Resumen
                                          
                                          A partir de la evaluación que hace Mario Vargas  Llosa de la literatura latinoamericana, este artículo se propone describir la  confluencia del pensamiento kuscheano en la producción ensayística y literaria  de Abel Posse, novelista e intelectual argentino. Dicha confluencia se expresa  en una convergencia de intencionalidad en un proyecto intelectual  descolonizador cuyo fin es el de pensar América desde América. El otro aspecto  que explora este trabajo es cómo la producción literaria de Abel Posse es una  dramatización y un diálogo para con la filosofía kuscheana.
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                                        When  Latin American thinkers set out to write philosophy, 
                                            they  usually write literature.
                                          (Mario  Vargas Llosa 9)
                                        
                                        La evaluación  que Vargas Llosa hace de la naturaleza de la literatura y la filosofía  latinoamericanas sugiere que hay una clara simbiosis entre ellas, y que esto se  encuentra en los más distinguidos exponentes de las letras hispanoamericanas tales  como Alejo Carpentier o Carlos Fuentes. Otro buen ejemplo de este cruce--o bien,  sincretismo estilístico--se halla en la creación literaria de Abel Posse donde  sus mundos y seres inventados representan y deliberan en torno a la  problemática condición americana empapados de criterios filosóficos del  pensador argentino Rodolfo Günter Kusch (1922-1976). A tales efectos, este  escrito va a delinear la convergencia de intencionalidad entre el pensamiento kuscheano  y la obra del novelista Posse para luego explorar cómo esta última dialoga con  las ideas fundamentales de Kusch, las cuales se centran en dos conceptos  principales: ser y estar.
                                        Convergencia y el pensamiento situado.
                                          Los planteamientos  epistemológicos y ontológicos de Kusch en torno a la problemática  americana tienen resonancia tanto en la producción  literaria como la ensayística de Posse porque en ellas hay una intencionalidad  semejante.  Esta intencionalidad se halla  en Kusch y Posse en la medida en que ambos parten de una postura  conceptual cuyo fin es el de pensar  América desde América. El proyecto intelectual que desarrollan descansa sobre  la premisa de que todo conocimiento o pensamiento está geopolíticamente marcado  y situado. La creación literaria de Posse y el pensamiento de Kusch son  intentos creativos de desarrollar un pensamiento que lleve a un conocimiento de  lo propio. 
                                        Esto quiere  decir desarrollar perspectivas y categorías epistemológicas propias, marcadas  por la condición periférica y de  marginalidad de América Latina con respecto a los centros filosóficos y  literarios de prestigio, Europa y los EE.UU. El proyecto intelectual que han  desarrollado Kusch y Posse es una visión revisionista y hasta herética, ya que  su blanco es minar y cuestionar las categorizaciones epistemológicas  eurocéntricas heredadas y canonizadas por las élites burguesas y oligárquicas de  la intelectualidad latinoamericana.
                                        El proyecto  intelectual de diálogo y de reflexión que emprenden Kusch y Posse tiene que  enfrentarse asimismo a una actitud fuertemente arraigada cuya expresión es la  de un pensamiento autodescalificativo. Esta subjetividad proviene de un sentimiento  de inferioridad, como diría Kusch, el cual sigue vivo en la vida intelectual de  América Latina, y en especial en el de la Argentina. Este es un pensamiento que  resalta la condición marginal de América Latina como un hecho que a priori descalifica cualquier proyecto  intelectual tildándolo de nacionalista o, peor aún, de provinciano. Un buen  ejemplo de ello lo ha expresado el conocido intelectual y novelista argentino,  José Pablo Feinmann:
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Nosotros estamos situados en América latina, somos filósofos de la  periferia y pensamos en esa situación, en la Argentina, en este año. Pensar  aquí no es lo mismo que la academia francesa. Los filósofos de la periferia,  más que pensar, citan. La filosofía se da en ámbitos de  prestigio como Alemania y Francia, y como  reflejo de ese pensamiento está la academia norteamericana. (La Nación 11/9/2006) | 
                                            
                                          
                                         
