Decenas de heridos
y detenidos en la mayor protesta universitaria en México desde 1968
Batalla campal entre policías y estudiantes en huelga en el
principal campus de América Latina
JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
La mayoría de los heridos sangraba por la cabeza, otros sufrieron
fractura de huesos. La violencia irrumpió de nuevo en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), cerrada desde abril de
1999, y la batalla campal entre huelguistas y quienes no lo son acabó
la noche del martes con más de 37 heridos y 251 detenidos. La policía
condujo ante los jueces a dirigentes de un conflicto que arrancó
contra la subida de matrículas y no acaba porque los huelguistas
exigen participar de forma decisiva en la reestructuración de la
principal universidad de América Latina.
Los antidisturbios rompen una barricada en la
Universidad Nacional Autónoma de México
(AP).
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La última bronca comenzó con la toma de un centro de formación
preuniversitaria de la capital de México por parte de medio centenar
de miembros de un cuerpo de seguridad interna de la UNAM, que pronto fueron
sacados a palos por los estudiantes en paro. Unos y otros pidieron ayuda,
acudieron cientos a la convocatoria y el recinto fue ocupado por contendientes
armados con tubos de hierro, palos, llaves inglesas, petardos, o piedras.
"¡Huelga! ¡Huelga! ¡Huelga!", gritaban los que más
pegaron.
El cuerpo a cuerpo fue intenso, y los empleados que habían tratado
de forzar la reanudación de las clases corrieron con la peor parte.
Varios quedaron sin conocimiento y fueron desalojados del lugar en camilla;
otros abandonaron el lugar en brazos de sus compañeros. "Les dieron
con una gran saña, como si los odiaran", dijeron testigos presenciales.
Aproximadamente 300 policías, con bastones y escudos, sometieron
a los huelguistas.
Las autoridades académicas y los iracundos jefes de la protesta
académica más grave desde las revueltas de 1968 siguen sin
entenderse. Todos los contactos y negociaciones han fracasado, y los huelguistas
parecen no atender a otras razones que no sean las suyas. La consulta promovida
por el rectorado el pasado 20 de enero entre la comunidad universitaria,
ganada por los estudiantes favorables a la conclusión del conflicto
por cerca de un 90% del escrutinio, fue desautorizada por el Consejo General
de Huelga (CGH) por "antidemocrática" o "trucada".
La Policía Federal Preventiva controlaba ayer los accesos a la
escuela donde se registraron los enfrentamientos, en tanto que los consejos
tutelares de menores intervenían en las diligencias contra 125 estudiantes
bajo su jurisdicción, y otros tantos detenidos, mayores de edad,
escuchaban cargos de terrorismo, motín y sabotaje. "Alto al terrorismo
de Estado", decía una de las pancartas colocadas ayer en la UNAM.
"No, a la intervención de la Policía Federal Preventiva".
Cuál va a ser la correlación de fuerzas en un eventual Congreso
resolutivo con facultades para redactar los nuevos fundamentos de la
UNAM es el punto que divide a las dos partes. Las posibilidades de conciliación
son, de momento, pocas. La dirección del paro no acepta que los
profesores, los investigadores, las autoridades gubernamentales y los empleados
tengan, en conjunto, más votos que los estudiantes, y anticipan
que así perderán todas las votaciones sobre aspectos esenciales
para la principal casa de estudios mexicana, que cuenta con más
de 300.000 personas entre población escolar, profesores, científicos
y trabajadores.
Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, que en diciembre
del pasado año sustituyó a Francisco Barnes, derrotado por
la huelga, propuso, recientemente, sin éxito, anular la subida de
tarifas, perdonar a los universitarios procesados y acometer la creación
del Congreso resolutivo.
De la Fuente atribuyó las principales responsabilidades de lo
ocurrido el martes a "grupos con intereses ajenos a la UNAM, organizaciones
que carecen de respeto por la vida universitaria y que la han usado para
fines ajenos para los que fue concebida".
"Algunos de esos grupos", agregó en conferencia de prensa, "son
conocidos por la sociedad mexicana por sus tintes subversivos como el Ejército
Popular Revolucionario [EPR, ultraizquierda] que claramente señaló
que continuaría su apoyo al Consejo General de Huelga y actuaría
en consecuencia".
Un editorial del diario La Jornada se preguntaba, sin embargo,
"quién ordenó el despliegue de trabajadores de la Dirección
General de Protección a la Comunidad, esa semipolicía universitaria
al mando de Brígido Navarrete, en un establecimiento que se encontraba
en poder de los paristas [huelguistas], decisión que no encaja con
las exhortaciones formuladas a los antiparistas por el rector Juan Ramón
de la Fuente en el sentido de evitar la violencia".
