El País Digital
Martes 
18 enero 
2000 - Nº 1355
 
INTERNACIONAL
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Familiares de los desaparecidos piden a Lagos que no olvide su compromiso con la justicia 

La derecha reacciona con ánimo ante los buenos resultados electorales y habla de reconciliación 

FRANCESC RELEA, Santiago 
Las organizaciones de derechos humanos chilenas estiman que se abren nuevas posibilidades de plantear exigencias al Gobierno en el terreno de la búsqueda de la verdad sobre los detenidos desaparecidos durante la dictadura militar. "Ricardo Lagos no puede olvidar lo que él hizo cuando estábamos viviendo el régimen dictatorial, el papel que jugó, lo que significan los detenidos desaparecidos, que, por lo demás, corresponden al partido al que él pertenece y al bloque que él representa", dijo ayer Mireya García, vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. 
 
Seguidores de Ricardo Lagos, el domingo por
la noche por las calles de Santiago (AP).
Lagos dijo al conocer su victoria que, aunque sus ojos miren hacia el futuro, no olvida el pasado. Y eso es lo que le piden las víctimas de la dictadura, que esperan tener un aliado en quien también sufrió los rigores de la represión.
 
 

La victoria de Lagos en las elecciones del domingo también abre la puerta a un espíritu político de unidad en Chile, según se desprende de las primeras reacciones de los vencedores y de los derrotados. Lagos y el candidato de la oposición derechista, Joaquín Lavín, se han comprometido a trabajar para todos los chilenos y se han brindado colaboración mutua. A juzgar por las declaraciones de los dirigentes de uno y otro bando, nadie tiene la sensación de derrota.
 
 

En las filas de la Concertación, la coalición entre democratacristianos y socialistas, reina un reconfortante alivio por el triunfo de su candidato, que ha tenido que emplearse a fondo y debió movilizar todos sus recursos para derrotar a Lavín. Por su parte, los dirigentes de la Alianza por Chile, la coalición opositora de los partidos de la derecha pinochetista, no tienen motivos para sentirse derrotados, ya que el resultado obtenido, sobre todo en la primera vuelta, es todo un éxito. Hace seis meses, las encuestas daban a Lagos una ventaja de 20 puntos. El 48,69% de los votos obtenido por Lavín es el segundo mejor resultado que obtiene la derecha chilena en los últimos cien años. Sólo en 1938, Gustavo Ros superó el 49% en las elecciones que ganó el Frente Popular.
 
 

"Que lo sepa Ricardo Lagos: él y Chile podrán contar siempre conmigo", dijo Lavín la noche electoral. El candidato reconoció el veredicto de las urnas muy pronto y mantuvo la norma republicana de que el candidato perdedor felicita al vencedor, y, cuando estaba escrutado poco más del 50%, visitó a Ricardo Lagos en el cuartel general de este último, y compareció en el balcón ante los miles de seguidores laguistas.
 
 

Lavín regresará "como un ciudadano común y corriente" a su actividad docente en la universidad, aunque pocos creen que no siga en la carrera política. La lucha por la alcaldía de Santiago, en las elecciones municipales del próximo mes de octubre, se presenta como el primer objetivo a su alcance. Los líderes de la derecha expresaron con unanimidad la opinión de que el futuro de la coalición que propulsó a Lavín está garantizado, y desmintieron toda insinuación de que pueda abrirse, a partir de ahora, una guerra entre las dos formaciones. "La unidad hace la fuerza, y la Alianza por Chile se mantendrá y crecerá para poder enfrentar los desafíos del futuro", señaló Sebastián Piñera, de Renovación Nacional.
 
 

El presidente saliente, Eduardo Frei (democristiano), se dirigió al país para subrayar la normalidad de la jornada electoral y dijo que la Concertación "es un proyecto responsable y coherente, que no cede a la tentación populista y que ha encontrado el firme arraigo de la gente". "Llamo a los chilenos a respaldar al nuevo presidente", concluyó.
 
 

En las filas empresariales, la victoria de Lagos ha sido recibida con cautela, sin los aspavientos de ocasiones no tan lejanas. Walter Riesco, uno de los máximos dirigentes de la patronal y connotado admirador del general Pinochet, manifestó en tono diplomático: "Es de interés de todo el país que todos los bloques tengan la mejor relación y el mejor contacto. Nos interesa que al Gobierno de Lagos le vaya bien, porque significará que al país le irá bien".
 