                                        La postura de  Feinmann descarta a América Latina como lugar de enunciación legítimo donde se  pueda desarrollar una práctica cognitiva, política y teórica de valor. Lo que  se desprende de la postura de Feinmann es que descalifica implícitamente el  proyecto de Kusch a la vez que legitima a Europa y a los EE.UU. como los únicos  centros de enunciación donde se encuentra una verdadera categorización epistémica  del mundo y de la vida humana, lo cual indica que aun hoy está presente, en el  siglo XXI, en el seno de la intelectualidad latinoamericana, una reticencia, o,  como bien ya lo observó hace más de treinta años Kusch en Geocultura del hombre americano (1976), “el miedo de pensar lo nuestro” (9). Es decir, que  la valoración que hace Feinmann acerca del filosofar  desde la marginalidad es sintomático de lo que ha apuntado Kusch en su estudio  ya mencionado cuando escribe: “El estancamiento del filosofar entre nosotros,  la imposibilidad de adelantar, o emprender un filosofar, se debe seguramente  como suele decirse a una ausencia de técnica para ello” (9). Siguiendo el  razonamiento de Feinmann, un pensar desde America seria estéril o imposible,  pues el pensar es sólo válido en “ámbitos de prestigio”, o sea, en el centro, no  en la periferia. Es precisamente por esta descalificación que el pensamiento de  Kusch va a contracorriente del canónico establecido en la Academia, y sigue  vigente en su aproximación a la realidad americana.
                                        A estas alturas  cabría preguntarse, ¿cómo se expresa en Abel Posse la convergencia de  intencionalidad para con el proyecto intelectual de Kusch? Esta convergencia se  expresa en sus reflexiones en dos ámbitos de su producción intelectual. En  primer lugar, como vamos a ver en seguida, en sus meditaciones con respecto a la  función que ha tenido la literatura latinoamericana en busca de una voz que  exprese lo propio, y en segundo lugar, en las valoraciones vertidas en sus  ensayos periodísticos con respecto a acontecimientos políticos, como fue la  elección del indígena Evo Morales a la presidencia de Bolivia en 2006.
                                        Posse ha  interpretado la labor del creador literario como la de un contestatario, entrando  en diálogo con el canon del imaginario literario occidental, construyendo una  narrativa revisionista al poner en tela de juicio los discursos triunfalistas y  hagiográficos de la historiografía oficialista y estatal. Esto quiere decir  redescubrir e inventar nuevos paradigmas que concuerden con la realidad  latinoamericana. En sus reflexiones sobre el papel del escritor en la  literatura latinoamericana Posse sostiene:
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Nuestra literatura llegó casi a los umbrales de este siglo [XX] intoxicada  por la “historia oficial” de la Conquista…Fueron los escritores los que  ajustaron el disparate de la historia imperial, recogiendo incluso los pocos  rastros de la versión de los vencidos… Había que recuperar una conciencia  sepultada del hombre americano. Era necesario legitimar nuestro imaginario.  Poner en valor la idiosincrasia de nuestros pueblos… Nuestro trabajo necesariamente  tenía que usar la historiografía, para a veces negarla, modificarla,  reinterpretarla. Así, la literatura latinoamericana, más allá de lo  estrictamente estético, cumplía una función desmitificadora. Fue necesario  desacralizar y desmitificar para descubrir mitos sepultados…Los mitos de la  dominación colonial no fueron pocos: los de la religión y la filosofía imperiales,  sus formas de vida y su moralidad. (2005, 124-125) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Estas  meditaciones relacionadas con el papel del novelista latinoamericano en la  segunda mitad del siglo XX, tienen ecos de algunas opiniones vertidas por Kusch  en Geocultura del hombre americano cuando sugiere que “una producción literaria, un ritual mágico… son formas de  estrategia para mejor habitar el mundo …y para vivir en el fondo de su comunidad”,  y añade “el escritor representa siempre su cultura” (1976, 146-147).
                                        Con motivo de  los comicios que eligieron a Evo Morales a la presidencia boliviana, Posse,  haciendo clara referencia a Kusch y sus conceptos filosóficos, opinó en el  periódico La Nación de Buenos Aires  en febrero del 2006: 
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Lo que pasa en Bolivia es uno de los espectáculos políticos más fascinantes  de nuestro tiempo… Con Evo Morales, la inmensa mayoría aborigen y andina asume  la gestión de un país…Rodolfo Kusch…en su obra América Profunda, opina que el aborigen de nuestro continente es un  hombre del estar en contraposición  con el de la cultura europea occidental: el hombre del ser…Lo fascinante del advenimiento de Evo Morales es que…de alguna  manera levanta la bandera… de un desarrollo y mejoría de vida acordes con  valores tradicionales. (La Nación 8/2/2006) | 
                                            