Ultrazapatismo Luminoso
La vanguardia al frente de las protestas universitarias enseña
el trasero embadurnado con los colores anarquistas o la bandera nacional,
glorifica la memoria del guerrillero Ernesto Che Guevara, milita en el
ultrazapatismo y llama pendejos vendepatrias a los universitarios dispuestos
a levantar la huelga porque consideran que parte de las reclamaciones han
sido atendidas y el resto puede debatirse con las aulas abiertas.
Las versiones sobre infiltraciones guerrilleras en el Consejo General
de Huelga son recogidas a diario en la prensa mexicana. La más inquietante
cita al maoísmo del grupo terrorista peruano Sendero Luminoso como
el inspirador de la numantina resistencia. Varios tribunos de las protestas
vitorearon en ocasiones al presidente Gonzalo, encarcelado cabecilla de
Sendero Luminoso, y algunas pintadas lo incluyen en una orla que completan
Engels, Mao y Stalin "los maestros del proletariado". "El marxismo-leninismo
nos guiará por un sendero luminoso para la revolución proletaria".
El analista Ciro Gómez Leyva, para quien no hay pruebas que avalen
la teoría de la subversión, advierte sobre el peligro de
sazonar un conflicto con rumores e historias incompletas. "Al adversario
político se le combate con política, como está haciendo
el rector. A la guerrilla se la elimina con metralla".
El conflicto de la UNAM irrumpe en
la campaña de las presidenciales
J. J. A , México
Francisco Labastida, candidato del gobernante Partido Revolucionario
Institucional (PRI) a la presidencia en las elecciones del próximo
2 de julio, admitía ahora hace un año que la huelga de la
UNAM había superado los límites académicos. "Se ha
convertido en un conflicto político". Labastida era entonces ministro
del Interior y escrutaba el desarrollo de la protesta desencadenada el
20 de abril de 1999 contra el incremento de las cuotas de inscripción:
de un simbólico medio dólar anual (unas 80 pesetas) a aproximadamente
cien (unas 16.000 pesetas). "Nuestros grupos de inteligencia tienen detectada
a bastante gente ajena al conflicto", advertía Labastida.
El cruce de acusaciones, las denuncias sobre aprovechamiento electoral
del paro estudiantil, fueron constantes entre el PRI y los opositores Partido
de la Revolución Democrática (PRD, centro izquierda) y el
Partido de Acción Nacional (PAN, conservador).
Labastida llegó a pedir a Cuauhtémoc Cárdenas,
alcalde de Ciudad de México hasta su reciente designación
como candidato presidencial del PRD, que sacara las manos de la universidad,
que dejara de utilizarla como ariete contra el PRI. "El responsable de
crear el Frankenstein es Labastida", respondió Amalia García,
que sustituyó a Cárdenas en la alcaldía. "Con los
energúmenos que la dirigen, la huelga perjudica más a la
izquierda que al PRI", comentaron fuentes oficiales.
Confuso el epicentro de la protesta, el curso de los acontecimientos,
su radicalismo, parecen demostrar que la jefatura de la huelga ha sobrepasado
desde el principio, y por la izquierda, a los tres partidos en disputa.
El cierre de escuelas, facultades, laboratorios y centros de investigación,
que se alzó en los campus de la capital mexicana con la igualdad
de oportunidades para ricos y pobres como bandera, obligó a la suspensión
del Reglamento General de Pagos. Conseguido este primer triunfo, los manifestantes
comprobaron que otros más importantes eran también posibles,
y reclamaron entonces el oro y el moro: la gratuidad de la enseñanza
como fundamento de cualquier negociación y que los estudiantes lideraran
la edificación de los nuevos cimientos de la UNAM.
Contra la oligarquía
La institución, antes de nada, debe ser popular, alejada de cualquier
ensayo privatizador y susceptible de poder movilizarse cuando el Gobierno
de turno aplique políticas "favorables a la oligarquía, a
esa bola de ladrones que nos ha gobernado, y contrarias a los intereses
populares".
Las voces a favor de las clases fueron apagadas siempre en cualquier
asamblea por los dicterios, o empujones, de los ultras. El rector Juan
Ramón de la Fuente se decidió entonces por la consulta. Votaron
el pasado 20 de enero 180.000 estudiantes y empleados de la UNAM, y cerca
del 90% se pronunció por levantar la huelga. De la Fuente dividió
al CGH, pero los más radicales se adueñaron de su dirección
y en ella siguen a sangre y fuego.
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