El País Digital
Jueves 
3 febrero 
2000 - Nº 1371
INTERNACIONAL
Cabecera
Decenas de heridos y detenidos en la mayor protesta universitaria en México desde 1968 

Batalla campal entre policías y estudiantes en huelga en el principal campus de América Latina 

JUAN JESÚS AZNÁREZ, México 
La mayoría de los heridos sangraba por la cabeza, otros sufrieron fractura de huesos. La violencia irrumpió de nuevo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cerrada desde abril de 1999, y la batalla campal entre huelguistas y quienes no lo son acabó la noche del martes con más de 37 heridos y 251 detenidos. La policía condujo ante los jueces a dirigentes de un conflicto que arrancó contra la subida de matrículas y no acaba porque los huelguistas exigen participar de forma decisiva en la reestructuración de la principal universidad de América Latina. 
 
Los antidisturbios rompen una barricada en la
Universidad Nacional Autónoma de México (AP).
La última bronca comenzó con la toma de un centro de formación preuniversitaria de la capital de México por parte de medio centenar de miembros de un cuerpo de seguridad interna de la UNAM, que pronto fueron sacados a palos por los estudiantes en paro. Unos y otros pidieron ayuda, acudieron cientos a la convocatoria y el recinto fue ocupado por contendientes armados con tubos de hierro, palos, llaves inglesas, petardos, o piedras. "¡Huelga! ¡Huelga! ¡Huelga!", gritaban los que más pegaron.
 
 

El cuerpo a cuerpo fue intenso, y los empleados que habían tratado de forzar la reanudación de las clases corrieron con la peor parte. Varios quedaron sin conocimiento y fueron desalojados del lugar en camilla; otros abandonaron el lugar en brazos de sus compañeros. "Les dieron con una gran saña, como si los odiaran", dijeron testigos presenciales. Aproximadamente 300 policías, con bastones y escudos, sometieron a los huelguistas.
 
 

Las autoridades académicas y los iracundos jefes de la protesta académica más grave desde las revueltas de 1968 siguen sin entenderse. Todos los contactos y negociaciones han fracasado, y los huelguistas parecen no atender a otras razones que no sean las suyas. La consulta promovida por el rectorado el pasado 20 de enero entre la comunidad universitaria, ganada por los estudiantes favorables a la conclusión del conflicto por cerca de un 90% del escrutinio, fue desautorizada por el Consejo General de Huelga (CGH) por "antidemocrática" o "trucada".
 
 

La Policía Federal Preventiva controlaba ayer los accesos a la escuela donde se registraron los enfrentamientos, en tanto que los consejos tutelares de menores intervenían en las diligencias contra 125 estudiantes bajo su jurisdicción, y otros tantos detenidos, mayores de edad, escuchaban cargos de terrorismo, motín y sabotaje. "Alto al terrorismo de Estado", decía una de las pancartas colocadas ayer en la UNAM. "No, a la intervención de la Policía Federal Preventiva". Cuál va a ser la correlación de fuerzas en un eventual Congreso resolutivo con facultades para redactar los nuevos fundamentos de la UNAM es el punto que divide a las dos partes. Las posibilidades de conciliación son, de momento, pocas. La dirección del paro no acepta que los profesores, los investigadores, las autoridades gubernamentales y los empleados tengan, en conjunto, más votos que los estudiantes, y anticipan que así perderán todas las votaciones sobre aspectos esenciales para la principal casa de estudios mexicana, que cuenta con más de 300.000 personas entre población escolar, profesores, científicos y trabajadores.
 
 

Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, que en diciembre del pasado año sustituyó a Francisco Barnes, derrotado por la huelga, propuso, recientemente, sin éxito, anular la subida de tarifas, perdonar a los universitarios procesados y acometer la creación del Congreso resolutivo.
 
 

De la Fuente atribuyó las principales responsabilidades de lo ocurrido el martes a "grupos con intereses ajenos a la UNAM, organizaciones que carecen de respeto por la vida universitaria y que la han usado para fines ajenos para los que fue concebida".
 
 

"Algunos de esos grupos", agregó en conferencia de prensa, "son conocidos por la sociedad mexicana por sus tintes subversivos como el Ejército Popular Revolucionario [EPR, ultraizquierda] que claramente señaló que continuaría su apoyo al Consejo General de Huelga y actuaría en consecuencia".
 
 

Un editorial del diario La Jornada se preguntaba, sin embargo, "quién ordenó el despliegue de trabajadores de la Dirección General de Protección a la Comunidad, esa semipolicía universitaria al mando de Brígido Navarrete, en un establecimiento que se encontraba en poder de los paristas [huelguistas], decisión que no encaja con las exhortaciones formuladas a los antiparistas por el rector Juan Ramón de la Fuente en el sentido de evitar la violencia". 