                                          
                                         
                                        La manera  astuta con que Posse se sirve de los elementos teóricos y conceptuales para  esclarecerle al lector los complejos procesos político-culturales en el continente  americano ejemplifica el rigor analítico que el pensamiento kuscheano tiene en  el siglo XXI para diagnosticar situaciones apremiantes sin precedentes en la  historia de esta parte del mundo. Esta evaluación político-cultural de Posse  sobre la situación boliviana nos lleva al  siguiente apartado donde vamos a articular con  profundidad los conceptos de ser y estar que Kusch elaboró en América Profunda (1962) y que serán  acompañados con algunos comentarios de Posse.
                                        Ser y Estar 
                                          En sus estudios  en torno a la cultura quichua, Kusch se preocupó por indagar sobre la dimensión  metafísica de la identidad americana. Según Posse, es de suma significancia la  aportación del pensamiento kuscheano para comprender la realidad americana: “La  importancia de Kusch fue la de haber pensado abriéndose hacia la realidad de  América como totalidad que requiere una síntesis. Frente a los pueblos del ser y del hacer, integramos - o aportamos - nuestra dimensión del estar” (1991, 195). Según Kusch, el  europeo trajo a América la cultura del ser  que se opuso a la del estar  de América. En América  Profunda observó: 
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Todo lo europeo es lo opuesto a lo quichua, porque es dinámico, lo cual nos  aventura a calificarlo como una cultura del ser, en el sentido de ser alguien, …La  cultura occidental…es la del sujeto que afecta al mundo y lo modifica y es la  enajenación a través de la acción…o sea que es una solución que crea hacia  afuera, como pura exterioridad, como invasión del mundo o como agresión del  mismo y, ante todo, como creación de un nuevo mundo. (98-100) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Esa actitud del  europeo, que define Kusch como “exterioridad” e “invasión”, corresponde a la  actividad industriosa del hombre. Para comprender esta tesis necesitamos  adentrarnos en las acepciones que ha desarrollado Kusch a través de su propia  interpretación del ser europeo. El filósofo argentino consideró que el  cristianismo se secularizó, o sea que perdió su religiosidad, con la  ascendencia de una clase media mercantil en el siglo XV que predicaba una nueva  fe “en el trabajo de una clase media encerrada en la ciudad” (110). En este  sentido este “nuevo mundo” al que alude Kusch es el mundo cerrado de la ciudad  que se convierte en el estandarte de la modernidad ya que “separa a la especie  humana de todo un pasado de miedos y espantos originales…En la ciudad se  refugiaba toda una humanidad cabal, vigente y racional” (116). Es por esto que  en la visión que proyecta Domingo F. Sarmiento en el Facundo sobre el entorno americano se exorcizan esos temores  ancestrales que Kusch llama la “ira de dios”:   “En la anti-ciudad [afuera, el campo, la selva], en cambio, estaban los  miedos originales engendrados en el rayo, el relámpago y el trueno y, detrás la  ira de dios” (116). Por esto el acertado juicio de que “el miedo al mundo fue  sustituído por la creación de otro mundo” (117). El hombre europeo se  caracteriza por su afán de transformar la tierra y, en este sentido, quien  encarna este espíritu agresivo por excelencia es el mercader. Este reemplaza la  “ira de dios” por la “ira del hombre”: “un rayo mataba sólo a dos campesinos en  medio del campo, mientras que un crédito podía mover una nación” (121). Como  extensión se puede pensar en las transnacionales del siglo XXI que pueden  determinar la existencia de pueblos enteros a miles de kilómetros de distancia.
                                        La cultura del ser alguien  y del hacer  se distingue también por su invasión del  mundo a través de la máquina y la tecnología. Kusch sostiene que el miedo a la  hostilidad iracunda de la naturaleza lleva al hombre del hacer  a construir  “utensilios” que le permitan efectuar su “misión de modificar o aprovechar al  mundo” (132). De hecho, la racionalidad científico-técnica es el “utensilio”  por antonomasia. En América esto tiene una importancia primordial, como explica  Ernesto Mareque: “Para Kusch, nuestra historia cultural…se edifica sobre el  criterio de que lo inferior es América y lo superior proviene de Europa. El  saber europeo es superior porque libera al hombre de la barbarie y del miedo”  (Mareque 54). Es precisamente este criterio el que caracteriza la historia de  América Latina, especialmente desde su independencia, y que ejemplifica en  cierto modo la opinión vertida por Feinmann. Esta es la actitud que toma en  gran medida la intelectualidad, aquellos que quieren edificar una nueva nación  guiados por el modelo supremo del progreso tanto en el siglo XIX como en el XX:  Europa y los EE.UU. La barbarie está asociada con el mal que produce la  ociosidad, la inacción, la pereza, la quietud, es decir, todo lo que se oponga  a la diligencia y a la industria: el impulso de la civilización. En términos  del esquema kuscheano, esta antinomia define lo americano como “hedor”: “el  hedor de América es todo lo que se da más allá de nuestra populosa y cómoda  ciudad natal. Es el camión de indios…es la segunda clase de algún tren y lo son  las villas miserias” (11). La otra cara es la “pulcritud”, que representa la  civilización burguesa de occidente traída a América, y que intenta enfrentar la  suciedad de este “hedor” primitivo con  la técnica, el progreso y la inmigración:  
                                          
