Soldados dominicanos
maltratan y deportan a votantes de origen haitiano
El socialdemócrata Mejía, favorito en las presidenciales
de mañana
J. J. AZNÁREZ / ENVIADO ESPECIAL, Santo
Domingo
En batidas nocturnas que evocaron otras persecuciones, soldados
e inspectores de Migración irrumpieron en decenas de domicilios
de negros de origen haitiano en Sabana Grande, arrebataron carnés
electorales y maltrataron o deportaron a sus titulares. Operaciones semejantes
ocurrieron en otras poblaciones de la República Dominicana, que
mañana elige a su nuevo presidente.
La operación policial fue denunciada ante la Junta Central Electoral
(JCE). Cientos de miles de braceros ahuyentados por la miseria de Haití,
que comparte con la República Dominicana la isla La Española,
cosechan desde hace décadas los cañaverales de azúcar
de un país de cerca de ocho millones de habitantes, cuya presidencia
disputan el socialdemócrata Hipólito Mejía, del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), que ganará la primera vuelta sin
mayoría absoluta, según las encuestas; el caudillo conservador,
nonagenario y ciego Joaquín Balaguer, del Partido Reformista Social
Cristiano (PRSC), y el centrista Danilo Medina, del gubernamental Partido
de la Liberación Dominicana (PLD).
La hostilidad contra la peonada haitiana, y sus descendientes, en esta
nación mayoritariamente mulata, es de antigua data, y de perfil
racista en muchos casos, pero en periodos electorales obedece principalmente
a razones políticas, al severo escrutinio del padrón. Los
sondeos demuestran que el electorado de origen haitiano vota mayoritariamente
al Partido de la Revolución Dominicana (PRD), históricamente
liderado por el carismático Francisco Peña Gómez,
fallecido hace dos años, un socialdemócrata negro como el
carbón cuyos padres, según los informes divulgados en Santo
Domingo, fueron haitianos asesinados en la matanza de miles ordenada por
el dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
Deportados
El Comité Dominicano de los Derechos Humanos y la Asociación
Mutual de los Bateyes pidieron la intervención de la Organización
de Estados Americanos (OEA) después de denunciar que "centenares
de dominicanos negros" han sido deportados a Haití por la Dirección
de Migración desde sus casas en la ciudad de Santiago u otras localidades
del suroeste. Juana Vallejo, presidenta de la Junta Electoral en Sabana
Grande de Boya, dijo que las patrullas castrenses alejaron a los detenidos
de sus hogares "hacia no se sabe dónde, o los dispersan por los
caminos". Santiago Murray, jefe de la misión de observadores de
la OEA, calificó de "graves" las denuncias, especialmente la de
la funcionaria, y prometió investigarlas. El jefe de Gobierno, Leonel
Fernández, alertado, recibió a la Junta Central Electoral
poco después de que ésta intimara a la Dirección de
Migración la entrega de todos los documentos incautados a los ciudadanos
perseguidos como haitianos.
Inevitablemente, la protestada comprobación del censo recordó
la pregunta atribuida a los verdugos de Trujillo durante la escabechina
de los años treinta, en un genocidio de más de 15.000 haitianos.
Ante la duda, la turba de macheteros preguntaba: "Di perejil". Si el sospechoso
respondía "pegejil", demostraba su nacimiento en Haití, en
la odiada ex colonia francesa, y era hombre muerto.
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