El País Digital
Domingo
24 mayo
1998 - Nº 751

El terremoto de Cochabamba causa 80 muertos, mientras se repiten fuertes temblores de tierra

MABEL AZCUI, Cochabamba
«Vi cadáveres en las calles, heridos, niños llorando por su madre, madres en busca de sus hijos, gente atemorizada en un pueblo sin energía eléctrica y sin agua», relataba el presidente de Bolivia, Hugo Banzer, tras su visita a los pueblos de Aiquile, Totora y Mizque en el sur de Cochabamba, que ayer sábado volvieron a soportar temblores fuertes de tierra. Un terremoto, de 6,8 grados en escala de Richter con epicentro en Aiquile, sacudió gran parte del territorio boliviano la madrugada del viernes. El número de muertos asciende a 80, mientras continúa la penosa búsqueda de más de 100 desaparecidos entre los escombros de edificaciones antiguas, hechas en su mayor parte de adobe.


Un habitante de Aiquile contempla su casa
devastada tras el terremoto (Reuters).
Banzer y varios de sus ministros visitaron las tres poblaciones más afectadas por el seísmo. Recorrieron las calles de Aiquile y Totora cubiertas por escombros para dar comienzo a una vasta operación militar de ayuda a los habitantes. «Hemos facilitado fondos primero para comprar ataúdes», dijo el presidente boliviano, quien explicó que tres compañías del Centro de Operaciones Especiales de las Fuerzas Armadas removerán los escombros, y una comisión gubernamental junto a Defensa Civil organizarán el auxilio y más adelante la reconstrucción de estos pueblos.

«Estábamos durmiendo y me despertó un ruido fuerte. Recogí a mi hijo e intenté salir a la calle para dejarlo a salvo, pero se nos cayó parte del techo. Logré salir y regresé a por mi esposa, pero ella y mis hijos estaban debajo de los escombros», relató José Molina, ingresado en un centro médico de Cochabamba con heridas y politraumatismo.

Molina y otras 60 personas heridas fueron trasladadas en aviones a Cochabamba, a unos 150 kilómetros de distancia del epicentro del terremoto, para recibir atención médica, ya que el hospital de Aiquile se derrumbó y sepultó a varios enfermos.

La bioquímica Rosemary Goitia declaró entre sollozos que con la ayuda de varios médicos lograron sacar a varios pacientes, pero otros se quedaron bajo las vigas y la tierra acumulada encima.

Los grupos de auxilio civil y médico trabajaron las últimas horas quitando con sus manos adobes y vigas, mientras que otros trabajaban cuidadosamente con palas y picotas. De tanto en tanto dejaban su labor para ayudar a sacar algún cuerpo de adulto o niño y hasta a veces de animales agonizantes.

El resto de la población esperaba en lugares descampados. El Ejército boliviano había instalado carpas para albergarlos y ayudarlos a superar el trauma del terremoto.

Aiquile, que soportó tres seísmos de 5,5 grados en 1925, 1958 y 1976, es conocida por el festival anual del charango -un instrumento musical de cuerda típico de la región andina-, que atrae a centenares de músicos de todo el continente. Hasta el viernes era un pueblo colonial habitado por gente mayor y muy joven, dedicada en su mayor parte a la agricultura.

Totora estaba considerado como una joya arquitectónica de la época colonial, y sus habitantes habitaban orgullosos en el considerado lugar más bello del sur de Cochabamba. Hoy las casas coloniales cuidadosamente conservadas por sus dueños, que se levantaban alrededor de la plaza Mayor del pueblo, están en ruinas.

Terremotos todo el año

Nunca antes se registró un seísmo de esta magnitud en la historia de Bolivia, aunque, según informaron los sismólogos, Cochabamba es un departamento que tiembla todo el año. Estos pequeños movimientos sísmicos, casi imperceptibles, son atribuidos a la existencia de una falla geológica que cruza diagonalmente la región y pasa por Aiquile hacia el sur, hasta la ciudad de Sucre, en el departamento de Chuquisaca.

«A esta gente pobre se le ha caído totalmente la casa, y ahí fuera se encuentra absolutamente desamparada, pero ha visto la voluntad que tenemos de ayudarla», afirmó Banzer, y prometió sus mayores esfuerzos para lograr la reconstrucción de los pueblos afectados por el terremoto.

El Gobierno boliviano ha destinado ya unos 30 millones de bolivianos -menos de seis millones de dólares- para ayudar a los damnificados que, geográficamente, se encuentran en el área de mayor pobreza de esta nación, la menos desarrollada del continente.

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