                                        
                                          
                                            
                                              | nuestros próceres…levantaban el mito de  la pulcritud y del hedor de América, cuando creaban políticas puras y teóricas,  economías impecables, una educación abundosa y variada, ciudades espaciosas y  blancas…La categoría básica de nuestros buenos ciudadanos consiste en pensar  que lo que no es ciudad, ni prócer, ni pulcritud no es más que un simple hedor  susceptible de ser exterminado. (12-13) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Este es otro  matiz de la interpretación del conflicto antinómico que se vislumbra en  América, y que vuelve a repetir la actitud frente al “otro”, quien debe ser  asimilado para que se moldee a la cultura hegemónica y egocéntrica del  civilizado. Los conflictos y cruces culturales que esto engendró, y que aún  engendra en el idiosincrásico tejido social de la Argentina, los analiza Posse  en términos kuscheanos: 
                                          
                                        
                                          
                                            
                                              | Rodolfo Kusch, con miras sociológicas y más dramáticamente, señalaba en  nosotros la “seducción de la barbarie” como un remanente o una constante  heredada de nuestros ancestrales choques culturales … El pueblo de América  latina más dotado para el desarrollo, entendido según los parámetros de las  modernidad, padece periódicamente la curiosa pulsión de huir fervorosamente del progreso. Es una  antigua dialéctica entre dos tiempos de verbos: entre el ser  y el estar   (entendido éste más bien como un “dejarse estar” casi subversivo, pues  conlleva, según Kusch,  el rechazo  de  los modelos exteriores de vida y de  desarrollo). [La Nación  24/11/1992] | 
                                            
                                          
                                         
                                        La cosmovisión  americana del estar  está arraigada en la forma en que se relaciona  el hombre americano con la naturaleza. El hombre americano cuando nace se  siente arrojado, o mejor “yecto” para usar el termino kuscheano, dentro del  cosmos. El indígena se encuentra dentro del mundo, a diferencia del europeoque está ante el mundo para poder  dominarlo con sus “utensilios”. He aquí las antagónicas cosmovisiones que  chocan en América, como subraya Mareque: “...la oposición de estar y ser es la de dos experiencias humanas que se  enfrentaron en América: el ser como horizonte de la dinámica cultural europea y  el estar como modo de supervivencia y acomodación al ámbito americano…”  (Mareque 65). El indígena sabe que al encontrarse dentro de un mundo hostil no  puede alterar de ninguna forma las condiciones cósmicas ni mucho menos el azar  o la “ira divina”. La respuesta del indígena hacia esta condición primigenia de  la existencia humana en el mundo es diametralmente opuesta a la actitud  dinámica del europeo, puesto que aquél responderá con un sentido de estatismo. Explica Kusch: 
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Era un estatismo que abarcaba todos los aspectos de la cultura quichua,  como si toda ella correspondiera a un canon uniforme, que giraba en torno al estar en el sentido de un estar aquí, aferrado a la parcela cultivada, a la  comunidad y a las fuerzas hostiles de la naturaleza. Este mero estar  encierra todo lo que el quichua había logrado  como cultura. Supone un estar “yecto” en medio de elementos cósmicos, lo que  engendra una cultura estática, con una economía de amparo y agraria, con un  estado fuerte y una concepción escéptica del mundo. (97-98)  | 
                                            
