El País Digital
Lunes 
8 noviembre 
1999 - Nº 1284
 
INTERNACIONAL
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Los contendientes en las elecciones de Guatemala se acusan mutuamente de fraude 

Elevada participación en los primeros comicios que se celebran en el país tras la firma de la paz 

MAITE RICO, Guatemala 
La tranquilidad que ha rodeado la campaña electoral en Guatemala saltó por los aires horas antes de que se abrieran las urnas, ayer domingo. El clima de los comicios, los primeros que el país celebra tras la firma de la paz, en 1996, se ha enrarecido por la guerra verbal entre los dos partidos mayoritarios. El Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado por el general golpista Efraín Ríos Montt y favorito en las encuestas, ha pronosticado un fraude. El gubernamental Partido de Avanzada Nacional (PAN) lo acusa de maniobrar para ensuciar el proceso. Los observadores insisten en la transparencia del sistema de cómputo y llaman a mantener la calma. 
 
Cientos de indígenas hacen cola para votar en
Santiago, localidad maya donde se produjo una 
masacre en 1990 (Reuters).
Los sondeos otorgan a Alfonso Portillo, candidato del FRG, una intención de voto que oscila entre el 37% y el 46%, diez puntos por delante del aspirante del PAN, el ex alcalde capitalino Óscar Berger. Los expertos no descartan que Portillo consiga incluso el 50% de los votos válidos, necesarios para triunfar en esta primera vuelta, lo que sería un hecho insólito en Guatemala. En contraste, apenas ocho de cada cien encuestados se mostraban dispuestos a votar por Álvaro Colom, un empresario socialdemócrata que representa a la antigua guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y a dos pequeños partidos de izquierda.
 
 

La incertidumbre ante los resultados ha exacerbado los ánimos. La primera piedra la lanzó en vísperas de la votación el FRG, que acusó al PAN de haber imprimido 500.000 papeletas falsas y de haber organizado una supuesta trama para provocar un fraude informático. Simultáneamente, en los cuarteles comenzó a circular un anónimo que acusaba al Gobierno de "pretender burlar la voluntad popular" con la ayuda de la cúpula militar, encabezada por el ministro de Defensa, Marco Tulio Espinosa. "Estaremos atentos en nuestros puestos y castigaremos sin piedad a estos títeres de los políticos", dice la nota, cuyos autores se autodenominan "los oficiales del Ejército" y "los verdaderos militares".
 
 

Las acusaciones dieron pie a una investigación de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala (Minugua), que el sábado hizo pública su conclusión: "No existen condiciones" para que se produzcan "incidentes en el sistema de cómputo" que alteren los resultados de la votación. En este mismo sentido se pronunció la Organización de los Estados Americanos (OEA). Alrededor de 35.000 interventores de los partidos y más de 800 observadores internacionales distribuidos en todo el país han convertido a estas elecciones en las más vigiladas de la historia guatemalteca. "El FRG quiere ensuciar un proceso que es cristalino, y puede hacer mucho daño al sistema democrático, al que tanto nos costó llegar", indicaba el sábado Héctor Cifuentes, secretario general del PAN.
 
 

La tensión entre los partidos contrastaba con el clima festivo que ayer se respiraba en los colegios electorales. Numerosas organizaciones sociales, desde grupos de derechos humanos hasta las confederaciones empresariales, se han movilizado como nunca para combatir la abstención, tradicionalmente muy elevada.
 
 

Los efectos eran palpables desde temprano. A las ocho de la mañana, la Escuela Normal para Varones, uno de los principales centros de votación de la capital guatemalteca, era un hervidero de vehículos y puestos de comida.
 
 

El imparable ascenso del FRG ha hecho saltar las alarmas de diversos sectores de la población, para quienes el partido de Ríos Montt resucita el fantasma de una guerra de 36 años que dejó 200.000 muertos y desaparecidos. El general evangélico, que gobernó Guatemala entre 1982 y 1983, está acusado de haber eliminado 400 aldeas indígenas en su estrategia contra la guerrilla. Sobre su candidato, el abogado Portillo, conocido como Pollo Ronco, pesa la sombra del homicidio de dos jóvenes que cometió en México en 1982, por el que estuvo prófugo de la justicia de aquel país hasta 1995, año en que prescribió su delito.
 
 

Numerosos intelectuales se llevan las manos a la cabeza ante la perspectiva de tener como diputado a "un genocida profesional" y como presidente a un "miserable matón". "Vamos a ser el hazmerreír del mundo", advertía Mario David García, director de la revista La Crónica. "Los desaparecidos estarían horrorizados de ver esa ausencia de memoria colectiva de los guatemaltecos", clamaba Nineth Montenegro, veterana activista de derechos humanos. 

La maquinaria del PAN entra en movimiento 

M. R, Guatemala 
Alfonso Portillo acariciaba ayer la posibilidad de un triunfo en primera vuelta, pero no las tenía todas consigo. La intención de voto hacia el panista Óscar Berger ha crecido en los últimos días en la capital guatemalteca. El PAN, además, decidió poner en marcha toda su maquinaria para llevar a las urnas al máximo número de simpatizantes: sólo así podría alejar las posibilidades de que Portillo obtuviera el 50% de los votos válidos y obligar a una segunda vuelta, que está prevista para el próximo 26 de diciembre.
 
 

El partido gubernamental alquiló 14.700 autobuses que cubrieron una serie de rutas circulares durante las diez horas que estuvieron abiertas las urnas. Además movilizó a unos 9.000 activistas, llamados jaladores, para que condujeran a los votantes potenciales desde sus casas hasta las rutas de los buses. Todo ello, claro está, en las zonas de mayor caudal electoral.
 
 

Todo este dispositivo provocó bastante confusión y dio origen a una denuncia del FRG ante el Tribunal Supremo Electoral, en la que acusaba al PAN de utilizar unidades de transporte público para trasladar a sus huestes. Las averiguaciones realizadas por los observadores, sin embargo, pusieron de manifiesto más un problema de organización que un intento de fraude.
 
 

Por lo demás, la jornada no estuvo exenta de denuncias menores, como compra de votos en una casilla electoral, o reparto de propaganda en otra. En conjunto, sin embargo, la tranquilidad reinó durante todo el día en el país. En la Ciudad de Guatemala, los atascos automovilísticos alrededor de los colegios electorales ponían de manifiesto una inusual asistencia a las urnas. 

El gancho del 'pollo ronco'

Detrás de la imagen de sietemachos que se empeña en ofrecer Alfonso Portillo, candidato del Frente Republicano Guatemalteco (FRG), hay un político inteligente, con olfato, que ha sabido aprovechar todas las fisuras del Gobierno del Partido de Acción Nacional, desde la arrogancia proyectada por el presidente Alvaro Arzú hasta la falta de transparencia con que se privatizó la telefonía.
 
 

Con una indefinición ideológica proverbial, Portillo ha captado a una serie de personajes de otras filiaciones, como el ex presidente Ramiro de León Carpio e, incluso, a varios militantes de la izquierda dura, que ven la posibilidad de desalojar del poder a la "derecha neoliberal". Con todo ello, el FRG ha logrado capitalizar el descontento de una población golpeada por la crisis económica y la criminalidad rampante. Los logros de la actual Administración, sobre todo la firma de la paz y el enorme crecimiento de las infraestructuras en las áreas rurales, parecen haber quedado sepultados bajo la retórica populista y desgarrada de pollo ronco, que ya se ha erigido en el "presidente de los pobres". 

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