Estado de excepción
en Paraguay tras el intento fallido de golpe del general Oviedo
El ex jefe del Ejército niega categóricamente estar
implicado en el levantamiento militar
ANDREA MACHAIN, Asunción
Asunción amaneció en calma tras la intentona golpista
de la noche del jueves, en la que predominó la confusión,
el desorden y la incertidumbre. El Gobierno declaró el estado de
excepción. El ex general paraguayo Lino César Oviedo negó
ayer categóricamente que él o su movimiento político
estén implicados en el intento de golpe de Estado. "Desmiento de
forma categórica y determinante que UNACE (Unión Nacional
de Colorados Eticos) esté complicada en levantamiento militar alguno,
si bien desconocemos este Gobierno por ilegítimo y usurpador", dijo
Oviedo desde la clandestinidad.
Tanquetas de seguidores del general golpista
Oviedo se dirigen al Cuartel General de la
Policía (EPA).
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En un comunicado leído a Radio Paraná, de Encarnación,
al sur del país, el ex jefe del Ejército exhortó a
la ciudadanía de su país a la "sensatez y cordura" y alertó
sobre lo que considera "una maniobra de fines inconfesos de parte de quienes
están usurpando el Gobierno".
Pero son pocos los que están dispuestos a prestar credibilidad
a las declaraciones del militar quien tiene en su haber por lo menos dos
intentos serios de subversión, mientras se encontraba en servicio
activo, y por lo menos cinco intentos de sedición en los últimos
diez años. Oviedo se encuentra prófugo desde que el pasado
diciembre desapareciese de Argentina, un día antes de que asumiera
el nuevo Gobierno de ese país, y donde se encontraba como asilado
político.
Al menos 30 oficiales militares de alto rango están detenidos
en la guardia presidencial, entre ellos varios generales y coroneles retirados
del Ejército. También están privados de su libertad
al menos cuatro diputados y varios políticos pertenecientes al movimiento
UNACE, que preside Oviedo.
Poco antes de la medianoche del jueves, un grupo de soldados de la caballería,
en traje de combate, tomó algunas radios locales y transmitió
un mensaje. El grupo se autodenominaba Movimiento Patriótico Fulgencio
Yegros, un héroe de la independencia, y proponía la rebelión
como única alternativa para cambiar un Gobierno que según
el comunicado, es "ilegítimo". Poco después, el presidente
de la república, Luis Ángel González Macchi, exhortaba
a la calma.
Minutos más tarde, cinco tanquetas se dirigieron hacia la capital
y dispararon al edificio del Congreso, aunque sin causar heridos. A pesar
de que fuerzas leales intercambiaron disparos con los rebeldes no hubo
que lamentar bajas.
En un mensaje a la nación González Macchi dijo ayer que
"el oviedismo desestabilizador y antidemocrático está
en desbandada". "La crisis está controlada, los sublevados detenidos
y la voluntad política en favor de la democracia está más
firme que nunca", añadió.
A última hora de ayer, fuerzas militares custodiaban puntos estratégicos
de la capital, aunque en las calles de Asunción reinaba la normalidad
pese a la intentona golpista.
Un militar con ínfulas de césar
JUAN JESÚS AZNÁREZ
Cualquier imputación contra este general de corta alzada e ínfulas
de césar, contra Lino Oviedo, debe ser atendida desde que años
atrás se lanzara en paracaídas de un helicóptero montado
sobre un caballo de raza. El jinete bonsai, el jefe castrense que
disfrazaba a sus tropas de tribunos romanos y los hacía desfilar
por las calles de Asunción en animada charanga carnavalesca, fue
siempre un hombre de acción, y los patios de armas paraguayos aún
celebran la abundancia testicular demostrada cuando, granada en mano, intimó
en 1989 la rendición del dictador Alfredo Stroessner.
Su arrojo en el apresamiento del sátrapa que durante 30 años
había administrado Paraguay como un latifundio le encaramó
en el vértice castrense. Oviedo se vio querido, predestinado. Aprovechando
las despensas militares, ganó el campesinado, y el desembarco político.
En abril de 1996, siempre rebelde, desobedeció una orden del presidente
Juan Carlos Wasmosy, prorrogó el desacato en un regimiento de caballería
y depuso las armas a la espera de consumar el golpe en mejor ocasión.
