de la verdad al descreído público
juvenil.
|
© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid |