El País DigitalLunes
1 junio
1998 - Nº 759

El ex dictador Pérez Jiménez volverá a Venezuela si Chávez gana las elecciones

WINSTON MANRIQUE, Madrid
Exiliado en una urbanización de lujo en Madrid, el último dictador de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez, de 82 años, confía en volver a su país «en condiciones honorables». Así se lo ha prometido Hugo Chávez, el golpista que intentó una asonada en 1992 y que hoy lidera las encuestas para las elecciones presidenciales de diciembre. Chávez acudió hace pocos días a la capital española para entrevistarse por sorpresa con Pérez Jiménez.

Se trata del último y más sonado golpe de efecto de la política venezolana: un golpe redondo. Sus dos protagonistas son militares y golpistas. Uno, Pérez Jiménez, se hizo con el poder en Venezuela entre 1951 y 1958. El otro es el ex teniente coronel Hugo Chávez Frías, quien fracasó en su intento de derrocar a Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992 y que ahora es candidato a la presidencia de Venezuela en las elecciones de diciembre de este año. Las encuestas le sitúan en primer lugar. En Madrid, Chávez le dijo a Pérez Jiménez que, bajo un eventual Gobierno suyo, el ex dictador sería bien recibido.

En declaraciones a este periódico, Pérez Jiménez expresó su satisfacción por un hipotético retorno a Venezuela desde su casa en La Moraleja de Madrid (vive en España desde hace 40 años), después de que el fin de semana pasado recibiera a Chávez. Con todo, el ex dictador sabe que no será fácil, porque Chávez, líder del Movimiento V República, tendría que disolver el Congreso y luego crear una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución, que prohíbe el regreso de Pérez Jiménez. Chávez ya ha prometido que, si gana, disolverá el Congreso.

El viejo dictador, como él mismo se llama, asegura que no le molestan los adjetivos usados para designarle, por dos razones: «El tiempo me ha curtido» y porque dice estar convencido de que «a través de la historia no se ha visto que ningún dictador sea majadero, y en cambio, mucha gente liberal o demócrata ha resultado ser mala gobernante».

Nadie le quita esa idea de la cabeza. De tal manera que asegura que en Venezuela se le considera «el jefe de Estado menos malo de este siglo». Ésa es la razón a la que atribuye la pervivencia de su supuesto buen nombre en Venezuela.

Chávez comparte un poco de esa idea y por eso ha buscado su respaldo. Aunque más como un golpe efectista y popular que otra cosa, según analistas venezolanos. Y todo ello para aumentar su aceptación entre los votantes que lo mantienen, a siete meses de las elecciones, en el primer lugar de las encuestas, por encima de la ex Miss Universo Irene Sáenz, recientemente proclamada candidata presidencial por el partido democristiano Copei, y allanar así el camino al palacio de Miraflores, residencia del presidente.

La popularidad de Chávez asusta a los sectores más democráticos de Venezuela y ha sembrado la inquietud entre los empresarios, que contemplan con temor su programa económico, una mezcla de dirigismo y estatalismo pasado de moda. La Bolsa reacciona a la baja a cada nueva muestra de avance de Chávez.

Pérez Jiménez cree, en cambio, que Chávez lo que ha hecho es identificar en su figura el sentir popular de los venezolanos de alguien que representa la disciplina y la honestidad. «Venezuela necesita de cosas que le den dignidad», sentencia el ex dictador, que añade con rotundidad: «Alguien que le devuelva el prestigio».

Ejercer una tutela

Él se ve como una especie de imagen tutelar sobre un hipotético futuro Gobierno de Chávez. Pérez Jiménez aclara que no aspira a volver a la actividad política y reconoce que no tiene condiciones físicas para ello, aunque «sí espirituales y morales». Tampoco se ve de político, porque no tiene madera, según afirma: «No sirvo para callar las cosas o adornarlas. Lo que tengo que decir, lo digo».

Por lo pronto, el viejo dictador, desde su casa de Madrid, acaricia sus ilusiones de regresar con los honores restituidos a Venezuela, aunque reconoce: «Con los achaques de salud que tengo, cualquier cosa puede pasar».

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