Ganador de las primarias del gubernamental Partido Colorado, dividido en
facciones que compiten entre ellas, fue detenido por Wasmosy para impedir
su candidatura en las presidenciales del 98.
Condenado a diez años, cumplió sólo uno al ser
liberado por su delegado, el presidente Raúl Cubas, ganador de aquellas
elecciones. "¡Cubas, al Gobierno; Oviedo, al poder!", desafió
en campaña la militancia oviedista.
Lino César Oviedo.
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Obligado el reparto de cargos entre la familia colorada, Cubas designó
vicepresidente a un acérrimo enemigo de Oviedo, a Luis María
Argaña, servidor de Stroessner desde la judicatura, el Ministerio
de Exteriores o la dirección del podrido partido. El asesinato de
Argaña, el 23 de marzo de 1999, cuando promovía un juicio
político para destituir a Cubas, desencadenó choques callejeros,
cuatro muertos y más de 100 heridos. Procesado por el Congreso el
28 de marzo, acusado de complicidad con el general en el magnicidio, Cubas
partió al exilio. Oviedo huyó a Argentina, acogido por el
presidente Carlos Menem. Recluido en la Patagonia porque conspiraba abiertamente
contra el Gobierno de Luis González Machi, burló a sus guardianes
y prosiguió la maquinación desde ignorado paradero.
Críticas al Ejecutivo por
su falta de reflejos ante los golpistas
A. M. , Asunción
Algunos políticos y comentaristas criticaron duramente al Gobierno
por no haber estado preparado para enfrentarse a los acontecimientos a
pesar de que el Ejecutivo tenía informes del espionaje de movimientos
extraños en el Primer Cuerpo del Ejército, el de caballería,
las armas del general Oviedo.
Hasta ahora resulta incomprensible por qué las tanquetas de la
caballería lograron circular libremente por la ciudad sin que nadie
se les interpusiera si presuntamente la Fuerza Aérea, la Armada
y el resto del Ejército permanecieron leales al Gobierno.
Quedan muchas preguntas por responder. ¿Por qué se pudo
tomar la sede de la policía? o ¿por qué las tanquetas
de la caballería fueron capaces de abandonar los cuarteles del Ejército
sin que ningún comandante pudiera impedirlo? ¿Qué
pretendían los rebeldes que se levantaron? La falta de organización
y el estado de confusión han llevado a muchos a concluir que la
maniobra fue un golpe suicida de los rebeldes o de un gran aparato montado
por el Gobierno para lograr consolidar su poder político.
Por el momento, la primera de las hipótesis tiene más
asidero. La democracia paraguaya, aunque todavía muy frágil,
ha logrado sobrevivir a varios atentados en su contra, y cuenta con el
firme respaldo de los otros países de la región. En plena
crisis, el presidente argentino, Fernando de la Rúa, hizo una declaración
pública de respaldo al Gobierno paraguayo. También condenó
la intentona golpista el resto de los países que componen el Mercosur
-Uruguay y Brasil-, así como Bolivia, Chile y Estados Unidos.
Pero también quedó en evidencia la gran incapacidad del
Ejecutivo para mantener las cosas bajo control. Hasta el momento, el Gobierno
del presidente Luis González Macchi, que asumió el cargo
el 29 de marzo del año pasado tras la renuncia de su antecesor,
ha sido incapaz de proponer soluciones a los problemas del país,
y el descontento popular ha ido en aumento. A diario, campesinos, sindicalistas
y representantes de organizaciones civiles organizan marchas en contra
de las autoridades a las que solo un año atrás habían
entregado carta blanca.
Condena de la OEA
También el Consejo Permanente de la Organización de Estados
Americanos (OEA) condenó "enérgicamente" la intentona golpista
y expresó su respaldo al Gobierno del González Macchi, informa
Efe.
En una reunión extraordinaria, el consejo de la organización
aprobó una resolución que censura "este atentado contra el
orden democrático y constitucional de Paraguay".
"Con esta resolución, la OEA reafirma que es la institución
que defiende las estructuras democráticas en el continente", afirmó
el presidente del Consejo Permanente, el embajador boliviano Marcelo Ostria
Trigo. |