Delaware Review of Latin American Studies
Issues
Vol. 9 No. 2 December 30, 2008


Espionaje alemán en Latinoamérica: El caso de Colombia

José Ángel Hernández García, Ph.D
Director, Departamento de Historia
Universidad de la Sabana
Bogotá, Colombia
josehg@unisabana.edu.co

 


A partir de la inopinada declaración de guerra de Alemania a Estados Unidos como consecuencia del bombardeo Pearl Harbor por parte de la Fuerza Aérea nipona y en cumplimiento de la solidaridad del Eje, el Servicio Secreto Alemán se puso en funcionamiento en Latinoamérica.  Lo cierto es que no partían de la nada: Las numerosas colonias germanas en los países latinoamericanos favorecieron las actividades de inteligencia incluso antes de la guerra.

La Abwehr, servicio de espionaje militar, dirigido por el almirante Canaris, llevaba tiempo infiltrando agentes en los distintos países de Hispano América, agentes que no solo contaban con la protección y cobertura de las legaciones diplomáticas alemanas sino también con la de los residentes alemanes en esos países, minorías respetadas e incluso admiradas por su laboriosidad y disciplina(1).

Después de Pearl Harbor los servicios norteamericanos y británicos, la OSS y el MI15, se pusieron a la labor de persuasión sobre los gobiernos latinoamericanos para convencerlos de emprender acciones más decisivas de control y represión de las actividades nazis en sus respectivos países.  Rápidamente comenzaron las delaciones, las deportaciones, las confiscaciones y sobre todo la identificación de los agentes alemanes, que hasta ese momento eran en su mayoría desconocidos para los aliados.

Los alemanes tenían en su contra la enorme distancia y el sentimiento de gobierno hitleriano de que el escenario principal de su política exterior era el viejo continente.

La presión norteamericana, por todo ello, se hizo notar y para 1942 las redes de espionaje alemanas estaban, en su inmensa mayoría, neutralizadas, excepto en dos países: Argentina y Chile.  Recordemos que estos dos países fueron los menos colaboradores con los Estados Unidos y que en el caso de Chile, aunque finalmente declaró la guerra al Eje en 1945, se negó a declarar la guerra a Alemania y a aplicar “la lista negra” en su país.  Así que estos dos países eran para 1942 los cuarteles más seguros para irradiar las actividades de espionaje alemán a toda América Latina.

La importancia de Colombia para los servicios de espionaje alemanes era, sobre todo, la de su cercanía con el Canal de Panamá, arteria marítima vital para los norteamericanos y para el esfuerzo de guerra aliado en general, por lo que no es de extrañar que desde el principio de la conflagración mundial el espionaje germano se diera en Colombia. Sabedores de esto, los norteamericanos comenzaron una presión sobre las autoridades colombianas con el fin de que el control sobre las actividades de los alemanes radicados en Colombia fuera más estrecha.  Los resultados se vieron pronto con la intervención de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, SCADTA, compañía aérea de capital alemán y con pilotos alemanes, en su mayoría, todo ello bajo la acusación de espionaje(2). Este supuesto espionaje sería el de levantar planos de Colombia y, sobre todo, de Panamá, que luego eran suministrados al régimen nazi alemán.  No sobra decir que esta última posibilidad ponía muy nerviosos a los norteamericanos, obsesionados por un ataque al Canal que inutilizara el mismo.

No se tienen referencias fiables de espías alemanes, algunas referencias poco contrastadas y con un interés más político que no pasaban de tener un interés más propagandístico dentro de una paranoia antigermana que otra cosa. Un ejemplo de esto último serían las palabras del destacado comunista Gilberto Vieira, que luego sería Secretario General del Partido Comunista Colombiano durante 40 años, en la cámara de representantes el 30 de agosto de 1943 en las que denunciaba las actividades de la Quinta Columna, dando nombres de supuestos espías alemanes en Barranquilla como Carlos Becker y Ernest Otto Faber, los dos, según el comunista antioqueño, infiltrados en el ejército colombiano. Otra referencia sin posibilidad de contraste es la referencia de Pastor Petit a un tal Hans Mueller como espía destacado en Colombia(3).

HERIBERTO, ¿ESPÍA ALEMÁN?, O ¿ESPÍA COLOMBIANO AL SERVICIO DE ALEMANIA?

Herbert Schwuartau había nacido en Barranquilla en 1917, era hijo de Juan Schwuartau empresario cafetero mediano que había llegado a Colombia como tantos otros alemanes buscando un futuro mejor, huyendo de una Alemania depauperada por la derrota en la I Guerra Mundial y por un durísimo Tratado  de Versalles impuesto inmisericordemente por los vencedores.  Al nacer Heriberto, Hans Nicolaus Schwuartau, inscribió a su hijo en el Consulado Imperial Alemán de Barranquilla bajo el nombre completo de Karl Adolf Herbert  Schwuartau Eskildsen.  Los negocios no iban mal para un Juan Schwuartau que decidió mandar a su hijo de tres años a Alemania al cuidado de su abuela, para no perder el contacto con su madre patria.  Durante ese tiempo el infante Herbert fue bautizado en Hamburgo volviéndose a Colombia a los siete años de edad(4).   Schwuartau fue inscrito civilmente en Alemania, cuestión que no se hizo cuando nació, en ningún registro colombiano, lo que posteriormente le traería problemas para demostrar su nacionalidad colombiana.

A su vuelta el joven Schwuartau se educó, seguramente, en el Colegio Alemán de Barranquilla, lo que se saca en conclusión por los informes posteriores de la policía colombiana que se refieren a él como “fue a una escuela exclusiva alemana”(5).

A los once años parece  ser que la relación entre sus padres empezaba a no ser buena por la inadaptación de Mary Catherina Skildsen a Colombia que parece quería volver a una Alemania ya recuperada de la pasada contienda mundial, por lo que el joven Herbert marchó con su madre y hermana a Alemania en donde permaneció hasta los 18 años en que volvio a Colombia con pasaporte alemán.  Este pasaporte fue visado por el consulado colombiano en Hamburgo en donde Schwuartau le dijo al cónsul que viajaría a Medellín y saldría en el vapor Europa con destino a Buenaventura haciendo escala en Nueva York, todo ello constatable en carta de dicho cónsul de Hamburgo.  Con toda seguridad visitó a su padre cuyos negocios fluctuaban entre Manizales y Armero.  No debió de ser muy amigable la toma de contacto entre padre e hijo, ya que apenas un año despues de su llegada Herbert volvió a Alemania dejando de ayudar a su padre en la administración de fincas.

El dinamismo viajero de Herbert se volvió a manifestar cuando volvió a cruzar el Atlántico con 20 años consiguiendo la nacionalidad colombiana, con 21, a través de una cédula de ciudadanía expedida en Ulloa, Departamento del Valle del Cauca, aprovechando de paso para hacerse con la cartilla militar y un pasaporte colombiano expedido en Caldas(6).

Heriberto Schwuartau ya tenía dos pasaportes, el citado anteriormente colombiano y otro expedido el 19 de marzo de 1932 por la policía Hamburguesa con el No. 2355 (7).  Corría el año de 1938 y el régimen nacional socialista estaba en su pleno apogeo. Swartau había vivido en Alemania el advenimiento del régimen hitleriano con el mismo entusiasmo que millones de alemanes por lo que se convirtió en un ferviente admirador del nuevo régimen alemán.  Quizás por ello, el deseo de volver a Alemania pudo con él, y si a ello unimos el que las relaciones con su padre no parecían mejorar también por divergencias políticas, entenderemos el que tomara la decisión de marchar a su madre patria germana.

Con respecto a la relación con su progenitor, parece que llegó a enconarse de tal manera, “que ello fue motivo para que él mismo amor a su padre sufriera mengua”(8).

A principios de 1942 Heriberto Schwuartau decidió volver a marchar para Alemania.  En esa época Japón aún no había entrado en la guerra por lo que la más segura ruta era la del Pacífico, por Japón y por la URSS, aliada de Alemania por el tratado de amistad mutua firmado por Molotov y Ribentropp.

Según declaración de Schwuartau a la policía, partió de Colombia el 22 de enero de 1942, pasando por Medellín y por Panamá desde donde partió a México, concretamente a la ciudad de la costa pacífica mexicana de Manzanillo.  De esta ciudad salían regularmente barcos hacia Japón en compañías navieras japonesas en lo que era, hasta el estallido de la II Guerra Mundial en el Pacífico, un negocio muy lucrativo.

Como Heriberto Schwuartau tenía dos pasaportes, el alemán No. 75 y el colombiano No. 433, decidió pedir al representante de la compañía naviera en Bogotá que mandara un sobre con el alemán a Manzanillo donde lo recogería antes de partir a Japón.  Según Schwuartau, lo hizo así para no tener problemas con las autoridades al pasar Panamá, a las que seguramente extrañaría alguien con dos pasaportes. No le falta lógica a ésta explicación del colomboalemán Recordemos que los norteamericanos ya por esa época estaban resignados a un futuro enfrentamiento con las fuerzas del Eje y que si el Canal de Panamá era una arteria vital para ellos en época de paz, más lo sería en un futuro bélico, por lo que el Canal y el mismo Panamá estaban extremadamente vigilados y las autoridades alerta.

Al llegar a México recogió el pasaporte alemán y continuó con los dos hasta Japón, donde comunicó a las autoridades aduaneras niponas que poseía dos pasaportes, uno colombiano y otro alemán. Alos japoneses les extrañó el asunto de tal manera que lo retuvieron 5 horas, según Schwuartau, hasta entender lo de la doble nacionalidad.

Una vez autorizado su paso a través de las islas de Japón, Schwuartau continuó su viaje hacía Alemania a través del protectorado japonés de Manchuria. En este tránsito siempre portó el pasaporte germano volviendo  a utilizar el correo para mandar otra vez el pasaporte, en este caso el colombiano, a Alemania, concretamente a casa de su familia en Hamburgo.  El paso a la URSS lo hizo por el puesto fronterizo de Otpor el 10 de marzo de 1941, seguramente por línea férrea, cruzando en tren los miles de kilómetros hasta Alemania.  Ya por fin en Alemania, recogió su pasaporte colombiano, que había sido violado por los soviéticos, y se reunió con su madre y su hermana, como ya dijimos, separadas de su padre.  En Hamburgo fue reclamado para servir en el ejército y no parece que opusiera mucha resistencia a ello a pesar de que hizo saber a las autoridades alemanas que tenía cartilla militar colombiana y que era ciudadano de Colombia. Recordemos que Schwuartau había mandado su pasaporte a Alemania y que podía esgrimir la condición de colombiano.  Cuando las autoridades militares supieron que hablaba español, decidieron eximirle de prestar el servicio militar y convertirlo en espía.  Durante el verano de 1942 el ahora espía alemán Schwuartau, fue entrenado en técnicas de espionaje y sobre todo fue aleccionado para recoger información sobre movimiento de navíos y, probablemente, submarinos.

Según Schwuartau, las autoridades alemanas le sustrajeron temporalmente los pasaportes colombiano y alemán, colocando al primero visas españolas, lo que le permitiría viajar por el país ibérico, así como de  visas soviéticas, seguramente para hacer creer que fue con el que viajó a través de la URSS.

Para principios de diciembre de 1941 el período de entrenamiento parecía haber concluido por lo que se decidió mandarle a Sudamérica con la misión de recabar información que ayudara a Alemania en su esfuerzo bélico contra los aliados y sobre todo con respecto a su enemigo reciente, los Estados Unidos de América.

Se tiene constancia de su estancia en España en septiembre de 1941 al haber prorrogado su pasaporte colombiano No. 433 en el consulado colombiano en la capital de España,  el 13 de septiembre.  Desde España, concretamente Sevilla, aunque parece que viajó en el interin a Alemania, finalmente marchó para Sudamérica a cumplir la misión encomendada por el servicio de espionaje alemán.

El puerto elegido para entrar en Sudamérica fue el brasileño de Recife La elección de Brasil no era casual ya que la llegada de un avión de un país neutral, España, a otro aún neutral, Brasil, se hacía sin problemas. Lo mismo vale para la elección del medio aéreo y no el marítimo, ya que norteamericanos y británicos registraban y acosaban todo barco sospechoso que se acercaba a las costas de Brasil(9).

La llegada de Schwuartau el 19 de diciembre a Brasil fue rápidamente advertida por los aliados.  Enrique, que así se empieza a hacer llamar, comienza a mandar mensajes a la radio alemana clandestina PYL en Valparaíso, Chile, advirtiendo de su arribo a Brasil.  Los norteamericanos y británicos interceptaron estas comunicaciones, por lo que la misión de “Enrique” ya comenzaba mal(10).

El 15 de enero de 1942 y por instancias de Estados Unidos, se llevó a cabo la tercera reunión de consulta de cancilleres latinoamericanos en Río de Janeiro Esta reunión no pretendía otra cosa que asegurarse de que todos los países al sur del Río Grande rompieran relaciones con el Eje.  Probablemente “Enrique” intentó recabar información de esta reunión ya que, por aquellos días, Schwuartau pidió en el consulado colombiano de esta ciudad la renovación de su pasaporte al estar copado de visas y un tanto ajado. Para ello presentó al cónsul Octavio Archilla su cédula de ciudadanía colombiana de Ulloa, certificado de impuestos, libreta militar, etc.  El funcionario consular, al que no se había informado de la condición de espía de Schwuartau, no vio ningún inconveniente para entregarle un nuevo pasaporte, el No. 01331, el día de navidad de 1942(11).  Con este pasaporte colombiano consiguió una visa para viajar a Argentina, país neutral y nido de espías alemanes, con los que seguramente se puso en contacto para organizar las actividades a seguir, y donde fue detenido por la policía y liberado posteriormente, sin que sepamos las causas de una y otra acción(12).

No tenemos referencia de si su estancia en Río de Janeiro dio los frutos anhelados por el espionaje alemán, aunque se tiene constancia de que se comunicó con la casilla de correos No. 628 de Valparaíso a nombre de Luis Vergara.  Estas comunicaciones escritas fueron interceptadas por los aliados que le dejaron hacer, seguramente con la intención de que descubriera a otros colegas espías alemanes.  Todas estas comunicaciones las firmó Schwuartau con uno de sus seudónimos, Enrique Fanbalba.  Una vez recibidas las informaciones en Chile, eran transmitidas a Alemania por la emisora clandestina PYL.

Después de diversos periplos por distintos países como Argentina, Chile o Ecuador, llegó a  Colombia, donde entró como ciudadano colombiano.  Se sabe por informes del detective No. 100, Julio César Castillo, del departamento de investigación de la policía, que estaba en Cartagena el 3 de junio de 1942 y en Armenia el 13 de ese mes,  visitando seguramente a su padre en Armero.  Posteriormente se constata que pasó por Cali y Barranquilla, según dicho informante. Su estancia en estos dos municipios tendría como objetivo recabar información militar y sobre todo naval en el caso de Barranquilla donde los norteamericanos tenían una escuadrilla aérea cuyo objetivo era la vigilancia de un Caribe infestado de submarinos alemanes.  Durante su misión en Colombia y más concretamente en Cartagena, contó con la colaboración de un tal Efraín Isaac Molano, conocido pronazi, según el informante, y director de la Escuela de Agronomía de Cartagena.  Este personaje era hijo adoptivo de unos alemanes que lo habían mandado a estudiar a Alemania.  El susodicho tenía dos hermanas trabajando en el Ministerio de Guerra y en de Relaciones Exteriores, por lo que seguramente contó a través de ellas de información privilegiada sobre movimiento de tropas y relaciones de Colombia con los aliados.  De todo ello informó puntualmente a Alemania, vía Chile, y es seguro que estas informaciones eran controladas por los aliados que vigilaban y sabían de un apartado postal, el 599 en Barranquilla, donde recibía correo, así como de una cuenta en el Banco de Bogotá de la misma ciudad(13).  La aparición de Schwuartau en Colombia no dejó de causar sorpresa ya que se le suponía muerto en el frente ruso luchando en la Wermatch, en lo que sería un bulo propagado por los alemanes para favorecer la labor de espionaje de Schwuartau.

En mayo de 1942 solicitó en el consulado venezolano de Cúcuta un visado para marchar a Caracas donde permaneció hasta octubre del mismo año(14).  Sabemos de su peripecia en Venezuela por un informe “procedente de Venezuela” en el que se comunicaba al gobierno colombiano de que había utilizado el alias de Martín Schwarz y que decía ser de origen danés, seguramente por su segundo apellido, Skildsen, en un intento de pasar desapercibido.  Como tapadera Schwuartau había conseguido la representación de las medias París de la empresa colombo-argentina Salzman, que era conocida en Argentina como tapadera de espías alemanes y proveedora de fondos para esta actividad de espionaje. La sede de la empresa estaba situada en las Gradillas, cerca de la Plaza de Bolívar de la capital caraqueña.  A la policía venezolana no le pasaba desapercibido el que no parecía recibir grandes portes de medias y sí, en cambio, revistas argentinas “con mensajes en clave”, según ellos. Las veces que fue abordado por la policía arguyó ser de origen danés y honrado comerciante.  En este informe se habla de que frecuentaba el restaurante Minerva, propiedad de la alemana Amanda Crispel y frecuentado por alemanes. Tampoco perdió tiempo desde el punto de vista sentimental, casándose con la cubana Nicolasa Abreu Jiménez a pesar de flirtear con una tal Dorothy Parra, lo que causó alguna escena de celos por parte de la cubana “Nicky” Abreu con la que había convivido por años, aportando ésta un hijo de 8 años de una anterior relación.  Los 3 vivían en la calle los Jabilles en el barrio la Florida de Caracas.  Como se puede ver, la vigilancia de Schwuartau por parte de la policía venezolana a instancias de los aliados era muy estrecha(15).

En una de sus entradas a Colombia fue detenido a instancias de los británicos y norteamericanos junto con Nicolasa Abreu el 10 de octubre de 1942, encontrándose en su equipaje “documentos que reforzaron las dudas que sobre él se tenían”(16).

Fue interrogado por la policía colombiana que lo acusó de espionaje, pero también de contrabando de platino en el Chocó con destino  a  Alemania y escala en Japón(17).  En un principio negó todas las acusaciones para finalmente reconocer durante el interrogatorio que fue aleccionado por el Servicio Secreto Alemán que puso visas falsas en su pasaporte; que fue entrenado por este en escritura secreta y códigos de comunicaciones radiográficas, y que mandó la información obtenida a la casilla  628 de Chile. Todo ello lo reconoció y firmó, y eso que en un principio intentó dar la impresión de no haber estado en Alemania en 1937, solo reconociendo que sí estuvo en España en 1941.  Los policías le pusieron contra las cuerdas al enseñarle cartas de su hermana y madre a su padre en las que se referían a él como residiendo en Alemania, por lo que finalmente reconoció haber estado en Alemania y haber sido entrenado para labores de espionaje.

Al verse en esa tesitura su táctica de defensa fue la de declararse ciudadano colombiano y denunciar su detención como ilegal.  Esta estrategia de declararse colombiano fue la utilizada por Gilberto Alzate Avendaño, político ultraderechista y abogado de profesión, que se hizo cargo de la defensa del alemán.  La acusación oficial fue la de “supuestas actividades contra la seguridad del estado” como consta en un documento del Juzgado Segundo Superior de Bogotá de mayo de 1942.  Contra esta acusación Alzate Avendaño presentó una demanda ante la Corte Suprema de Justicia correspondiendo la solución del caso al juez Blanco Núñez.  Lo cierto es que del caso se ocupó en Bogotá un socio de Alzate que por esos días residía en Manizales, Don Pedro Carreño Mallarino.  Según un informe con el sello de “confidencial”, la policía estaba al tanto de la estrategia de la defensa de Schwartau al violar la correspondencia entre Alzate y Carreño(18).

Con el asesoramiento del bufete de Alzate, la defensa se centró en la nacionalidad colombiana del acusado para lograr evitar una deportación que se veía casi como segura, por eso Schwartau, seguramente a instancias de sus abogados, declaró ante las acusaciones que se le hacían de ser “el espía No. 1 de Alemania para Colombia, Venezuela, Ecuador y dos o más países de este continente, sirviendo, además, de mensajero nazi en otros países”(19).  Evidentemente se exageraba en lo anterior y más ahora cuando se sabía que en esos países había otros espías alemanes, mucho más conocidos e importantes para el gobierno alemán y para sus enemigos aliados(20).

Schwartau declaró en su descargo que “a pesar de que soy ciudadano colombiano de nacimiento, oriundo de Barranquilla y vecino actualmente de Bogotá, el  director de la policía me convierte arbitrariamente en extranjero y me destierra de mi patria”…(21).  De poco sirvieron estas alegaciones de Schwartau en su defensa, ya que las acusaciones de la Dirección Nacional de la Policía fueron ratificadas por la rama judicial y concretamente por el juez que suscribía el auto, que alegó textualmente que “su afecto y devoción en lo atañero a su nacionalidad llegó a tal estado de exaltación por Alemania y por su régimen Nazi” que llegó a romper con su padre, con el que no compartía esa filiación(22).

La concatenación entre nazi y alemán era muy común en la época y aunque hubo nazis colombianos y esto no les costó la ciudadanía colombiana, en este caso fue el argumento principal para actuar judicialmente en contra del reo.  Por ello se siguió el consejo de “en estos casos … el deber de nuestras autoridades es el de poner en práctica las medidas que considere de mayor eficacia para garantizar la seguridad del estado, sin tener en cuenta su origen o la nacionalidad de la persona”(23).

Las medidas tomadas fueron la entrega a los norteamericanos de Schwartau que llegó en un avión norteamericano procedente de Colombia a la base de Albrook Field en la zona norteamericana del Canal de Panamá.  La entrega se hizo por parte de dos policías colombianos que acompañaron a Schwartau.  En un documento con membrete de “confidencial”  se informaba por parte de la policía que “… desde la zona del Canal será enviado por la inteligencia americana a un campo de concentración en los Estados Unidos tan pronto como sea posible”(24).  Así fue, ya que los norteamericanos lo internaron en el campo de concentración de Cristal City en la zona árida del estado de Texas.

Con el final de la guerra Herbert Schwartau volvió a Colombia, concretamente a Medellín, donde se le constata en 1961 dedicado a negocios de importación a través de la compañía  “Internacional Comercial Colombiana Limitada” INCOL, aunque no le fue muy bien al quebrar en 1980, no sabiéndose más de él hasta el momento.

Hubo otros espías en Colombia, como los expulsados en 1943 de Barranquilla, “implicados en actividades de espionaje” o como Helmann Heinrich Rullhusen y Ernest Gustau Max Voge, de efímera actividad(25) .

 

 

1  El servicio de inteligencia alemán llamado “Amt auslands und abwehr”, o simplemente Abwehr, fue creado en Prusia en 1866.   Con la llegada de Hitler al poder, los nazis hicieron todo lo posible para controlar una institución de marcado tinte anticomunista, pero no nazi.  Su director desde 1935, Wilhelm Canaris, un personaje sumamente inteligente de ascendencia griega, supo mantener a los advenedizos nazis y sobre todo a su archienemigo Himmler a raya.  El personal de Abwehr se nutría de oficiales en activo y de la reserva así como civiles, y se dedicaba al espionaje foráneo bajo la cobertura de las misiones diplomáticas.
La red mexicana fue la más dinámica y numerosa en Latinoamérica.  Esta oficina estaba dirigida por un viejo conocido en Colombia, Georg Nicolaus.  Nicolaus, después del armisticio de 1919, vivió y trabajó en Colombia hasta 1938 en que volvió a Alemania, siendo enviado a México en 1940.
Las actividades de la Abwehr, en líneas generales, fueron un gran fracaso, y esto por diversas causas.  El enfrentamiento entre los militares de carrera que la dirigían y el servicio de espionaje nazi, la RSHA, no facilitaron la tarea.  La ejecución de Canaris en marzo de 1945, por su implicación en el atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944, dio la puntilla a la Abwehr. Volver

2  La Scadta fue la primera aerolínea de Latinoamérica.  Fundada a finales de 1919 en Barranquilla con capital alemán y colombiano, comenzó a funcionar con Junker  F-13 que llegaron a Colombia camuflados con otros productos para saltarse el Tratado de Versalles.  A mediados de los años 20 comenzó a volar más allá de las fronteras colombianas con rutas a  Venezuela y Estados Unidos.  Pilotos como Herbert Boy marcaron un hito en la aviación comercial latinoamericana.  Con motivo de la II Guerra Mundial, la compañía fue intervenida por orden de Santos y por presión norteamericana, y dejando de ser alemana para convertirse en una compañía colombiana, la conocida a partir de ese momento como Avianca.  Volver

3  Espionaje: La II Guerra Mundial y España.  D. Pastor Petit.  Plaza y Janes Editores, Barcelona 1990, pag. 142.   Volver

4  Todo ello en AGN, TRANSF. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carpeta 18, folios 75, 76, 103 y 104.  Volver

5  Ibid 4.  Volver

6  Ibid 4.  Volver

7  AGN, transf. 8, Fondo del Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 22, carp. 177, folios 122 y 123.   Volver

8  Ibid 4.  Volver

9   Hasta 1942 Brasil se mantuvo neutral pese a la presión norteamericana.  Una vez más, y al igual que Colombia, el hundimiento de barcos brasileños por parte de submarinos alemanes hizo que el presidente Getulio Vargas finalmente declarara la guerra al Eje.  El rumor de que fueron los norteamericanos los que hundieron los barcos brasileños para forzarles a declarar la guerra fueron constantes por aquellos días.  El 23 de noviembre de 1943, se crea la Fuerza Expedicionaria Brasileña constituida por una escuadrilla aérea y un batallón de infantería.  Después de un breve entrenamiento en Florida, son mandados al frente italiano donde colaboraron en el esfuerzo de guerra aliado.  Volver

10  Todo ello en  AGN, transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 182, folios 81-85.  Herbert Schwuartau utilizó diversos alias, a saber: Heriberto S. Eskildsen, M. S. Eskildsen, Enrique y Enrique Fanbalba.  Estos alias constan en un informe con marchamo “confidencial” fechado en Bogotá en agosto 11 de 1943 sin firma, folio 81.  Volver

11  Tranf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 22, carp. 177, folios 126 y 127.  Todo lo expuesto consta como contestación a una comunicación del canciller López de Mesa al cónsul en Río de Janeiro D. Octavio Archila M., del 11 de mayo de 1942, en el que se le pedía los documentos que aportó Schwuartau para conseguir el pasaporte Colombiano No. 331.  Contesta el cónsul días después enumerando los documentos que aportó el espía, aduciendo que, al esgrimir un pasaporte colombiano expedido en Caldas, no tuvo inconveniente en suministrarle uno nuevo.  Volver

12  Transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 182, folios del 81 al 85.   Volver

13  Transf. 8, Fondo del Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 22, carp. 177, folios 124 y 125.  Informe del detective No. 100, Julio César Castillo L., al Director del Departamento de Investigación, con fecha del 6 de julio de 1942.  Volver

14  En Colombia Nazi, Silvia Galvis y Alberto Donadio, Editorial Planeta, segunda edición, octubre de 1986, Bogotá, página 20.  Los autores aportan el permiso de tránsito concedido a nombre de Heriberto Schwuartau.   Volver

15  Documento bajo el epígrafe “Procedente de Venezuela No. 5442” y “Confidencial” de marzo de 1943, transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 18, folios 172 y 173.  Volver

16  Transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 180, folios 63 y 64.  El informe sin firma y bajo el epígrafe “Síntesis informativa del caso Heriberto Swartan Skildsen” con fecha del 19 de enero de 1943.  Volver

17  Ibid 16.  Volver

18   Transf. 8. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 181, folio 6.  Informe con marchamo “confidencial” y con fecha 3 de abril de 1943.  En este informe se recoge información conseguida en la interceptación de la correspondencia de los defensores de Schwartau, Carreño y su jefe Alzate. Volver

19  Transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 22, carp. 177, folio 122. Volver

20  Para más información sobre otros espías en Colombia y Latinoamérica es interesante el libro “Nazis and good neighbours”,  Max Paul Friedman.  Cambridge University Press 2003.  Volver

21  Transf. 8,  Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carpeta 181, folios 49 y 50. Volver

22  Ibid 20.  Volver

23  Fondo 8, Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 18, folios 103 y 104.  Volver

24  Transf. 8 Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, caja 23, carp. 181, folio 93.  Documento con sello de “confidencial” No. 5512, con fecha de 5 de junio de 1943 y firmado por R. Espinosa.  Volver

25  Ibid 20.  La referencia a estas supuestas actividades nazis en Barranquilla en Diario Popular, 18 de enero de 1943.  Y en El Tiempo, 19 de abril de 1944.  Según este rotativo, Rullhusen fue expulsado de Colombia pese “a ser residente en territorio colombiano desde hace mucho tiempo” por actividades “contra la seguridad del Estado… y por delitos que no pueden ser detallados porque pertenecen a la investigación reservada”.  Volver


Last updated December 29, 2008