                                          
                                         
                                        Para apaciguar  las inclemencias de la “ira divina” el indígena desarrolla una cotidianeidad  que en vez de ser antagónica se hermana con el mundo. Esta hermandad se realiza  mediante ritos cuyo fin es el de conciliar la ira de los elementos naturales,  que pueden manifestarse como una inundación de   las parcelas de tierra o bien la destrucción de la cosecha de maíz por  el granizo. El indígena sabe que se encuentra a merced del agua, el viento, el  fuego y el simple azar. Esta actitud “trata de que el cerro imponente sea el  hermano”, elucida Kusch, “y lo sea el río y la tierra y también el cielo con sus  relámpagos y sus truenos”(39). Y concluye Kusch: “Se trata, en fin, de que se  humanice el mundo con la plegaria y con el rito y que el mundo sea el organismo  viviente que ampara y protege” (39).
                                        Este choque de  cosmovisiones está latente en América desde hace ya más de quinientos años.  Debe ser perturbador para los ciudadanos y gobernantes de las megalópolis  americanas que inexplicablemente, quizá por obra de la “ira divina”, asome su  cabeza esa América profunda y olvidada del estar,  como ocurrió en el estado de Chiapas  en México, el primer día de 1994. Pensamos que es apropiado citar las opiniones  que Posse emitió al respecto y que están inspiradas en la tesis de Kusch: 
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Los mayas que se rebelaron en Chiapas son hombres de la selva, capaces de  conocer el vuelo de los pájaros en cada estación, de adivinar la lluvia en la  costumbre de las arañas, de imitar el silbido de los papagayos. Son hombres del  estar cósmico, agredidos por la prepotencia de la cultura «occidental» del  hacer…los hombres del estar  cósmico (como escribiría Kusch), se  refugiaron del progreso, de la vacuna, de la educación pública, de la  democracia blanca y de la máquina de vapor en el interior de la selva…negándose  o sintiéndose incapaces para el hacer y tener de los civilizados. (Diario 16, 13/5/1995) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Como ha dejado  constancia esta sección y la anterior, el pensamiento kuscheano es una  corriente que tiene un lugar privilegiado en las meditaciones y valoraciones  que propone Posse en torno a la crisis política y cultural del continente  mestizo. Como veremos en el siguiente apartado, estas inclinaciones kuscheanas inevitablemente  nutren la creación literaria del Posse novelista.
                                        Diálogo
                                          En este  apartado vamos a indagar cómo Posse plasma en sus novelas de manera imaginativa su diálogo con la tesis  kuscheana del ser, hacer, tener  y estar,  cumpliendo así con su cometido mediante la novela de encontrar una voz o voces  que expresen un conocimiento propio de América Latina.  Estas consideraciones nos conducen a mostrar  el papel que tiene, según Posse, la novela en función de buscar y aproximarse a  los orígenes de los conflictos políticos y culturales que han llevado a lo  largo de la historia a esculpir dramáticamente al continente mestizo:
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | Es un continente que se resiste a la metafísica europea, al concepto de  religión que trajo Europa y, en última instancia, al sentido de la vida de la  sociedad prometeica. Esto es la sociedad del hacer en oposición a la sociedad del ser. La sociedad americana es la del estar …Yo creo que la función de la novela, en cierta medida,  aunque no se lo proponga muy racionalmente, de todas maneras, es una  explicación de esas oposiciones secretas del espíritu latinoamericano ante el  espíritu europeo y la idea del hombre europeo. (Spiller 107) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Es sumamente  reveladora la simbiosis evidente en el concepto de la novela que propone Posse,  pues hace un entrelazamiento entre su concepto de la novela y los criterios  kuscheanos que hemos elucidado.
                                        Daimón (1978) y Los perros del paraíso (1983) son textos  literarios de un alto vuelo imaginativo y fantasioso en los cuales Posse mejor  representa el diálogo con el pensamiento kuscheano. Ambos son ambiciosas  creaciones metahistóricas que presentan un vasto tapiz transhistórico al  proponer una interpretación sumamente kuscheana tanto de la modernidad  occidental como de los orígenes del continente americano. Sus actores  principales, los personajes históricos Lope de Aguirre y Cristóbal Colón, son a  la vez protagonistas y flanuers de  siglos de la historia del continente  que sirven para representar el geist latinoamericano. Vale añadir que  estas novelas históricas son un audaz quiebre, técnica y estilísticamente, para  con la novela histórica tradicional. En ellas el lector no va a encontrar puntillosos  frescos de una época o detalles de la indumentaria de actores históricos, sino  más bien una narración de fina y poética orquestación donde las ideas históricas  y filosóficas son el centro de la acción y del escenario. Debido a razones de  tiempo y espacio, nos vamos a retener en unos extractos claves para poder  indagar y demostrar como estas novelas entran en diálogo con el pensamiento  kuscheano.
                                        Fiel al concepto  de ‘lugar de enunciación’, en Daimón, la  flora y la fauna autóctona de América, así como sus habitantes, son los que,  dotados de un pensamiento sabio y profundo,  enuncian sus valoraciones sobre los hombres de  ultramar:
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              El 12 de octubre de 1492 fue descubierta Europa y los europeos por los  animales y hombres de los reinos selváticos… Eran incapaces de la paz, la  tolerancia ¿Por qué? Alguien, alguna vez, en sus tierras de constructividad y  de desdicha, les había dicho que no podían ser sin hacer: y es que no habíamos  nacido para estar sino para hacernos el ser. (30-33)  
                                                 