 

Los analistas subrayan que la derecha y el empresariado deberán moderar su actitud. Las Fuerzas Armadas observan con recelo la llegada de un presidente socialista a La Moneda 27 años después del derrocamiento y muerte de Salvador Allende, pero van a ser extremadamente cuidadosas en sus manifestaciones públicas. Es muy probable que cuando Lagos asuma la presidencia Pinochet haya regresado a Chile, con lo que los militares respirarán tranquilos. Corresponderá a los tribunales de justicia actuar contra el ex dictador, y Lagos ya ha adelantado que respetará sus decisiones. 

La emoción de Hortensia
"Estoy muy emocionada y muy contenta. Fue una jornada histórica", dijo ayer a EL PAÍS Hortensia Bussi, Tencha, de Allende, viuda del último presidente socialista de Chile, derrocado y muerto en el golpe de Estado. La noche del domingo, el primer mensaje de Ricardo Lagos tras su victoria comenzó así: "Gracias por estar aquí, Tencha de Allende, representante de la dignidad de Chile". La multitud congregada junto al palacio de La Moneda rompió en aplausos. Ayer, la viuda comentó con voz entrecortada lo que sintió al escuchar a Lagos en aquel escenario cargado de símbolos: "Los recuerdos afloran. Usted sabe, 27 años atrás, esto estaba bombardeado". Y añadió: "Se están abriendo las grandes alamedas", el pasaje final del último mensaje que Allende dirigió a los chilenos por radio el 11 de septiembre de 1973. "Lagos pronunció un discurso muy bueno. Sólo le deseo que pueda cumplir sus promesas. Ojalá le dejen hacer", añadió. "Sabe recoger lo que pide la gente. Cuando la multitud empezó a gritar juicio a Pinochet, él respondió inmediatamente diciendo que haría respetar la decisión de la justicia". 

Los partidarios de la Concertación celebran su triunfo en las alamedas

MANUEL DÉLANO , Santiago 
La fiesta de los partidarios de Ricardo Lagos se extendió sin desmanes hasta bien avanzada la madrugada en todo Chile. Ríos humanos convergieron en la plaza de la Constitución, frente al palacio de La Moneda, sede de la presidencia chilena. Una masa alegre copó la avenida de la Alameda, la principal arteria de Santiago, aquella por la que Salvador Allende dijo en su último discurso que pasaría el hombre libre, y llegó a todos los barrios y plazas de las principales ciudades.
 
 

Fue una alegría colectiva sólo comparable a la del triunfo del no el 5 de octubre de 1988, en el plebiscito con el que el general Augusto Pinochet quiso perpetuarse en el poder, o a la victoria electoral de Allende, el 4 de septiembre de 1970.
 
 

Espontáneamente, sin festejos preparados, decenas de miles de personas salieron a celebrar en las calles el triunfo de Lagos, el primer socialista que llega a la presidencia chilena desde Allende. Caravanas de automóviles colapsaron el tránsito de la capital, con conductores tocando rítmicamente las bocinas. A su paso, familias completas salían de sus viviendas agitando banderas en casi todas las calles y saludando al cortejo de manifestantes.
 
 

Muchas familias se echaron a las calles y plazas para festejar la victoria del candidato de la Concertación, algunas de ellas tomadas de las manos, mientras grupos de ciudadanos brindaban con cerveza.
 
 

Frente a la sede central de la Democracia Cristiana, en un escenario instalado sobre un camión, un grupo tocaba música: salsa y cumbias para los cientos de personas que bailaban en la avenida de la Alameda, donde el tránsito de vehículos había sido cortado.
 
 

Fiesta en los barrios altos
 
 

Hubo celebraciones hasta en el corazón de los barrios altos santiaguinos, como en la avenida de Apoquindo, un centro neurálgico de la derecha y donde viven los chilenos con mayores ingresos. Dos eran las consignas más coreadas por los grupos que marchaban por diferentes calles: "¡Lavín, entiende, el pueblo no se vende!", y "¡Lagos, amigo, el pueblo está contigo!".
 
 

En los barrios populares, donde más creció el voto de Lagos en la segunda vuelta, la celebración se produjo en las calles, con abrazos, bailes, asados y banderas chilenas.
 
 

Algunos cohetes y fuegos artificiales iluminaban de vez en cuando la cálida noche, a pesar de que los seguidores de Lagos no habían preparado ninguna celebración. Quienes sí estaban listos, sin embargo, eran los partidarios de Lavín. Uno de ellos, que se quedó con el champaña sin descorchar, arrojó una bomba de gases lacrimógenos a los laguistas que celebraban los resultados electorales en la céntrica plaza de Italia. Fue detenido poco después por la policía. 

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