El País Digital
Lunes
27 abril
1998 - Nº 724

Campaña con merengue en Santo Domingo

Los partidos dominicanos compensan su descrédito postulando a cantantes y cómicos: la farándula al poder

MIGUEL ÁNGEL ORDÓÑEZ , Santo Domingo
«Cállense ya, ele, ele, a: lla». La petición de silencio al público asistente al programa de televisión Sábado de Corporán provenía de su presentador, Rafael Corporán de los Santos, un pintoresco showman famoso por sus lapsus a medio camino entre Carmen Sevilla y Jesulín de Ubrique, con una mezcla de complejo de Batman que lo lleva a nominar todo lo que le rodea con la partícula «corpo»: corporecitas (bailarinas de su programa), corpocard (tarjeta telefónica prepagada), corpojet (su avión privado).

Ahora va camino de la corpoalcaldía de Santo Domingo, en medio de todo un fenómeno de farandulización de la política en el que están inmersos más de una decena de artistas dominicanos. A juicio de Nelson Rodríguez, analista político y ex jefe de prensa de la Junta Central Electoral (reguladora de las elecciones), «no es sino un recurso de los desacreditados partidos para motivar al votante a través de figuras de aceptación popular, con carisma personal, aunque sin discurso ni programa».

Corporán no tiene programa escrito, aunque ya fue alcalde capitalino en el periodo 1990-1994, pero parte con dos ventajas. Por un lado, una gran popularidad ganada por ser pionero en el reparto paternalista de alimentos por televisión y por sus ocurrencias, algunas de las cuales le han valido incluso el retiro de patrocinios (como el del refresco Sprite, por anunciarlo sencillamente como «Esprite, esprite, el único refresco que sabe a Seven Up y no es Seven Up»).

Por otra parte, cuenta con la bendición de su venerado Joaquín Balaguer, ex presidente y figura legendaria en la República Dominicana, por el que siente tal devoción que cuando fue alcalde intentó cambiar el nombre de Santo Domingo por el de Ciudad Balaguer (el dictador Trujillo intentó algo parecido a mediados de los cincuenta). Rafael Corporán obtuvo la candidatura por decisión expresa de Balaguer, que, a pesar de su ceguera y avanzada edad (94 años oficiales), sigue liderando el Partido Reformista Social Cristiano y se permitió saltarse a la torera los resultados de las primarias internas. Todo con un solo objetivo: evitar que su rival de siempre, José Francisco Peña Gómez (del Partido Revolucionario, ex candidato presidencial en tres ocasiones), alcance el poder, aunque sea una alcaldía.

Ahora, Joaquín Balaguer recorre todo el país en busca del apoyo a los candidatos de su partido. El socialdemócrata Peña, aquejado de una grave enfermedad que, según sus propias declaraciones, posiblemente le impida agotar los cuatro años de gobierno municipal, se postuló a la alcaldía para evitar las luchas internas por sucederlo en el liderazgo de su partido. A pesar de su delicado estado de salud, con una campaña poco activa y desplazamientos de urgencia a hospitales de EE UU, encabeza todos los sondeos electorales en Santo Domingo con más de diez puntos de ventaja sobre el candidato del partido en el Gobierno (el centrista Partido de la Liberación): el cómico y presentador de televisión Roberto Salcedo, quien también hace gala de ser buen administrador.

El acompañante de boleta de Peña Gómez, llamado a sustituirlo en caso de emergencia en el Ayuntamiento de la capital, es Juan de Dios Ventura, más conocido por su nombre artístico: Johnny Ventura, un cantante de merengue con más de cuarenta años en los escenarios, amén de abogado, y que con anterioridad ya fue vicesíndico y diputado.

Ventura, por cierto, no aparece en los carteles de campaña de su partido, el Socialdemócrata (si bien pone su voz en las cuñas publicitarias en radio y televisión, a ritmo de merengue), aunque, paradójicamente, aparece en las vallas publicitarias diseminadas por todo el país anunciando una marca de ron nacional, brindando con otro merenguero, Fernandito Villalona, candidato socialcristiano al Senado por la provincia fronteriza de Dajabón y también designado dedocráticamente.

Fernandito, como se le conoce popularmente, luce como el más despistado de los artistas metidos en política, si bien rivaliza en popularidad en el país con el cantante Juan Luis Guerra. En sus apariciones ha mostrado ignorar las competencias de un senador y resume su ideario, demasiado a menudo, en un tremendo amor por el dictador Rafael Leónidas Trujillo -«cuando Trujillo no había ladrones», dice- y por el doctor Balaguer.

A las críticas por su pasado de drogodependientes y poca preparación se ha unido en estos días el revuelo causado por su confesión de que un día besó a un hombre en la boca bajo coacción. El escándalo se incrementó con otro beso del presentador televisivo El Paca, que quiso solidarizarse con él en medio de una actuación de Villalona. Dicho presentador ha sido suspendido durante 15 días por la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos, famosa por sus actuaciones inquisitoriales, como la prohibición del concierto del español Enrique Bunbury el pasado mes de marzo.

Lo único que no le gusta a Villalona de la política es que ha tenido que «cambiar el metabolismo» de su vida, aunque confiesa que de llegar al Senado continuará sus galas: «No me imagino, aunque haya sesión de emergencia, que a las diez de la noche llamen a uno al Congreso».

De hecho, su campaña electoral la está compaginando con actuaciones en programas de televisión y cambia los mítines por conciertos en su provincia. Según sus críticos, «es mejor que cante, porque si habla...».

Pero Fernandito también tiene sus defensores en otros partidos. «Yo preferiría tenerlo al lado antes que a muchos de los senadores charlatanes que han hecho del Congreso un colmado de compra y venta», señala Charlie Mariotti, presentador de televisión y candidato oficialista al Senado por Monte Plata, que no olvida que los cargos que se renuevan en esta ocasión son los salidos del fraude electoral de 1994 (comicios únicamente anulados en lo referente a presidencia).

La idea de no abandonar el mundo artístico si resultan electos es común en la mayoría de los casos, con lo cual la frágil barrera entre el mundo de la farándula y el de la política se hace más permeable. Después de todo, según Charlie Mariotti, «el ejercicio del poder en la República Dominicana ha tenido a veces más de farándula que la que nosotros, como representantes de la farándula, queremo

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