                                              América. Tierra de tal fuerza vital que expulsaba a los hombres activos  como un organismo poderoso a los bacilos… Esta intensidad de vida creaba un  sentimiento de frustración en los europeos, hombres del hacer ordenado,  impulsados por una bíblica vocación a imponerse en la Tierra llevándose por  delante no solo la naturaleza sino también los pueblos humanos o animales que  fueren encontrando a su paso. (42- 43)
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                                        El  descubrimiento que realizan los seres del mundo americano se centra en los  fundamentos ontológicos y epistémicos que conforman los valores morales y la ética  del humanismo europeo. El choque que implicará la incursión de los criterios  que nutren al humanismo europeo, a saber los de la cristiandad primero y la  modernidad secular más tarde, se representarán en las playas del continente del  hemisferio occidental.
                                        El tono  evidentemente humorístico y hasta lúdico con el que se narra el llamado “Descubrimiento”  es una estrategia que obedece al elemento carnavalesco que sirve para  cuestionar las acepciones y verdades   recibidas y construidas por los textos canónicos de la historiografía  oficial, cuyo importe ha sido el de celebrar la salvación de los cuerpos y  almas  de pueblos no europeos, co-optándolos  al modo de vida occidental. En los ejemplos citados, es clara la inversión  carnavalesca de sentidos, ya que los sujetos que enuncian el objeto descubierto,  Europa y no América, no son los que tradicionalmente poseen la verdadera fe o  el saber absoluto, sino seres y “bestias sabias” (según el sentido bajtiniano)  que han sido históricamente los sin voz y sin poder. 
                                        En Los perros del paraíso, Posse lleva al  absoluto extremo, se podría decir de una manera borgeana, la insólita pero  fidedigna propuesta de Colón, en una de las relaciones de sus viajes, de que  las tierras que había descubierto eran de hecho el Paraíso Terrenal. A tales  efectos, el iluminado Colón que nos pinta Posse, impone a los horrorizados conquistadores  y colonos la llamada “Orden de Estar” (216). Este episodio de suma ironía y  comicidad, pone de relieve, por un lado, las flaquezas de la fe cristiana en  los colonos, y por el otro, resalta la tesis de Kusch sobre el nacimiento de la  modernidad secular en Occidente a partir de 1492:
                                        
                                        
                                          
                                            
                                              | La Ordenanza de Estar … causó  gran sorpresa pues modificaría en profundo el proyecto ibérico. El Almirante  aseguraba…que todo hacer humano carecía de significación. La actividad, que los  blanquieruropeo habían erigido en paroxística conducta era, según la Ordenanza, un signo de condena, una  condena posparadisíaca… El Almirante condenaba el trabajo pura y simplemente…  Les pedía que aceptasen con naturalidad los dones del Paraíso. ¿Para qué  acaparar piñas y mangos como hacían los que ya mostraban  vocación de verduleros?...¿Por qué media  docena de langostas, si bastan dos y un buen limón?... ¡Estar! Apreciar con  serenidad los fáciles frutos del Edén. Estar y dejarse estar. (216-218) | 
                                            
                                          
                                         
                                        Este episodio propone  una interpretación revisionista de la conquista de América pues pone en tela de  juicio los fundamentos del humanismo occidental, basados en un antropocentrismo  enemistado con el entorno natural. Posse se sirve del concepto del estar de Kusch para sugerir que si de  hecho los europeos hubiesen descubierto el Paraíso Terrenal, su voluntarismo  igualmente les hubiera cegado ante tales tentadores recursos naturales y  humanos para sus diseños imperialistas.
                                        Lo que se  desprende de una lectura de estas novelas, a estas alturas del siglo XXI, es  una aportación al debate acerca del futuro ecológico del planeta desde una  perspectiva americana. Es decir que también desde América Latina, desde la  periferia, se puede hacer una contribución a los debates sobre la apremiante  situación ecológica y climatológica que acecha al planeta. Esto indica que lo  que se ha venido a despreciar y descalificar con el rótulo de pensamiento  folclorista o provinciano no tiene vigencia cuando hoy el pensar ‘lo propio’  tiene resonancias universales. Asimismo, en estas novelas, Posse entra en diálogo  con Kusch proponiendo un punto de vista desde América que sirva para legitimar  un pensamiento cuya gnosis es un  camino hacia una descolonización del pensamiento americano y a su vez sea un  rechazo de las categorías, paradigmas y proyectos coloniales implantados por la  modernidad occidental.
                                        Conclusiones
                                          El pensamiento  kuscheano tiene un lugar privilegiado en la conceptualización de la obra de  Abel Posse a la hora de abordar la problemática argentina y latinoamericana. A  su vez, estas preocupaciones se traducen de una manera imaginativa e innovadora  en los desbordantes mundos literarios que Posse inventa con el motivo de  aproximarse a los orígenes ontológicos del continente mestizo. Se demuestra así  lo que sugiere Vargas Llosa cuando afirma que las más altas cumbres de la  producción novelística latinoamericana son el fruto de una simbiosis entre la  filosofía y la literatura, probándose una vez más la hibridez de la cultura  latinoamericana. Finalmente merece subrayar la piedra angular sobre la cual se  construye el proyecto intelectual de Kusch y Posse; esto es, la del compromiso  con la realidad de América para despertar en el lector un cuestionamiento de categorías  y conceptos recibidos desde la colonia, y así abrir el camino hacia la  liberación del sujeto americano dentro de un pensamiento descolonizado.   
                                         
                                        Obras citadas 
                                        Kusch, Rodolfo G. (1962) América Profunda Buenos Aires:  Editorial Bonum, 1975.
                                        ____. Geocultura del hombre americano Buenos  Aires: Editorial F. G. Cambeiro, 1976.
                                        Mareque, Enrique.  “Líneas fundamentales del pensamiento de Rodolfo Kusch”, en Eduardo A. Azcuy,  et.al. Kusch y el pensar desde América  Buenos Aires: F. G. Cambeiro, 1991.
                                        Posse, Abel. Biblioteca esencial  Buenos Aires: Emecé Editores, 1991.
                                          
                                          ____. Daimón (1978) Barcelona: Mondadori, 2003.
                                          
                                          ____. Los  perros del paraíso (1983) Buenos Aires: Emecé Editores, 1987.
                                          
                                          ____.  “Novela y crónica”, En letra grande Buenos Aires: Emecé Editores 2005.
                                          
                                          ____. “La pasión según Evo”, La  Nación, 8/2/2006.
                                          
            http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=778832&high=Abel%20Posse
                                        ____. “La peligrosa  seducción de la barbarie”, La Nación, 24/11/1992, p. 7.
                                        ____.  “Chiapas y la crisis de los intelectuales”, Diario  16, Culturas,   13/5/1995, p. 4.
                                        San Martín, Raquel. “El  posmodernismo hizo trizas la historia, que debe ser comprendida.” (Diálogo con  José Pablo Feinmann). La Nación,  11/9/2006.http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=839470
                                        Spiller, Roland.  “Conversación con Abel Posse”, Iberoamericana,  vol. 13, no. 37-38, 1989, p. 107.
                                        Vargas Llosa, Mario. A Writer’s Reality, New York: Haughton Mifflin, 1991.