El País Digital
Domingo 
5 diciembre 
1999 - Nº 1311
 
INTERNACIONAL
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La 'ñ' en la Casa Blanca 

Al Gore y George W. Bush incorporan el español a su lucha para conquistar la presidencia de EE UU 

JAVIER VALENZUELA, Seattle 
Páginas colocadas en Internet
de George Bush y Al Gore en español.
"Ganamos más con Gore", asegura un eslogan de la campaña para conquistar la Casa Blanca del actual vicepresidente de Estados Unidos. "George W. Bush se gana el corazón de los hispanos", reza otro promovido con el mismo objetivo por el gobernador de Tejas. Pero la novedad no está en el contenido de los mensajes, sino en la lengua en que son difundidos. Ambos eslóganes se encuentran en las páginas web en español de los dos principales aspirantes a la sucesión de Clinton. Y es que la última campaña presidencial norteamericana del siglo XX es también la primera bilingüe.
 
 

Que el voto hispano es el gigante que despierta en EE UU ya se dijo en los comicios de 1996; la novedad es que ahora los candidatos hablan en español. Pronunciaron unas frases en esta lengua en los discursos con que anunciaron sus candidaturas y, desde entonces, las introducen en la mayoría de sus intervenciones.
 
 

En su página en Internet (www.georgebush.com/espanol), el gobernador de Tejas posa con una foto con un grupo de hispanos bajo un cartel que reza: "Viva la raza". Bush da entrevistas a la televisión en un aceptable y simpático castellano, es un enamorado de la cultura mexicana, defiende la educación bilingüe, es partidario de la apertura a la inmigración y se siente muy a gusto entre los hispanos. De hecho, es uno de los pocos republicanos que obtienen en las urnas una gruesa porción del voto latino.
 
 

Cuando Clinton y Gore, con el baile de Macarena como himno, ganaron en 1996 el apoyo masivo de los hispanos, fueran pobres o ricos, conservadores o progresistas, de Miami o California, el Partido Republicano comprendió que tenía que cambiar de actitud. Su hostilidad hacia los inmigrantes llegados desde el sur del río Grande y su defensa numantina de la política English Only le estaban costando el apoyo de una comunidad que ya cuenta oficialmente con 31,3 millones de miembros en EE UU y que superará en número a la afroamericana en el año 2004.
 
 

Hasta el ultraconservador Newt Gingrich se dio cuenta del desastre. Una de sus últimas iniciativas antes de dimitir como presidente de la Cámara de Representantes fue difundir sus comunicados en inglés y en español. Pero sus colaboradores cometieron un error que provocó las risas hispanas y un sardónico comentario en The Washington Post. Tradujeron literalmente el título en inglés de Gingrich (Speaker of the House) y lo dejaron en "el hablador de la Casa".
 
 

Para explicar este giro, los republicanos argumentan que están intentando recuperar el apoyo mayoritario de los hispanos de que disfrutó Ronald Reagan. Aquel presidente, en efecto, supo capitalizar los sentimientos religiosos y conservadores de muchos latinos y el anticastrismo del exilio cubano.
 
 

La conversión demócrata al bilingüismo es más natural. Este partido ha defendido posiciones más favorables a los inmigrantes y las minorías raciales y culturales. Y a Gore le ocurre lo mismo que a Bush: su simpatía por lo hispano data de antiguo. El vicepresidente chapurrea algunas frases en español, lengua cuyos rudimentos aprendió en el colegio y en una estancia en México. Ahora su hija Karenna, convertida en una de sus principales asesoras de campaña, le entrena en el manejo de esa lengua, que ella consolidó durante unas prácticas de periodismo en España. En su página web en español (www.algore2000.com/espanol), Gore promete construir un EE UU "mejor no sólo económicamente, sino en todos los aspectos".
 
 

Los esfuerzos de Gore por soltar algo en castellano en sus discursos han merecido comentarios divertidos en la prensa. Por ejemplo, Gore, en una jornada muy calurosa en El Paso, dijo: "Qué felicidad me da estar aquí con ustedes, aunque sea un poco caliente". "Gore y Bush", escribe Time , "saben que si alguien quiere cabalgar la próxima ola de la política norteamericana, debe tomar lecciones de español". El voto latino es crucial en siete Estados (California, Tejas, Florida, Nueva York, Illinois, Arizona y Colorado) para conquistar la Casa Blanca. Y aunque de diversos orígenes nacionales, "los hispanos han adquirido en esta década un sentimiento de comunidad con derechos colectivos", dice Lidia Camarillo, del Proyecto para la Educación del Votante, de San Antonio.
 
 

No todo el mundo lo ve así. Pat Buchanan, el ultraconservador comentarista periodístico que aspira a hacerse con la candidatura presidencial del Partido Reformista, despotrica del bilingüismo de la actual campaña. "La última vez que hice un recuento, la mayoría de los americanos hablaban inglés", dice. 

Hillary patina en su campaña política

JAVIER DEL PINO, Washington 
Sólo un amigo de los Clinton podía haber explicado de forma tan irreverente el pluriempleo de Hillary, que a duras penas consigue hacer compatible su papel de primera dama de EE UU con su aspiración de convertirse en senadora por Nueva York en las próximas elecciones. Dick Morris, reconocido clintonólogo que durante años asesoró al presidente en la Casa Blanca, ha explicado su teoría: "La campaña política de Hillary es el regalo con el que Bill Clinton le pide perdón".
 
 

Esta lectura redunda en la que hacen quienes otorgan una doble personalidad a Hillary: una, indulgente, la que mostró en público cuando se conocieron las últimas infidelidades de su marido; otra, colérica, aumentando sus ya considerables dosis de ambición para buscarse un futuro que convierte a su marido en un instrumento.
 
 

Dick Morris explica: "Hillary necesita a Bill para recaudar dinero en su campaña política". Sólo si acude a las galas políticas acompañada de su marido logrará fondos. Morris dice que Hillary va a perder esas elecciones frente a su posible contrincante republicano, el ultraconservador Rudolph Giuliani. Su quiniela es ésta: "Creo que va a perder. Y si pierde, necesita a Bill para seguir adelante. Pero si gana, se divorciará de él". Y esa sería la revancha que acabaría, por fin, al caso Lewinsky .
 
 

Consolida esta teoría la decisión de Hillary de trasladar su residencia a Nueva York y poner 400 kilómetros de distancia con su marido. Es la primera vez que la primera dama abandona la Casa Blanca antes que su marido, de igual modo que el próximo miércoles será la primera vez en la que Bill Clinton esté solo cuando pulse el interruptor que enciende el árbol de Navidad situado frente a la Casa Blanca.
 
 

Mientras, Hillary prosigue con una campaña al Senado que sólo sobrevive por ser quien es, dado el volumen de errores que comete. Perdió a los electores puertorriqueños cuando se opuso al indulto que su marido concedió a un grupo de independentistas de la isla. Perdió a los electores judíos cuando, en un viaje reciente a Jordania, la esposa de Yasir Arafat culpó a Israel de usar gases químicos para envenenar a los palestinos, y Hillary besó a la mujer después de semejante afirmación. Y perdió a los seguidores de los Yankees de Nueva York al reconocer que su corazón deportivo está compartido con los Cubs de su Chicago natal, que es como presentarse a alcalde de Barcelona con una camiseta del Real Madrid. Y sigue con su campaña. 

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