Ultrazapatismo Luminoso


La vanguardia al frente de las protestas universitarias enseña el trasero embadurnado con los colores anarquistas o la bandera nacional, glorifica la memoria del guerrillero Ernesto Che Guevara, milita en el ultrazapatismo y llama pendejos vendepatrias a los universitarios dispuestos a levantar la huelga porque consideran que parte de las reclamaciones han sido atendidas y el resto puede debatirse con las aulas abiertas.
 
 

Las versiones sobre infiltraciones guerrilleras en el Consejo General de Huelga son recogidas a diario en la prensa mexicana. La más inquietante cita al maoísmo del grupo terrorista peruano Sendero Luminoso como el inspirador de la numantina resistencia. Varios tribunos de las protestas vitorearon en ocasiones al presidente Gonzalo, encarcelado cabecilla de Sendero Luminoso, y algunas pintadas lo incluyen en una orla que completan Engels, Mao y Stalin "los maestros del proletariado". "El marxismo-leninismo nos guiará por un sendero luminoso para la revolución proletaria".
 
 

El analista Ciro Gómez Leyva, para quien no hay pruebas que avalen la teoría de la subversión, advierte sobre el peligro de sazonar un conflicto con rumores e historias incompletas. "Al adversario político se le combate con política, como está haciendo el rector. A la guerrilla se la elimina con metralla". 

El conflicto de la UNAM irrumpe en la campaña de las presidenciales 

J. J. A , México 
Francisco Labastida, candidato del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia en las elecciones del próximo 2 de julio, admitía ahora hace un año que la huelga de la UNAM había superado los límites académicos. "Se ha convertido en un conflicto político". Labastida era entonces ministro del Interior y escrutaba el desarrollo de la protesta desencadenada el 20 de abril de 1999 contra el incremento de las cuotas de inscripción: de un simbólico medio dólar anual (unas 80 pesetas) a aproximadamente cien (unas 16.000 pesetas). "Nuestros grupos de inteligencia tienen detectada a bastante gente ajena al conflicto", advertía Labastida.
 
 

El cruce de acusaciones, las denuncias sobre aprovechamiento electoral del paro estudiantil, fueron constantes entre el PRI y los opositores Partido de la Revolución Democrática (PRD, centro izquierda) y el Partido de Acción Nacional (PAN, conservador).
 
 

Labastida llegó a pedir a Cuauhtémoc Cárdenas, alcalde de Ciudad de México hasta su reciente designación como candidato presidencial del PRD, que sacara las manos de la universidad, que dejara de utilizarla como ariete contra el PRI. "El responsable de crear el Frankenstein es Labastida", respondió Amalia García, que sustituyó a Cárdenas en la alcaldía. "Con los energúmenos que la dirigen, la huelga perjudica más a la izquierda que al PRI", comentaron fuentes oficiales.
 
 

Confuso el epicentro de la protesta, el curso de los acontecimientos, su radicalismo, parecen demostrar que la jefatura de la huelga ha sobrepasado desde el principio, y por la izquierda, a los tres partidos en disputa. El cierre de escuelas, facultades, laboratorios y centros de investigación, que se alzó en los campus de la capital mexicana con la igualdad de oportunidades para ricos y pobres como bandera, obligó a la suspensión del Reglamento General de Pagos. Conseguido este primer triunfo, los manifestantes comprobaron que otros más importantes eran también posibles, y reclamaron entonces el oro y el moro: la gratuidad de la enseñanza como fundamento de cualquier negociación y que los estudiantes lideraran la edificación de los nuevos cimientos de la UNAM.
 
 

Contra la oligarquía
 
 

La institución, antes de nada, debe ser popular, alejada de cualquier ensayo privatizador y susceptible de poder movilizarse cuando el Gobierno de turno aplique políticas "favorables a la oligarquía, a esa bola de ladrones que nos ha gobernado, y contrarias a los intereses populares".
 
 

Las voces a favor de las clases fueron apagadas siempre en cualquier asamblea por los dicterios, o empujones, de los ultras. El rector Juan Ramón de la Fuente se decidió entonces por la consulta. Votaron el pasado 20 de enero 180.000 estudiantes y empleados de la UNAM, y cerca del 90% se pronunció por levantar la huelga. De la Fuente dividió al CGH, pero los más radicales se adueñaron de su dirección y en ella siguen a sangre y fuego.
 
 

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid