Familiares de los desaparecidos piden a Lagos que no
olvide su compromiso con la justicia
La derecha reacciona con ánimo ante los buenos resultados
electorales y habla de reconciliación
FRANCESC RELEA, Santiago
Las organizaciones de derechos humanos chilenas estiman que se abren
nuevas posibilidades de plantear exigencias al Gobierno en el terreno de
la búsqueda de la verdad sobre los detenidos desaparecidos durante
la dictadura militar. "Ricardo Lagos no puede olvidar lo que él
hizo cuando estábamos viviendo el régimen dictatorial, el
papel que jugó, lo que significan los detenidos desaparecidos, que,
por lo demás, corresponden al partido al que él pertenece
y al bloque que él representa", dijo ayer Mireya García,
vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Seguidores de Ricardo Lagos, el domingo por
la noche por las calles de Santiago (AP).
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Lagos dijo al conocer su victoria que, aunque sus ojos miren hacia el futuro,
no olvida el pasado. Y eso es lo que le piden las víctimas de la
dictadura, que esperan tener un aliado en quien también sufrió
los rigores de la represión.
La victoria de Lagos en las elecciones del domingo también abre
la puerta a un espíritu político de unidad en Chile, según
se desprende de las primeras reacciones de los vencedores y de los derrotados.
Lagos y el candidato de la oposición derechista, Joaquín
Lavín, se han comprometido a trabajar para todos los chilenos y
se han brindado colaboración mutua. A juzgar por las declaraciones
de los dirigentes de uno y otro bando, nadie tiene la sensación
de derrota.
En las filas de la Concertación, la coalición entre democratacristianos
y socialistas, reina un reconfortante alivio por el triunfo de su candidato,
que ha tenido que emplearse a fondo y debió movilizar todos sus
recursos para derrotar a Lavín. Por su parte, los dirigentes de
la Alianza por Chile, la coalición opositora de los partidos de
la derecha pinochetista, no tienen motivos para sentirse derrotados, ya
que el resultado obtenido, sobre todo en la primera vuelta, es todo un
éxito. Hace seis meses, las encuestas daban a Lagos una ventaja
de 20 puntos. El 48,69% de los votos obtenido por Lavín es el segundo
mejor resultado que obtiene la derecha chilena en los últimos cien
años. Sólo en 1938, Gustavo Ros superó el 49% en las
elecciones que ganó el Frente Popular.
"Que lo sepa Ricardo Lagos: él y Chile podrán contar siempre
conmigo", dijo Lavín la noche electoral. El candidato reconoció
el veredicto de las urnas muy pronto y mantuvo la norma republicana de
que el candidato perdedor felicita al vencedor, y, cuando estaba escrutado
poco más del 50%, visitó a Ricardo Lagos en el cuartel general
de este último, y compareció en el balcón ante los
miles de seguidores laguistas.
Lavín regresará "como un ciudadano común y corriente"
a su actividad docente en la universidad, aunque pocos creen que no siga
en la carrera política. La lucha por la alcaldía de Santiago,
en las elecciones municipales del próximo mes de octubre, se presenta
como el primer objetivo a su alcance. Los líderes de la derecha
expresaron con unanimidad la opinión de que el futuro de la coalición
que propulsó a Lavín está garantizado, y desmintieron
toda insinuación de que pueda abrirse, a partir de ahora, una guerra
entre las dos formaciones. "La unidad hace la fuerza, y la Alianza por
Chile se mantendrá y crecerá para poder enfrentar los desafíos
del futuro", señaló Sebastián Piñera, de Renovación
Nacional.
El presidente saliente, Eduardo Frei (democristiano), se dirigió
al país para subrayar la normalidad de la jornada electoral y dijo
que la Concertación "es un proyecto responsable y coherente, que
no cede a la tentación populista y que ha encontrado el firme arraigo
de la gente". "Llamo a los chilenos a respaldar al nuevo presidente", concluyó.
En las filas empresariales, la victoria de Lagos ha sido recibida con
cautela, sin los aspavientos de ocasiones no tan lejanas. Walter Riesco,
uno de los máximos dirigentes de la patronal y connotado admirador
del general Pinochet, manifestó en tono diplomático: "Es
de interés de todo el país que todos los bloques tengan la
mejor relación y el mejor contacto. Nos interesa que al Gobierno
de Lagos le vaya bien, porque significará que al país le
irá bien".
Los analistas subrayan que la derecha y el empresariado deberán
moderar su actitud. Las Fuerzas Armadas observan con recelo la llegada
de un presidente socialista a La Moneda 27 años después del
derrocamiento y muerte de Salvador Allende, pero van a ser extremadamente
cuidadosas en sus manifestaciones públicas. Es muy probable que
cuando Lagos asuma la presidencia Pinochet haya regresado a Chile, con
lo que los militares respirarán tranquilos. Corresponderá
a los tribunales de justicia actuar contra el ex dictador, y Lagos ya ha
adelantado que respetará sus decisiones.
La emoción de Hortensia
"Estoy muy emocionada y muy contenta. Fue una jornada histórica",
dijo ayer a EL PAÍS Hortensia Bussi, Tencha, de Allende,
viuda del último presidente socialista de Chile, derrocado y muerto
en el golpe de Estado. La noche del domingo, el primer mensaje de Ricardo
Lagos tras su victoria comenzó así: "Gracias por estar aquí,
Tencha de Allende, representante de la dignidad de Chile". La multitud
congregada junto al palacio de La Moneda rompió en aplausos. Ayer,
la viuda comentó con voz entrecortada lo que sintió al escuchar
a Lagos en aquel escenario cargado de símbolos: "Los recuerdos afloran.
Usted sabe, 27 años atrás, esto estaba bombardeado". Y añadió:
"Se están abriendo las grandes alamedas", el pasaje final del último
mensaje que Allende dirigió a los chilenos por radio el 11 de septiembre
de 1973. "Lagos pronunció un discurso muy bueno. Sólo le
deseo que pueda cumplir sus promesas. Ojalá le dejen hacer", añadió.
"Sabe recoger lo que pide la gente. Cuando la multitud empezó a
gritar juicio a Pinochet, él respondió inmediatamente diciendo
que haría respetar la decisión de la justicia".
Los partidarios de la Concertación
celebran su triunfo en las alamedas
MANUEL DÉLANO , Santiago
La fiesta de los partidarios de Ricardo Lagos se extendió sin
desmanes hasta bien avanzada la madrugada en todo Chile. Ríos humanos
convergieron en la plaza de la Constitución, frente al palacio de
La Moneda, sede de la presidencia chilena. Una masa alegre copó
la avenida de la Alameda, la principal arteria de Santiago, aquella por
la que Salvador Allende dijo en su último discurso que pasaría
el hombre libre, y llegó a todos los barrios y plazas de las principales
ciudades.
Fue una alegría colectiva sólo comparable a la del triunfo
del no el 5 de octubre de 1988, en el plebiscito con el que el general
Augusto Pinochet quiso perpetuarse en el poder, o a la victoria electoral
de Allende, el 4 de septiembre de 1970.
Espontáneamente, sin festejos preparados, decenas de miles de
personas salieron a celebrar en las calles el triunfo de Lagos, el primer
socialista que llega a la presidencia chilena desde Allende. Caravanas
de automóviles colapsaron el tránsito de la capital, con
conductores tocando rítmicamente las bocinas. A su paso, familias
completas salían de sus viviendas agitando banderas en casi todas
las calles y saludando al cortejo de manifestantes.
Muchas familias se echaron a las calles y plazas para festejar la victoria
del candidato de la Concertación, algunas de ellas tomadas de las
manos, mientras grupos de ciudadanos brindaban con cerveza.
Frente a la sede central de la Democracia Cristiana, en un escenario
instalado sobre un camión, un grupo tocaba música: salsa
y cumbias para los cientos de personas que bailaban en la avenida de la
Alameda, donde el tránsito de vehículos había sido
cortado.
Fiesta en los barrios altos
Hubo celebraciones hasta en el corazón de los barrios altos santiaguinos,
como en la avenida de Apoquindo, un centro neurálgico de la derecha
y donde viven los chilenos con mayores ingresos. Dos eran las consignas
más coreadas por los grupos que marchaban por diferentes calles:
"¡Lavín, entiende, el pueblo no se vende!", y "¡Lagos,
amigo, el pueblo está contigo!".
En los barrios populares, donde más creció el voto de
Lagos en la segunda vuelta, la celebración se produjo en las calles,
con abrazos, bailes, asados y banderas chilenas.
Algunos cohetes y fuegos artificiales iluminaban de vez en cuando la
cálida noche, a pesar de que los seguidores de Lagos no habían
preparado ninguna celebración. Quienes sí estaban listos,
sin embargo, eran los partidarios de Lavín. Uno de ellos, que se
quedó con el champaña sin descorchar, arrojó una bomba
de gases lacrimógenos a los laguistas que celebraban los resultados
electorales en la céntrica plaza de Italia. Fue detenido poco después
por la policía. |