El País Digital
Viernes 12 junio 1998 - Nº 770 Los familiares de 'desaparecidos' dicen que son 500 los niños robados durante la dictadura militar argentina
CARLOS ARES , Buenos Aires
Estela Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, recuerda su propia historia: «Mi hija, Laura, fue secuestrada junto con su marido. Por una carta anónima nos enteramos de que estaba viva y que su embarazo seguía adelante. Nos pedía que estuviéramos atentos al nacimiento del bebé, que debía producirse en junio de 1978. La asesinaron en la madrugada del 25 de agosto. El policía que me atendió me dijo que iba en un automóvil y no acató la orden de detención. Por eso fue eliminada. No pude verla. No me dejaron verla. Pero después nos enteramos de que tenía la cara destrozada por un disparo a quemarropa y que también le habían destrozado el vientre, seguramente para que no se pudiera comprobar el nacimiento de mi nieto. Por gente que pasó por el centro clandestino de detención donde estuvo ella sé que es un varón. Yo lo sigo buscando. Y lo seguiré buscando todos los días de mi vida». Es, tan sólo un caso. Uno de los que han servido para encerrar a Videla. Aún hoy, con el ex general preso, Argentina se divide. La oposición teme que todo se trate de una burda maniobra del Gobierno para mejorar su imagen. El Ejecutivo, acosado por la multiplicación de juicios contra los golpistas dentro y fuera del país, necesita oxígeno, argumentan. Desde el poder se rechaza la detención de Videla. La califican de política. No entienden que la orden de captura llegue por procesos iniciados hace más de 10 años. Mientras los hombres discuten, las Madres y los hijos exigen. Gritan, insultan, cantan. Olé, olé, olá / como a los nazis / les va a pasar / adonde vayan / los iremos a buscar / olé, olé, olá. O pintan con aerosol en las paredes donde viven los responsables esa palabra tantas veces callada: ¡Asesinos! Las Abuelas estiman que hay 500 niños desaparecidos. Hasta ahora sólo recibieron 255 denuncias y comprobaron que 71 de esos chicos fueron secuestrados; 131 nacieron en cautiverio y 45 fueron hallados. Hay cinco casos de chicos muertos, cuatro asesinados por los militares y uno abandonado hasta su muerte en un hospital. Hay 13 niños que conocen su verdadera historia y llevan el apellido de sus padres biológicos pero continúan viviendo con sus padres de crianza por un acuerdo de las partes. Otros 22 fueron reintegrados a sus familias de origen, siete de ellos por orden judicial. Paula Lugones, secuestrada junto con sus padres a un mes de cumplir dos años, fue la primera niña localizada. Un comisario de policía y su esposa la habían inscrito a su nombre. En diciembre de 1983 se hizo la denuncia y el juez, tras comprobarse su verdadera identidad con los análisis de laboratorio, ordenó la restitución. Las mujeres reconstruyen a sus hijos y nietos. Reparan, cosen las heridas, los recuperan... Ellas dicen que los desaparecidos están vivos. En junio, hace 20 años, Videla festejaba en las gradas del estadio del River los goles de la selección Argentina de fútbol, que ganó en 1978 su primera Copa del Mundo. Ayer, su esposa le hizo llegar a su celda un aparato de televisión para que siga los partidos del campeonato mundial de Francia. Pero Videla no parece interesarse por nada. Desde afuera sólo le llegan las voces y los gritos... Son 9.000, 30.000 o tal vez muchas más. Son las voces de los desaparecidos. Hablan porque, de alguna forma, todos están vivos. © Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid
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